Cheval des Andes afina la puntería

Por Alejandro Maglione (*)

Pierre Lurton
Pierre es de esas personas a las que se les tiene sana envidia. El hombre es Presidente y CEO de las bodegas Château Cheval Blanc y Château d’Yquem de Francia. En charlas de amigos suele decir: “Imagínate mi vida laboral: comienzo el día en Château d’Yquem -cuna del vino sauternes más valorado en el mundo- y lo termino en Cheval Blanc al atardecer”. Cheval Blanc hizo un joint venture con la bodega Terrazas de los Andes allá por 1999, del que resultó el nacimiento de nuestro Cheval des Andes, del que también es presidente don Pierre Lurton.

Año tras año Lurton ha estado visitando Mendoza, ya que es la última palabra sobre el assamblage que se hace con cada cosecha. Y he tenido la oportunidad de conversar con él distendidamente en cada viaje, aprendiendo de sus reflexiones que tienen la virtud de venir de un experto, que además está enamorado de la Argentina y sus vinos.

Los comentarios
Pierre piensa que nuestro país es extraordinario para la viticultura, sobre todo porque permite ensayar. Al mismo tiempo aclara: “Francia debe seguir siendo Francia, y la Argentina debe seguir siendo la Argentina”. Una definición clara acerca de que el Cheval des Andes cosecha tras cosecha está buscando ganar en precisión sobre la que podrá ser su personalidad definitiva.

Hay que tomárselo como de quien viene cuando dice: “Siempre que vengo veo un refinamiento creciente en la viticultura argentina”. Cuando se habla de la búsqueda de una característica en un determinado vino, nos recuerda: “El assamblage es propio de la región bordolesa, y significa un proceso siempre a través de los años”. Y añade: “Pienso que en Mendoza es más fácil realizar este proceso porque el clima es más constante”. (Imagino que cuando conversamos todavía no había charlado con sus especialistas locales, atento a que los mendocinos están absolutamente preocupados con el clima como se ha dado en esta cosecha).

Lurton está seguro de que Cheval des Andes encontrará su assamblage o corte típico en un camino que irán recorriendo durante los próximo 10 años, donde la tendencia será ir buscando una mayor frescura. Justamente, para él nuestro Cheval cosecha 2012 es el que ha conseguido expresar mejor esta tendencia hasta ahora. Se sabe que para la vieja Europa, el corto plazo siempre es lo que para nosotros es el mediano o largo plazo.

Entre los anticipos que hizo Pierre, estaría la próxima construcción de la bodega propia de Cheval des Andes, lo cual algunos lo interpretaron como el comienzo de una nueva ola de inversiones externas en nuestra industria del vino. ¿Será así? Porque si hay algo que no va a asustar a un nacido y criado en Bordeaux es el mal clima, desde ya.

La cata
Por fin llegó el momento de la cata vertical de los Cheval des Andes 2010, 2011 y 2012. Momento de seriedad, cuadernos de anotaciones y comentarios varios. Al mismo tiempo sirvió para la presentación del nuevo enólogo de la bodega, Lorenzo Pasquini. Lorenzo es un romano de 27 años que hizo sus primeras armas en una bodega familiar al sur de la Toscana. Se formó en la Universitá di Pisa y de allí partió a perfeccionarse a Bordeaux donde recibe su diploma de enólogo luego de haber realizado una tesis sobre vinos biodinámicos. Luego vino el hacer el merodeo típico por diversas bodegas, que hace que los jóvenes enólogos se enriquezcan con la experiencia de los más añejos en la materia, especialmente en la región de Napa Valley donde se especializan en vinos bordeleses. Por fin, ahora es responsable técnico de los vinos de Cheval des Andes, y actúa de nexo entre la bodega mendocina y la francesa.

La cata se realizó bajo la mirada atenta, también, del querido Hervé Birnie-Scott, ese francés que en el 2009 decidió volver a la Mendoza de sus amores, y hoy tiene a su cargo el manejo de las tres bodegas de Möet Hennessy en Argentina: Chandon Argentina, Terrazas de los Andes y Cheval des Andes. Mirarlo de reojo cuando se está catando es como copiarse en la escuela, pero tiene la ventaja de que si el asiente, uno se tira a la pileta de elogiar, porque seguro que hay agua. Hervé es amigo de todo el mundo en Mendoza y del mundo de los periodistas especializados.

También olfateaba copas Pierre-Olivier Clouet, un normando devenido en bordolés, que desde el 2008 fue nombrado Director Técnico de Château Cheval Blanc. Una conjunción típica para exclamar: ¡cartón lleno!

Vamos a los vinos: sin duda la coincidencia fue casi unánime en torno a que el 2012 muestra más claramente el camino hacia donde se está dirigiendo este vino ícono. No es fácil hacer el corte de cepas con tanto carácter como son la Malbec, Cabernet Sauvignon y Petit Verdot. Pero allí estaban mostrándose para el juicio de los expertos. Alguien dijo: “En nariz se muestra complejo y elegante. Revela notas a tabaco y pimienta blanca seguidas de aromas a frutas amarillas maduras como damascos, duraznos, higo negro y mermelada de membrillo”. Cuando me tocó hablar dije: “Me gusta mucho”, como me enseñó Ricardo Santos que dijera cuando se me agotaban los descriptores. Otros ya habían hablado de petróleo, regaliz, cuero sudado, así que me refugié en una opinión honesta y sencillita.

Comida pantagruélica
Como premio a haber hecho los deberes en la cata, aparecieron unas botellas de champagne Krug Grand Cuvée, que se sirvieron con generosidad mientras consumíamos las municiones de mano que había preparado el responsable de la comida, el idóneo cocinero mendocino Pablo del Río. La mesa estaba servida debajo de una carpa enorme, montada en medio de la cancha de polo que hay en el lugar. Una escena típica colonial inglesa de fines del siglo XIX. El comienzo fue un conejo confitado con humita, y ahí nomás se vino la primera copa servida con Le Petit Cheval. El principal fue un chivo asado al horno con papas laminadas (una presentación muy agradable a la vista y de un sabor insuperable), e hizo su aparición el Cheval des Andes 2012 tan elogiado. El plateu de fromages se acompañó con un Château Cheval Blanc que despertó la algarabía de la mesa. Vinieron los postres y fuera del menú apareció en la mesa un Château d’Yquem en todo su esplendor, impresionante, emocionante como cada vez que lo he tomado. Vino el café y pensamos que el alcohol había llegado a su fin. Error, aparecieron una copas que se llenaron rápidamente de un cognac Hennessy X.O. Decir que también hubieron habanos, me parece redundante.

Suelo llamar a estas puestas como World class, y realmente esta lo fue. Y así se lo comenté a un Fernando Gouiran que mostraba los rastros de cansancio propios de a quien le dijeron: “Qué bien hacés tu tarea en la Argentina. Bueno, ahora hacé lo mismo en toda América Latina”. Cansado y todo, Fernando sabe que en el mundo de los negocios el cartero no llama dos veces. Esas cosas solo pasan en las novelas.

Conclusión
La meteorología en Mendoza no se está portando del todo bien, pero escuchando a estos señores que se mueven en el mundo global constantemente, me hizo pensar que el clima de los negocios se va ir poniendo muy interesante, al compás de la mejora constante en nuestros vinos. Me pareció escuchar eso de labios de Pierre Lurton.Ojalá sea cierto.

(*) Nota de Alejandro Maglione para ConexiónBrando
amaglione@lanacion.com.ar / @MaglioneSibaris

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