(*) Por Roberto Colmenarejo (foto)
El año que finalizó hace algunas semanas fue muy intenso en novedades vitivinícolas, habiendo tenido la posibilidad de probar vinos que quizás ni nos hubiésemos imaginado hace poco tiempo atrás.
Sin ánimo de hacer “futurología”, me atrevo a mencionar algunos productos, estilos y variedades de los que estoy seguro se hablará -y mucho- en este nuevo año.
La mayoría de ellos ya están disponibles en las góndolas locales -o llegarán en breve-, así que sólo deben ser descubiertos. Para enterarse cuáles serán los vinos que beberemos en 2014, aquí algunas pistas:
Emilia Moscatel Dulce Natural 2013 ($47): Sin dudas, recordaremos al 2013 como el año del resurgimiento del Moscatel. Un cepaje de larga data y moderada difusión en el viñedo nacional, que lamentablemente venía siendo utilizada sólo para cortes con otras uvas. Hubo que esperar que fuera el vino de moda en los Estados Unidos, para que los productores locales se decidieran a elaborar varietales de calidad. Este blanco dulce de la Bodega Nieto Senetiner es un buen exponente, con un precio bastante accesible. Ofrece una nariz sugerente con aromas de flores, uvas frescas y cáscara de cítricos -que ha muchos podrá recordar al torrontés, uva de la misma familia-; en la boca es grácil y fresco, tiene dulzor elevado -pero bien balanceado por la acidez- así que se toma con deleite. ¡Un vino hecho para gustar, incluso a quienes no beben vino con frecuencia!
Laborum Finca Alto Los Cuises Chardonnay 2013 ($95): ¡Este vino salteño fue para mi una grata novedad, pues hacía años que no probaba un Chardonnay destacado de los Valles Calchaquies! Este notable producto es fruto de la investigación y el trabajo del jóven enólogo Mariano Quiroga Adamo, al frente de la bodega El Porvenir de Cafayate. Está vinificado con uvas provenientes de una finca agreste y de dificil acceso, plantada a casi 2000 m.s.n.m. El resultado es un blanco exquisito; de aromática compleja que se regala en aromas frutados -duraznos, peras-, melosos, herbales frescos y minerales. En la boca es un vino untuoso y de cuerpo medio; con paso fluido, acidez refrescante y larga permanencia. ¡Joyita de la producción norteña, que no se puede dejar de probar!
Puro Malbec-Cabernet Sauvignon 2011 ($85): La bodega mendocina “Ojo de Vino” ya lleva un par de años en el mercado, pero recién está haciendo su desembarco en las góndolas locales de la mano de la distribuidora “VDU”. Sus vinos están elaborados bajo la filosofía de la producción orgánica, tendencia que lentamente crece en nuestro país. Este producto, en la gama intermedia de la bodega, ofrece un perfil bien adaptado al gusto argentino; ensamblaje de uvas Malbec y Cabernet Sauvignon, con breve crianza en barricas de roble. Esto da como resultado un tinto liviano y sumamente bebible; de carácter agradablemente frutado, con taninos gentiles -a pesar de su juventud- y buena persistencia para el rango. ¡Un vino interesante, para buscadores incansables de rarezas!
San Pedro de Yacochuya Rancho Cuatro Cabernet Sauvignon 2010 ($200): ¿Qué puedo decir -que no se haya dicho aún- sobre este ícono absoluto de los vinos de Salta? En el año que pasó, la Bodega Yacochuya presentó en sociedad este soberbio vino tinto, con la tipicidad de los Valles Calchaquíes “marcada a fuego”. Un producto que ofrece una paleta aromática variada y seductora; donde se combinan los perfumes de frutas negras maduras, especias -canela, pimentón dulce, clavo, pimienta negra-, notas terrosas y herbales leves. En la boca es un vino intenso y pleno, con notable estructura pero paso fluido. Se nota que el tiempo de estiba en botella domó sus bríos y redondeó los taninos, terminando de forjar un vino distinguido, de trago amable y larguísima persistencia. ¡Un Cabernet Sauvignon de lujo, para quienes aman los vinos del Noroeste!
Collovati Extra Brut ($80): Este vino burbujeante, elaborado por el agrónomo Javier Collovati con uvas Chardonnay y Viognier cosechadas en la finca familiar de Sañogasta (La Rioja), fue el que más me sorprendió durante el año que pasó. Lo primero que me atrajo fue su sencillez, frescura y facilidad para ser bebido; con sus sabores frutales, acidez balanceada y cosquilleantes burbujas, hizo que las botellas probadas se vaciaran rápidamente. Lo segundo que me conquistó fue su precio amigable, en un segmento como el de los espumosos donde cualquier producto de buena calidad suelen duplicar fácilmente este valor. Por último, como profesional me alegró mucho ver que fuera de origen riojano -tercera zona en importancia productiva del país-, de la cual sin embargo venía descubriendo pocas cosas interesantes. ¡Por todas las razones expuestas -o por las que ustedes decidan-, este es uno de los espumosos que seguro disfrutarán en 2014!
¿Tienen ustedes algún vino favorito para este nuevo año?
(*)Sommelier y docente – [email protected]
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