Notas vínicas: Pinot Noir, un solo corazón

Por Valentina Livolsi (*)

Previo a la final de Argentina – Brasil en la Copa América, me di cuenta que todos somos hinchas de algo en la vida. En mayor o menor medida, siempre tenemos debilidad por ciertas cosas. Un lugar en el mundo, un deporte, un artista… un varietal, por qué no. Particularmente yo soy hincha de The Beatles, la Literatura y la pavlova con frutos rojos.

Si me pongo más puntual todavía, soy fan del vino. Y si escarbo un poquito más, tengo una debilidad superior por la Pinot Noir. Varias son las razones por las que me interesa tanto seguir descubriendo sus bondades y características sin importar origen, añada o bodega. De eso hablaremos en la nota de esta semana, y también de una bodega en particular, ya que me trae hermosos recuerdos y sensaciones.

La Pinot Noir en la historia

Esta uva es un tesoro. Tan frágil como caprichosa, tan sutil como compleja, tiene su origen en la Borgoña, región ubicada al noroeste de Francia. En un tramo de 50 km. de extensión, conocido como la Côte d’Or (Pendiente de Oro) es donde se producen los mejores Pinot de Europa. La leyenda dice que llegó a esos suelos a través de una tribu celta, luego de sus invasiones a Italia y Lombardía.

Cultivada desde el Siglo I D.C, su custodia principal fue la Iglesia, ya que los monjes utilizaron este varietal para los sacramentos y cuidaron a esta planta en los viñedos. Los monjes la mencionaron por primera vez en sus documentos en el año 1345.

Fue tanta su expansión mundial y adaptabilidad a ciertas tierras, sobre todo las frías, que la Pinot Noir encanta en todos los puntos cardinales.
En California, las zonas en las que prolifera este varietal son el valle de Willamette en Oregón, la Costa Central y el Russian River.

En Nueva Zelanda, Sudáfrica y Australia se adaptó perfectamente, como así también en la Patagonia argentina, lugar donde su impronta posicionó a nuestro país entre los mejores del mundo.

Hincha del Pinot Noir.

Morfología

Es una de las variedades de vid más antiguas que se conocen, y su nombre deviene del parecido de sus racimos a las piñas de pino, cónicas, compactas y uniformes.

Sus bayas son pequeñas, blandas y de pieles negroazuladas. Su pulpa es jugosa y con característico aroma herbáceo. Este varietal produce vinos finos, complejos y con aptitud para la crianza.

Primeramente usado para champagnes pero con el paso de los años, sus monovarietales comenzaron a pisar fuerte. Es muy delicada para cultivar, ya que es sensible a la botrytis, polillas y ácaros, como también a enfermedades fúngicas de la madera. Las zonas cálidas restan potencial y aromas, se da muy bien en el “fresquito”. Enhorabuena.

Los Vinos

Poseen cuerpo ligero y taninos inferiores en relación al resto de los vinos tintos (puede lograrse más intensidad tánica dejándolos envejecer en barriles de roble).

De color rubí brillante con destellos violáceos en su mayoría, también podemos encontrar trazas amarronadas debido a su rápida oxidación. Esto no influye en sus aromas.

En nariz, se encuentran frutas rojas, bayas negras como arándanos, frutillas y frambuesas. Pueden aparecer notas mentoladas y terrosas, como suelo de bosque.

Ahora bien, dicho ya todo esto y teniendo en cuenta lo que la Pinot Noir nos regala, quiero -y necesito- contarles un poco más sobre este vino del que soy hincha, que hace unos años me trajo (casi sin querer) a mi gran amor y que nace de una bodega que me encanta.

La Bodega Valle Escondido

Se encuentra en el Valle de Uco, a 70 km de la ciudad de Mendoza, a más de 1200 msnm. Un terroir único donde se fusiona la naturaleza y sus maravillas, la mano cariñosa de sus productores y la idea de dejar todo lo conocido para lanzarse de lleno a hacer vinos.

Sus suelos son aluvionales y con muchos nutrientes, ubicados en un clima desértico con gran amplitud térmica lo que ayuda a la lenta maduración del grano de uva.

Patricio Gouguenheim, hijo de franceses nacido en Argentina, despertó su amor por la vid a la edad de 7 años, ya que en cada comida le hacían probar un poquito de vino con soda. No podemos negar que a varios de nosotros también nos pasó esto, claramente estamos ante un patrón mundial que se repite, ja!.

A principios de los 90´ su antiguo trabajo lo llevó a Mendoza, entendió que ahí debía quedarse y crear su propia línea de vinos argentinos. Encontró una bodega antigua en Tupungato que data de 1950 la cual tenía piletas pequeñas de hormigón ideales para producir vinos de alta calidad. En 2001, nace Gouguenheim Winery.

Sumó a toda su familia a trabajar en conjunto, y tuve la suerte de conocer a uno de sus hijos, Santiago, con quien compartí ferias e interesantes charlas. Una familia dedicada a la vid, a crear vinos que reflejen el terroir y llenos de pasión por su trabajo al aire libre.

(Distribuye en Córdoba: Coleccionista de Vinos. No duden en contactarlo, la atención de Pablo desde siempre es impecable, reflejando el amor que siente por su trabajo y los vinos. Desde ya les aviso, los va a tapar en información) ;).

GUGUENHEIM PINOT NOIR 2019

Este vino limpio y brillante de color rojo casi anaranjado con destellos rubí me regaló una nariz limpia de intensidad media, con fruta fresca y punzante que recuerda a frutillas, frambuesas y cerezas. Con el paso del tiempo, se perciben flores rosas y rojas, mentol y minerales, como también algo de sutil vainilla aportada por sus 4 meses de crianza con duelas de roble.

En boca es un vino amable, ligero de acidez media moderada. Sus taninos son sedosos y suaves. Un vino delicado, de final tranquilo y donde logré percibir ciertas notas a caramelo y aún más vainilla. Impecable.

Ser apasionado por algo nunca está mal, ni de más. Así como algunos hinchan por su equipo favorito, otros hinchan por su trabajo o un artista plástico… otros hinchamos también por una uvita divina en particular.
Saber elegir las pasiones es primordial para la existencia. Sino, ¿de que viviríamos?

(*) Sommelier.

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