Descubriendo el castizo tempranillo

(*) Por Roberto Colmenarejo


La uva Tempranillo (o Tempranilla) es una cepa tinta originaria del norte de España, donde forma parte esencial de la mayoría de sus grandes vinos. Es la uva más importante en las Denominaciones de Origen Rioja, Ribera del Duero y Toro. También se la utiliza en proporciones menores en otras regiones como Navarra, La Mancha, Madrid, Aragón, Cataluña y Galicia. Se considera la uva emblemática de la Península Ibérica, siendo la  segunda en superficie implantada.

No está muy claro como llega esta uva a la Argentina, pero no es descabellado pensar que la misma esté en nuestro encepado vernáculo desde la época colonial traída por los conquistadores y sacerdotes españoles. Seguramente hubo nuevas introducciones de cepas con las oleadas migratorias europeas que tuvieron lugar durante el siglo XIX, así que personalmente pienso que es un varietal de larga data en nuestro territorio.

Tiene una difusión moderada en nuestra geografía, con aproximadamente 6.568 hectáreas (INV, 2009). Es la sexta uva tinta más plantada y representa el 6,3 por ciento del viñedo tinto nacional. La mayor parte de esta superficie se encuentra implantada en la provincia de Mendoza. 

Es una uva de maduración bastante temprana -de allí su nombre- y prefiere los climas templados y con buena amplitud térmica. Suele ofrecer vinos aromáticos y frutados, con buena acidez y taninos mitigados.

Si quieren descubrir algo de lo que puede dar esta uva en nuestro país, aquí cuatro sugerencias (más un bonus track) para todos los bolsillos:

. Estiba I Tempranillo Rosé 2012 ($31): Hasta donde conozco, el único vino rosado nacional elaborado con esta uva. Un producto simple y agradable de beber, ideal para quienes se inician en el mundo del vino. Posee aromas frutados directos; con una boca ligera y algo dulzona. Servido bien frío puede ser un rico aperitivo veraniego. 

. Norton Tempranillo 2012 ($28): La línea de varietales jóvenes de esta tradicional bodega mendocina ofrece productos de una destacada relación precio-calidad, como este Tempranillo sin paso por madera. Un tinto de cuerpo liviano, muy fácil de beber. Tiene aromas frutados maduros y trazos terrosos; que dan paso a una boca ligera, de paso ágil y persistencia moderada Para acercarse a la variedad, sin gastar demasiado. 

. Fond de Cave Reserva Tempranillo 2005 ($77): La marca Fond de Cave es una de las  más antiguas y emblemáticas de la Bodega Trapiche, y guarda entre su portfolio algunas sorpresas como esta. Un tinto de bello color rojizo, con menisco apenas virando hacia el naranja-teja. La nariz es sumamente agradable y de buena complejidad; las notas de la fermentación maloláctica (mantequilla) y de la crianza en barricas (vainilla, caramelo) aún están un poco marcadas, a pesar de la edad. Si se le “da tiempo en copa” aparecen aromas de frutas confitadas, más algunos trazos terrosos y minerales. Al probarlo es un vino de entrada bien seca (a pesar de lo “golosa” que estaba la nariz); sabroso, pleno e intenso, con acidez correctamente balanceada y persistencia media. Un producto que ya está más que listo para tomarse, pero que puede seguir ganando en botella por un par de años más ¡Un vino con linda evolución, para disfrutar y aprender!

. Zuccardi “Q” Tempranillo 2009 ($125): Este vino es uno de los íconos de la bodega Familia Zuccardi, pues fue su “desembarco” en los vinos de alta gama. Se presentó por primera vez en 1997, luego de varios años de  trabajo en investigación y desarrollo. A mi leal saber y entender, es seguramente el vino más consisten de este cepaje a nivel nacional. Es un tinto verdaderamente seductor en nariz, con aromas frutados frescos (cerezas ácidas, moras) y suaves notas de crianza (vainilla, tostado). En la boca tiene una entrada amable, paso ágil -debido a su buena acidez-, taninos firmes pero dóciles y larguísima persistencia. Gran vino para prestigiar un cordero o cabrito a la llama

BONUS TRACK (
Para los enófilos que siempre quieren más:

. Dolium Tempranillo 2002
($75): Ya he hablado de este mismo vino el año pasado, pero en su cosecha actual. Sin embargo, aún pueden conseguirse en Córdoba botellas de esta vieja añada que tiene un noble envejecimiento. Esta fue una de las primeras experiencias de la bodega mendocina con el cepaje, y a pesar de no haber recibido crianza en madera, se luce vivaz aún después de una década de vida. Un tinto de aromas bien maduros, de frutas secas y especias. En la boca es sumamente delicado, de taninos pulidos y una larga persistencia. ¡Vale la pena buscarlo, es una experiencia diferente!

¿Y ustedes, tienen algún tempranillo favorito? ¿Me lo contarían por aquí?



(*)Sommelier y docente – [email protected]

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