Segunda noche de whiskies

(*) Texto y fotos de Mariano Sahade

Para los que no fueron al primer encuentro o no leyeron la primera nota, les cuento que, de la mano de Whisky Malt Argentina y Saint Andrews Scottish Bar, está teniendo lugar martes de por medio una serie de encuentros que apuntan a ayudar a descubrir el Mundo del Whisky para personas de todas las edades y de ambos sexos.

En esta nueva oportunidad, aprendimos algunos conceptos sobre los “Blends” y también pudimos degustar algunos de sus mejores exponentes, mientras disfrutábamos la cena de tres pasos que el chef supo maridar muy acertadamente con cada uno de los whiskies.

El experto Daniel Estremadoyro comenzó explicando qué es un blended whisky.  Se trata de un tipo de whisky que -a diferencia de los single malt (whiskies que se realizan solamente destilando cebada malteada)- son una combinación entre whisky de malta y whisky de grano, ya sea de trigo o maíz. Es asombroso saber que algunos blends pueden ser una mezcla de 10 o 40 e incluso hasta 100 maltas diferentes, junto con el whisky de grano.
   
Otra duda que surgió fue si es mejor un single malt o un blend. Pero esa pregunta no tiene una sola respuesta ya que es posible encontrar muy buenos whiskies de cada tipo y lo importante es el paladar y el bolsillo de cada uno. Si bien el perfil de sabor de un single malt puede ser un poco mejor que el de un blend, los blends son más fáciles de conseguir y suelen ser más accesibles económicamente.

La degustación en sí misma fue un paseo de sabores y amoras por las diferentes regiones de Escocia. En el Grant’s Family Reserve encontramos notas de miel, vainilla, madera especiada, caramelo y flores. El Old St. Andrews, que se termina en barricas que previamente tuvieron jeréz y otros vinos dulces, recuerda a pan recién hecho y granos de cereales en la nariz, y en boca destacan sabores a frutos rojos y mermelada, con un final amargo y ligeramente ahumado. Las notas que caracterizan al Chivas Regal de 12 años son manzanas verdes y rojas, miel y brezo. Finalmente, el Ballantines de 17 años fue la joya de la noche con su sabor a chocolate, vainilla, roble y un ahumado que lograba que el sabor dulce del principio fuera disminuyendo para dar paso a un final más seco que perduraba por largo tiempo.

De entrada, el chef nos agasajó con una brusqueta de queso camembert derretido, jamón crudo y un embutido de hígado similar a la famosa preparación escocesa, el “Haggis”. Para el principal, probamos el “Scotch broth”, que es un guiso o estofado de lentejas, papas, cordero, perejil y miel. El postre fue una manzana en compota, cocinada en amaretto con helado delicia de coco sobre un waffle.

Sobraron anécdotas, curiosidades y, sobre todo, pasamos unas horas excelentes aprendiendo y disfrutando algo tan apasionante como es el whisky, por los que los invito nuevamente a participar de las dos reuniones que quedan y que tratarán sobre “Whiskies del mundo” y “Bourbon whiskies”.

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