La celiaquía, una forma de vida

Por Sara Chiabrando*

Con la celiaquía lo que importa son hábitos. Mi cuerpo me responde bien cuando hago la dieta sin gluten, o sea que es una comunicación con mi organismo, con sentirme bien, y es necesario “escuchar al cuerpo”.

Tenemos análisis, logo sin Tacc, certificaciones, pero no estamos totalmente exentos de ingerir gluten por error, descuidos, en viajes, etcétera. Cuando esto ocurre también debemos saber que podemos reponernos ajustando aún más nuestra dieta con una comida liviana (comiendo verdura, una carne magra) para no exponer a nuestro sistema digestivo a una carga muy fuerte como digerir conservas o alimentos fritos, por ejemplo.

Mis viajes estaban limitados por el hecho de irme lejos y no saber si encontraría cosas que podría comer. Y no podía dejar mi suerte al destino, no se trataba de entrar a cualquier lugar y aceptar un plato de comida ¡algo que parecería tan simple! Y para ir al campo, por ejemplo, muchos no entienden porqué llevo tantas cosas… Claro, el que no es celíaco puede arreglarse con cualquier almacén o panadería, pero nosotros no ¡y no queremos pasar hambre!

Nos cuesta un poco más ser improvisados ya que cuando salimos siempre debemos pensar en que habrá para comer, si llevar algo o si avisar en el lugar al que vamos. Si no lo hacemos puede pasar que veamos cómo los otros disfrutan, ya que la comida es motivo para compartir vivencias, anécdotas, sabores. Todo esto pasa alrededor de una mesa, que además de alimentarnos nos une en comunidad, nos sociabiliza y nos relaja después de una caminata, de un largo viaje, de una jornada laboral.

Ser diferente

Sin entrar en temas de psicología, sólo quisiera mencionar que un celíaco puede sentirse discriminado a veces y también puede «sentirse menos» al ver que está imposibilitado de acceder a lo que otros acceden con normalidad. Puede sentir que lo de ser celíaco es defectuoso, complicado, caro y hasta a veces también pasa que se sienta estafado por comprar algo carísimo y que no se pueda comer por su textura o sabor.

Hace 25 o 30 años era todo muy diferente, la gente no tenía idea de lo que era ser celíaco y opinaba y juzgaba en cualquier sentido. Muchas veces tuve en frente personas que me querían probar mis galletas de arroz para luego verlas con cara de asco diciéndome «¡no tienen gusto a nada! yo me muero si tengo que comer esto»; otras veces me decían «pero si sos re flaca ¡por qué te cuidas tanto!». Debía buscar formas de adaptación en los grupos, donde no me sintiera ni expuesta ni juzgada por lo que comía.

Años atrás no había tantos productos ¡y algunos eran muy feos en verdad! La gente desconfiaba que pudiera ser tan estricta la dieta, que pudiera ser tan grave si no la cumplía, y por error juzgaban como exagerado el tratamiento. Esto sigue pasando en los entornos familiares de celíacos: parientes que se niegan a aceptar la enfermedad o condición celíaca.

Hoy veo familias mas organizadas, que tratan en lo posible de proveer en todo momento la comida sin tacc a su hijo o hija. Si va a una pizzería con tus amigos, por ejemplo, que se lleve una pizza hecha en casa o alguna variante, pero jamás dejar de comer o pasar hambre porque eso, además de pasar un mal momento, te hace sentir diferente y dejás de disfrutar.

Yo me revelé en la adolescencia y al tener pocos síntomas visibles (por que hay etapas en que puede cambiar la sintomatología) transgredía la dieta: comía afuera de mi casa cosas con tacc, no decía que era celíaca. En el fondo deseaba haberme curado, pero pronto tuve que ir al médico y tuve la confirmación de que seguía siendo celíaca.

Por años lo minimicé y no exigía que los demás se acordasen de mí a la hora de comer. Me las arreglaba sola hasta que me sorprendieron muchas personas que comenzaron a tenerme en cuenta y a inventar recetas. ¡Fue fantástico!

Soy de la época en que sólo los niños eran celíacos… Hoy se sabe mucho más, se diagnostica a personas de 30, 40 o 50 años, ya no es una patología que se da sólo en los niños.

 

(*) Socia Gerente de ¿Yo qué como?
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¿Yo qué Como?, la propuesta cordobesa de productos artesanales libres de gluten

¿Yo qué como? es un emprendimiento que surge en respuesta a la escasez de opciones relacionadas a productos libres de gluten en Argentina, que se suma una tendencia mundial de alimentación sana, casera, rica y saludable que excede los consumidores celíacos para tomar como mercado a toda la comunidad en general.

Su propuesta se basa en una variada línea de productos libres de gluten, elaborados artesanalmente, ricos, nutritivos, sin agregados de conservantes, colorantes o aditivos y de costo accesible, especialmente diseñados para que el consumidor pueda disfrutar una mejor calidad de vida a través de una mejor nutrición.

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