Ocho vinos bien otoñales

(*) Por Roberto Colmenarejo

¡El otoño ya está entre nosotros! Después de un verano largo, caluroso y bastante inestable, estamos viviendo la más linda -al menos para mí- de las estaciones en nuestra ciudad. Los días se hacen más cortos, soleados a mediodía y bien frescos por la noche. Arranca también la temporada de días grises, esos que dan ganas de quedarse en casa con un plato de comida calentita, un buen vino y una película. Todavía quedan oportunidades para beber algunos blancos o rosados, aunque el cuerpo ya comienza a pedir vinos tintos.

Si andan buscando “vinos bien otoñales”, aquí van mis ocho sugerencias:

Padrillos Trifecta 2016 ($186): Un producto novedoso y original, que llega de la mano de la bodega Ernesto Catena. Su nombre refiere a una compleja apuesta que se realiza en las carreras hípicas, donde el jugador debe acertar correctamente el orden de llegada de los tres caballos ganadores. Un envite extremadamente difícil, pero que paga grandes cifras a quien lo acierta. Detrás de este nombre y etiqueta curiosos hay un inusual “blend” compuesto por un 40% de Chenín (de Agrelo, Lujan de Cuyo), 40% de Tocai (de Rivadavia, Este Mendocino) y 20% de Torrontés (de Cafayate, Salta). Exhibe una nariz algo austera, con delicados aromas de frutas (duraznos blancos, peras), flores silvestres (retama, acacia), miel y té negro. En la boca tiene cuerpo medio y paso untuoso, de nítido sabor meloso, con acertada acidez y persistencia media. Un vino blanco sumamente “gastronómico”; escolta perfecto de paellas, risotto de hongos o pastas con salsas suaves.

Doña Paula Estate Riesling 2015 ($242): Este vino está en las vinotecas hace ya varios años, pero supongo que ha pasado desapercibido para la inmensa mayoría de los enófilos. Un producto que le hace honor a la noble variedad germana con la que está elaborado, ofreciendo un blanco vibrante, sabroso y sumamente refrescante. Las uvas provienen de una pequeña parcela implantada en las alturas de Gualtallary (Tupungato, Valle de Uco). Ofrece una nariz compleja donde aparecen recuerdos cítricos (pomelos, limas), herbales, rastros terrosos/minerales y hasta sutiles pinceladas “químicas” (alcanfor, solvente) tan típicas de esta variedad, aunque extrañas para el bebedor que las descubre por primera vez. Al llevarlo a la boca presenta un ataque seco, cuerpo medio y paso vivaz; allí refrenda su impronta mineral, con marcada acidez y larga permanencia. Un blanco que armoniza de maravillas con el sushi y la comida peruana. ¡Una rareza que vale la pena probar!

Zambua Tinto Dulce S/A ($110): Una primicia absoluta en las góndolas locales, que llega de la mano de la joven bodega Terra Camiare (Colonia Caroya, Córdoba). Un vino simple y de perfil tradicional, elaborado con un importante porcentaje de uvas Isabella, también conocida como “frambua” o “chinche”. Su nariz es reconocible y directa, con aromas de frutitas rojas frescas (frambuesas, frutillas) y algunos dejos herbales. En boca se muestra ligero y veloz, con sabor afrutado, agradable dulzor natural, correcta acidez y breve final. ¡Córdoba siempre obsequia novedades para sorprendernos!

Latente Reserva Pinot Noir 2014 ($180): Otro vino sencillo y extremadamente fácil de beber, pero en este caso procedente de Mendoza. Un Pinot Noir exquisito, liviano y de notable tipicidad varietal, con una breve crianza en barricas. Regala una nariz sobria con perfume de frutas rojas, hojas secas, especias y suaves trazos avainillados aportados por el roble. Al probarlo tiene entrada seca, silueta delgada y paladar sedoso; confirma sabores frutales, con balanceada acidez, taninos imperceptibles y moderada persistencia. Un vino que se consigue con facilidad, ideal para quienes se acercan por primera vez a este cepaje.

Tercos Sangiovese 2015 ($195): Un producto que descubrí hace unas pocas semanas y me sorprendió gratamente apenas lo probé. Se origina en un pequeño emprendimiento vitícola ubicado en Russel (Maipú), que nació del esfuerzo, la dedicación -y seguramente algo de terquedad- de un grupo de cuatro amigos y profesionales mendocinos. De toda la línea me quedo con este tinto producido 100% con uvas Sangiovese, sin ningún contacto con roble. Es un vino frutado, fresco y muy versátil a la hora del maridaje. Propone una aromática diáfana, con evocaciones de frutas rojas en sazón (cerezas, ciruelas), especias (clavo) y leves reminiscencias vegetales. En boca tiene cuerpo medio y paso fluido; subraya las sensaciones frutales, con equilibrada acidez, taninos mansos y grato post-gusto. Un producto ideal para la mesa diaria. Sugiero beber levemente refrescado junto a pastas con salsas rojas, pizzas, milanesas o empanadas de carne.

Hermanos Malbec-Tannat 2014 ($250): No podía faltar un vino salteño en esta selección, en este caso de la Bodega Domingo Hermanos. Un producto potente pero disfrutable, con la  impronta norteña a flor de piel. Un corte tinto hábilmente diseñado por el enólogo Rafael Domingo, donde el marcado predominio del Malbec (70%) permite contrapesar la fuerza y rusticidad de Tannat (30%). Presenta una aromática compleja, con recuerdos frutales (higos secos, ciruelas pasas), especiados (pimienta, clavo), empireumáticos (ahumado) y terrosos. Al probarlo posee entrada bien seca, cuerpo medio y paso franco, redunda en sensaciones maduras y algo picantes, con ajustada acidez, taninos firmes y largo final de boca. ¡Un gran exponente vinícola de Cafayate, que pide carne asada a su lado!

Entrevero Extra Brut S/A ($420): Un vino espumoso mendocino poco conocido pero de notable calidad, que está haciendo su desembarco en Córdoba en estos días. Pertenece al joven proyecto Entrevero Wines, comandado por el ingeniero agrónomo Matías Prieto. Un ensamblaje de uvas Pinot Noir y Chardonnay cosechadas en Agrelo (Luján de Cuyo), vinificadas por el método champenoise -segunda fermentación en botellas-, con un reposo posterior de 18 meses sobre sus lías. El resultado es un producto elegante y refinado, que se bebe con facilidad y deleite. Seduce con una nariz de aromas delicados, donde aparecen remembranzas a frutas rojas acidas, cítricos, frutos secos y pan tostado. Al llevarlo a la boca tiene buen volumen y paso grácil, atractivo sabor frutado, burbujas cosquilleantes, refrescante acidez y prolongada persistencia. ¡Para acompañar todos los brindis del otoño!

Nanni Torrontés Dulce Natural 2016 ($160): Si gustan de los vinos golosos, este blanco salteño de la bodega familiar Nanni será una excelente elección. Fue obtenido con uvas Torrontés de cosecha tardía y con fermentación interrumpida para conservar los azúcares propios de la uva. Atesora prístinos aromas a uvas frescas, pétalos de rosas y miel que se unen a una boca liviana y vivaz, nada empalagosa -gracias a su moderado dulzor y acidez sabiamente contrapesada- y de permanencia media. Servido bien frío, lo imagino perfecto para acompañar tartas frutales o postres con crema.

Y ustedes, ¿ya tienen elegidos sus vinos otoñales?

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(*) Sommelier y docente – robertocolmenarejo@hotmail.com

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