Seis vinos de lujo

(*) Por Roberto Colmenarejo


“El vino es la cosa más civilizada del mundo”, Ernest Hemingway

Así como hace algunas semanas escribí una nota sobre vinos para todos los días, hoy quiero utilizar este espacio para recomendar grandes vinos para ocasiones especiales.

La enorme industria vitivinícola nacional ofrece actualmente productos para todos los gustos y bolsillos, para que cada uno pueda elegir el que mejor se ajuste a su realidad,  intereses y presupuesto. Mientras que algunas personas gastan su dinero en ropa, relojes o joyas, otras prefieren hacerlo en vinos icónicos y de alta calidad, pues disfrutan mucho de beber y compartir una buena botella.
 
Para quienes pueden permitirse un “lujito enológico”, aquí seis vinos sobresalientes:

Gran Lurton Corte Friulano 2011 ($95): Un vino blanco de perfil mediterráneo, muy fragante y seductor. Lo elabora Francois Lurton y su equipo con un atípico corte de uvas blancas aromáticas provenientes de zona frías (Sauvignon Vert ó Friulano, Pinot Gris, Chardonnay y Torrontés). El resultado es un vino sumamente perfumado, con recuerdos que evocan a flores silvestres, frutas blancas -peras, duraznos-, frutas cítricas -limas, pomelos-, miel y algo de levaduras. En la boca es un vino untuoso y delicado; con sensaciones frutales limpias, cuerpo medio, balanceada acidez y persistencia moderada. Gran vino para el aperitivo, aunque sea imposible tomar sólo una copa.

Mendel Semillón 2012 ($120): Si hay una variedad blanca que ha sido injustamente olvidada en nuestro país, sin dudas esa es la Semillón. Una cepa de alta calidad y amplia difusión en el viñedo argentino, que sin embargo fue usada como uva de corte durante mucho tiempo. En buenas manos, este cepaje permite obtener vinos complejos y notable longevidad. Tal es el caso del vino de marras, elaborado en Mendoza por el prestigioso enólogo Roberto de la Mota. Un blanco de nariz sobria y austera, donde se perciben sutiles aromas frutales, herbales, melosas y de té negro. En la boca está su punto más fuerte; pues es un vino voluminoso, de sabores frutales limpios, acidez importante y buena persistencia. Este vino es lo que suelo denominar un blanco “gastronómico”, pues acompaña variadas preparaciones culinarias sin opacar sus aromas/sabores. Se los recomiendo fervientemente para acompañar pescados y/o mariscos.

Angélica Zapata Chardonnay 2008
($185): A mi leal saber y entender, el mejor vino  Chardonnay que se elabora actualmente en nuestro país. Un producto extremadamente complejo e intenso; pero a la vez elegante, fluido y fresco. Las uvas provienen de las zonas más altas y frías del Valle de Uco (Mendoza) y fueron vinificadas -y criadas- en barricas; pero afortunadamente la presencia de madera es sólo un atisbo en el producto. Un vino blanco de nariz subyugante, plena de frutas de carozo -damascos, duraznos blancos-, cítricos -lima, piel de limón- y tropicales -bananas-; sumadas a pinceladas lácticas -mantequilla, caramelo de leche- y suaves trazos del roble -vainilla, tostado-.  Al probarlo se lo siente vehemente, cremoso, de gran volumen, con mineralidad notable y una acidez natural vibrante que lo mantiene veloz en su paso de boca; soportando así una persistencia larga y muy grata. ¡Vinazo… nada más que agregar!  
 
Pasacana 2011 ($200): Este vino es fruto de la valentía y tozudez de Fernando Dupont, un ingeniero agrónomo bonaerense que hace casi una década decidió cambiar la llanura pampeana por los bellos cerros multicolores de la Quebrada de Humahuaca. La movida fue arriesgada, pues nadie había plantado aún viñedos en esa agreste región del extremo norte de nuestro país. Sin embargo, con mucha paciencia y trabajo, logró elaborar los primeros vinos jujeños que hoy sorprenden a nacionales y extranjeros. El Pasacana es su vino más importante, un tinto enjundioso obtenido con un corte de uvas Malbec, Cabernet Sauvignon y Syrah, más 14 meses de crianza en barricas de roble de diferentes usos. El resultado es un vino de color rojo-violáceo; al olerlo rápidamente descubrimos su inconfundible impronta norteña, con aromas especiados, terrosos, frutales maduros y empireumáticos intensos (caucho, brea, ahumado). En la boca es vigoroso y arrollador, con paso colmado, sabores intensos, balanceada acidez, taninos recios que denotan juventud -y auguran un buen potencial de guarda- y persistencia prolongada. ¡Un tinto realmente único, que no se puede dejar de probar!

CarinaE Prestige 2008
($280): Lograr la combinación exacta de potencia y elegancia en un vino no es tarea fácil, siendo uno de los principales desafíos a los que se enfrentan los grandes enólogos. Para mí este es uno de los tintos argentinos que mejor lo logra, seguramente por el expertise francés que hay detrás de este pequeño proyecto familiar. Un corte clásico de uvas Malbec y Cabernet Sauvignon -más un pequeño aporte de Syrah-, vinificado a la manera tradicional y criado durante 18 meses en barricas de roble francés nuevo. Después de ser embotellado, el vino descansa pacientemente un par de años más en la botella; lo que permite que se redondee y amalgame completamente. El resultado es un tinto de nariz refinada, con nítidas sensaciones frutales maduras y especiadas, enmarcadas en delicadas notas de la crianza en roble -vainilla, cedro, ahumado leve-. Al llevarlo a la boca es sabroso y pleno, repite sensaciones frutales y suaves de la crianza, con acidez calibrada a la perfección, taninos bruñidos por la estiba y buena persistencia. ¡Para agasajar y agasajarse, en esa ocasión realmente especial!

El Porvenir 2011 ($350): Icono máximo de la bodega salteña El Provenir de Cafayate, este producto representa la genuina expresión de los vinos de los Valles Calchaquíes. Un tinto penta-varietal (Malbec, Cabernet Sauvignon, Tannat, Syrah y Petit Verdot) que muestra sus bríos norteños desde todas las facetas. En copa ofrece un color rojo oscuro, casi negro. En la nariz aparecen intensas sensaciones, con aromas frutales confitadas, acopios de especias -pimentón ahumado, pimienta, clavo-, trazos balsámicos -regaliz, alcanfor-, empireumáticos y algo terrosos. En la boca entra vigoroso e indómito, con paso lleno y penetrante, sabores maduros, correcta acidez y taninos firmes algo rugosos -por su incipiente juventud-, que acompañan una persistencia sumamente prolongada. ¡Un vino salteño de gran carácter, para beber ahora o guardar tranquilo varios años!  

¡Y ustedes, con que vino se dan un lujito especial?

(*)Sommelier y docente – [email protected]

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