Carmelo Patti y toda una vida junto al vino

Carmelo Patti es un productor que suma muchísimo a la industria del vino argentino y tenés que conocerlo. Por eso, el Diario de Río Negro lo entrevistó en su bodega de Luján De Cuyo, en Mendoza.

Nacido en Italia, se asentó en Argentina desde muy pequeño y hoy es uno de los pequeños productores más interesantes del país. Los turistas entran y salen y Carmelo los atiende, mientras suena el teléfono fijo, pide disculpas y saluda a la persona que esta del otro lado. Cuelga y sigue la charla desde el mismísimo punto donde la dejó un mar de anécdotas y una historia bellísima:

– ¿Cuándo nació el proyecto y de qué forma?

– La idea es de 1986. Yo venía maquinando en mi cabeza de hacer algo diferente. Mi primer vino fue en 1989 hecho en Bodega Viña de Pérez Cuesta, un cabernet 89. Compré uvas a un contratista de la zona; había vendido mi Renault 12, no tenía ni cinco centavos y no quería seguir trabajando así. Me había dado mucha pena que la bodega se venda para hacer un shopping y así tirar todas las cosas lindas que habíamos hecho. Fue tanta la honestidad que le puse a los 15 años de trabajo en esa bodega que seis meses después de la venta me llamó el dueño y me pregunto si todavía estaba a pata, le dije que sí, que no tenía problema por andar en colectivo para todos lados y me ofreció que elija un auto cero kilometro. -¿Le parece?- dije. Y así fue como me regaló un Peugeot 504. Seguí haciendo cosecha en bodega Lagarde, en Robino. Una vez un periodista alemán organizó en la peatonal una feria con 16 bodegas, lleve un cabernet 1994 hecho en Lagarde. El periodista hizo una cata y una devolución de cada vino a cada productor. Me felicito y me fui. Un par de días más tarde me hace llamar desde el hotel donde estaba alojado y me pide que quiere probar las otras cosechas mías para ver la continuidad. Lo pasé a buscar y lo lleve a Robino, me daba vergüenza tener que mostrarle mis vinos en una bodega que no era mía, aunque ellos fueron muy respetuosos siempre.

– ¿Cuantos litros elaboran anualmente?

– Mas o menos entre 50 y 55 mil botellas al año.

– ¿De qué regiones son las uvas de sus vinos y que características tienen?

– Las uvas son de Pedriel, terreno franco arenoso terroso, no son los calcáreos de las cenizas, yo saco todo de ahí, como alternativa al malbec y al cabernet sauvignon sumé petit verdot y cabernet franc. Los viñedos de ahí son de 1991.El franc está plantado hace siete años. No creo en el potencial de los viñedos viejos. Una vez que terminó el crecimiento ya está. La mayoría de Valle De Uco no son viñedos antiguos.

– ¿Cuál es el varietal estandarte de su bodega?

– Todo el mundo a mi me tiene por el cabernet, pero vaya sorpresa el malbec.

– ¿Qué opina de la impronta actual de los pequeños productores?

– Hoy lo estoy notando, se nota en muchas cosas. Felicito a los enólogos, todos tenemos oportunidades. Simplemente como experiencia usted respete al consumidor en su nicho. Acá pasó que los primeros vinos los hicieron bien pero no lograron continuidad porque después vieron el negocio, levantaron el tubo, compraron diez mil litros los fraccionaron y eso es lo que le pasó a mucha gente. Hago el vino, lo tengo que sacar, lo defiendo. Hay un proyecto de trabajo, si eso se respeta, creo que es un nicho increíble.

– ¿Cuáles son las falencias de la coyuntura a la hora de producir vinos?

– Los costos operativos son muy altos, muchos impuestos. El que no tiene una mínima rentabilidad de algún producto, hoy le fue muy mal porque no alcanza a sacarlo. También hay que cuidar. Hay que encontrar un equilibrio entre vino y calidad, que la gente lo pague por la calidad, eso a uno le permite estar trabajando en movimiento.

– ¿Hacia dónde va la vitivinicultura en general?

– No va a estar fácil en el mundo. Al principio los vinos, el aroma, que esto, que aquello. Los consumidores no encuentran ni la vainilla, ni el chocolate. Ninguno. “¿Será vino esto?” se preguntan. Los periodistas muchas veces confunden. Hágame caso, tome el vino que le guste. En buena hora se viene mejorando. Menos alcohólicos. Se está yendo a un producto más bebible, con menos madera, bueno, a disfrutarlo. Hagan vinos bebibles y todo será más fácil. La gente no guarda demasiado el vino. Los vinos de guarda en Argentina y en el mundo no se guardan. Son crianzas. ¿Quién tiene la culpa? Le están dando algo que no está terminado a alguien que no sabe guardar. Cuando ese consumidor aprenda se va a corregir un poco el camino. Creo que debemos guardarlos quienes lo hacemos y luego sacarlo al mercado.

– ¿Lo qué el mercado pide o defender la idea desde un principio?

– Uno tiene que hacer un perfil de vinos, yo no corro al mercado, si corro al mercado tengo que hacer otro tipo de negocios, otro tipo elaboración como por ejemplo hacer un vino joven de vender. Cuando usted tiene una forma, un pensamiento tiene que seguirlo, hay que defender la idea. Hay que mantener los ideales. Tremendo error si yo cambiara eso.

– ¿Qué siente que le está aportando a la producción de vinos desde su lugar?

– Mucho. Mi granito de arena creo que ayuda y ayudó junto a muchos otros tantos vinos a demostrar que Argentina tiene grandes productos.

– ¿Puede describir en líneas generales los vinos de su producción?

– Bueno, creo que logré equilibrar, buena uva, buena elaboración, buen control permanente. Maloláctica que es importante para estos vinos y se hace natural aquí. Bajo contenido sulfuroso y el paso por madera. He decidido un porcentaje para que no tenga tanta madera y no me tape la fruta. Lo guardé dos años en botella el Malbec y 5 años el cabernet, lo cual es arriesgado porque es todo un capital quieto con la primeras botellas. Uno cuando evalúa se va dando cuenta que el producto es diferente. El perfil que uno le busca es que el vino sea sabroso a la hora de tomarlo. La explicación la da el mismo consumidor que se deje tomar, así de sencillo es el vino nuestro.

 

Fuente: www.rionegro.com.ar

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