Por Laura Gissara de Córdoba Wine Travel
Lejos está el maridaje de ser una ciencia exacta. Tan lejos está que se acerca al arte y, como tal, cuando te llega y te conmueve es maravilloso. Un buen maridaje, un buen matrimonio entre comida y bebida, puede convertir un plato habitual en una experiencia memorable. Y no se trata de comprar el vino más caro ni preparar recetas sofisticadas y complejas, la idea es pensar un poco en las texturas, el peso y los sabores de los alimentos buscando una bebida que sea la pareja ideal.
Hoy vamos a pensar en un vino cordobés para los sabores criollos de un clásico de las fechas patrias: el locro. Suculento y humeante, el locro es un plato bien contundente. ¿Qué lleva? Más allá de toques personales, la base es zapallo, maíz, porotos, batata y luego las grasas: panceta, patitas de cerdo, mondongo o chorizo colorado. Es un plato “power” y justamente por eso va a ir genial con un Malbec joven y frutado. La idea es que el vino equilibre la potencia del locro.
El elegido: Navira Malbec 2016 Bodega Terra Camiare (Colonia Caroya)
Hermoso color tiene este Malbec elaborado con uvas provenientes de Colonia Caroya, Quilino, y Cruz del Eje. Es un vino frutado, con buen cuerpo, de aroma a frutas rojas y silvestres.
¿Por qué no un tinto más potente? Porque si a un plato especiado y picante lo combinamos con un vino que también pica en boca el resultado puede ser muy desagradable. Por el contrario, es mejor buscar algo que limpie el paladar para un nuevo bocado.
