Por Soy la Somme (*)
Hace unos días, di con una nota en la cual se hablaba de la caída del consumo de vino tinto en Francia. Razones, varias: cambio climático, “feminización” del vino blanco (discutible) y hasta la nueva gastronomía mundial con sus platos tal vez más ligeros y variados han virado el paladar de los europeos hacia las cepas blancas.
Razones, insisto, son varias. Claro está que para altas temperaturas este estilo de vino asegura un aperitivo fresco y ligero, que el paladar femenino ha crecido y se ha especializado rotundamente -si bien no significa per se que solamente consumen vino blanco- y que por supuesto, la gastronomía continúa mutando al igual que los maridajes.
Al leer esa noticia la curiosidad fue más allá y ahora me gustaría saber ¿y en Argentina?
¿Cómo nos atraviesan a nosotros esas varias razones que les nombraba? Cualquiera sea la respuesta, buenos vinos blancos hay a mansalva, así que no os asusteis que sin beber no creo nos quedemos.
El cambio climático nos afecta a todos
Lamentablemente, las altas temperaturas llegan cada vez más rápido y se prolongan más en el tiempo. Paliar ese calor cuando se quiere disfrutar de una copa de vino solamente significa una cosa y es alejarse de tintos pesados, con mucho tanino y paso por madera.
Los vinos blancos ofrecen una amplia gama de estilos y gastronómicamente ya tienen su renombre y estilo.
Son frescos, de entrada a veces algo dulzona, ideales como aperitivo y hasta si querés meterle un hielo -nadie te va a juzgar-.
Nuevos paladares, el mismo amor
Por otro lado, aparece el nuevo consumidor -más joven, más curioso, más abierto a probar nuevas formas de vinificación, etc- que está en boga y no duda en abrazar los varietales blancos, clásicos o poco tradicionales.
En cuanto al tópico “feminización” del vino blanco, sigo en duda y no logro efectivizar ese término en cuestiones de consumo pero, sin entrar en resignificaciones, puede ser que el público femenino se haya elevado cuantiosamente a la hora del descorche.
De todos modos, esta nota no busca ser meramente crítica ni de análisis, sino que en base a lo anterior, podamos abrazar la idea de darle su espacio, impronta y valor a los vinos blancos argentinos que tantas, pero tantas alegrías nos han dado.
He aquí mis humildes recomendaciones para todos los gustos.
Soy la Somme y sus blancos favoritos, no importa cuando leas esto y con el plus de sus descriptores más característicos –plot twist: no son los que esperás- PARTE 1
- Torrontés San Pedro de Yacochuya: El Martín Fierro de los Torrontés
- Torrontés Laborum: Laborum es lo que vas a necesitar para seguir comprándolo pues te vas a enamorar.
- La Oveja Torrontés Natural – Santa Julia: Te hace correr por las praderas de los sentidos.
- Albariño – Costa y Pampa: El Brad Pitt de los albariños.
- Semillón – Zaha: Fachero, facherito.
- Mártir Chardonnay – Lorenzo de Agrelo: Te hace creer en Dios.
- Pascual Toso – Chardonnay: Reinona como pocas.
- Bira Wines – Malvasía: Sensual como italiano arriba de una Vespa.
- Lágrima Canela Corte Semillón/ Chardonnay – Bressia: Delicado. Te saca una sonrisa enamorada.
- Mara Semillón – Ernesto Catena: Manos históricas haciendo un vino para la historia.
De más está decirles que corran a su vinoteca amiga y se armen de una buena cantidad de vinos blancos pues en la variedad está el gusto y, además, porque en cualquier momento se va todo de mambo y hay que stockearse para de alguna manera, sobrevivir lo más exitosamente posible. Si hay vino, habrá esperanza.
(*) Valentina Livolsi, sommelier