Llegás a tu casa con mucha sed de una cervecita helada. Prendés la tele y antes de desparramarte en el sillón caminás hasta la cocina y abrís la puerta de la heladera. En este rincón, una lata más fría que el corazón de tu ex. En el otro rincón, una botellita con menos temperatura que Di Caprio en el Titanic.
Aluminio o vidrio: ¿cuál te tienta más?
Estudios científicos indican que la lata protege mejor a la bebida del ingreso de aire, contribuyendo a reducir la oxidación. En criollo: la mantiene por más tiempo. Además, el aluminio es más liviano para transportar -reduce costos- y se enfría más rápido.
Por el otro lado, el vidrio se hace con arena mientras el aluminio se obtiene de la bauxita, una roca que debe extraerse de la tierra. Punto para la botella.
“Nosotros nos inclinamos por la botella de vidrio porque es un material noble y neutro que resiste mejor el manipuleo. Además, nos permite un llenado más cuidado en cuanto a la incorporación del llenado porque podemos hacerle vacío”, dice Leandro Romano, de cervezas Bocatoma.
Al margen de eso, le comentamos que sus botellas forradas son muy lindas. Agradece y reconoce que están contentos por la “facha” y por haber resuelto el desafío técnico de contracción de la etiqueta.
Objeciones rebatidas
Las botellas verdes o transparentes dejan pasar la luz, que es un factor de degradación de los compuestos del lúpulo. Las de color ámbar eliminan ese riesgo y más si son forradas, como las de Bocatoma.
Las latas no dejan sabor a metal porque en la actualidad vienen recubiertas de una película de polímero en base a agua que aísla 100% al líquido.
Si esperaste hasta acá para abrir la cerveza, el premio es tuyo por la paciencia. La conclusión es que no hay más razones que la emoción que te provoque la lata o la botella para elegir porque ambas cumplen con solvencia.
Si te gustó esta data ¡compartila con tus amigos!
