Una noche de sabores intensos

El pasado jueves 18 participamos en el segundo encuentro del año de los Wine Tour del Hotel Sheraton, por la gentil invitación de Nicolás Costantini (Director de Alimentos & Bebidas). En esta oportunidad la bodega convocante fue Escorihuela Gascón; que junto a su gerente comercial Ezequiel Centanin Yung, presentó nuevas añadas de sus productos más emblemáticos.  

Compartimos mesa con el mismo Nicolás (del hotel), Roberto Battaglino (La Voz del Interior), además de algunos vinotequeros y sommeliers locales; así que la conversación fue animada -y monotemática por supuesto- durante toda la noche.  

La recepción comenzó puntualmente a las 21,30 hs, con aperitivos salados en forma de “selección de hors d`oeuvres”; un clásico del hotel donde la cocina brilla con sus cuidadas preparaciones en miniatura (espectaculares los blinis con mouse de trucha y las mini tostas con tomate y huevo de codorniz frito). Para acompañar estos bocadillos se sirvió el Familia Gascón Extra Brut ($65); un espumoso liviano y seductor, con frescas sensaciones frutales (ananá, pera, cítricos) y paso de boca realmente amable. Este vino burbujeante -elaborado por el método charmat con uvas chardonnay y chenin- acompañó respetuosamente, permitiendo lucir a pleno las preparaciones del chef.

Al sentarnos, nos esperaba un platito de panes caseros al que no pudimos resistirnos (a pesar de que el protocolo diga que este no debe comerse hasta empezar con la cena). En palabras del genial Oscar Wilde, “la mejor forma de evitar la tentación es caer en ella”.

Ya en la mesa, el primer tiempo fue un “filete de pacú marinado, sobre riso con queso y tomates cherrys confitados”. Un plato exquisito, con la textura firme y grasa  del pescado -en un excelente punto de cocción-, sobre un cremoso risotto. Fue servido con el Escorihuela Gascón Sangiovese 2009 ($87); un tinto agradable y de cuerpo medio, con nariz de frutas rojas acidas y buen balance en boca, sin excesos de madera. Creo que la combinación fue muy interesante, pues el vino soportó con hidalguía las intensas sensaciones grasas del plato sin opacarlo ¡Delicioso!

La cena continuó con unos “panzottis de cordero y menta, servidos con crema de espárragos”. Un plato original, creativo y de sabores delicados; con masa casera en la pasta y una  salsa realmente muy suave. El vino que acompañó fue Don Miguel Gascón Malbec 2010 ($81). Un tinto de exportación -pero que también se consigue en el país- de notable factura; con nítidos aromas frutales y balsámicos, sumados a una boca fluida, de taninos dulces y persistencia media-larga. En esta ocasión me dio la impresión que el vino fue un poco más, “tapando” los sutiles sabores del plato ofrecido.   

El tercer tiempo fue un “ojo de bife a la pimienta con vegetales a la chapa y papines aplastados”. Una preparación de estilo tradicional y sabor contundente, con nuestra excelente carne vacuna como protagonista. El plato fue presentado junto al Pequeñas Producciones Cabernet Sauvignon 2008 ($170). Este vino es seguramente uno de los mejores de la línea, con su personalidad seductora y gran tipicidad varietal. En nariz se adivina sin inconvenientes el cepaje, con profundos aromas de frutas negras, especias y suaves notas de la crianza en barricas. En la boca tiene un paso ágil, pletórico de sensaciones, con taninos presentes pero dóciles y una larguísima persistencia. Aquí el maridaje funcionó de maravillas, pues los sabores intensos del plato hicieron notable contrapunto con la expresión poderosa del vino. ¡Exquisito!

Finalmente, el postre fue una tentadora “philadelfia cake con mandarinas y crocante de chocolate, con salsa de extra brut reducida”. Un plato goloso pero balanceado gracias a las frescas sensaciones cítricas, de gran atractivo visual. Fue servido junto al Escorihuela Gascón Extra Brut ($102); un espumoso champenoise de color dorado pálido, nariz fresca de frutas blancas -y toques de levadura-, sabor seco, acidez tirante y burbujas pequeñas. Este vino efervescente refrescó mucho nuestra boca después de las voluptuosidades de la cena y fue la excusa perfecta para el brindis final.

El evento terminó como siempre con buen café y petit fours de chocolate, un ratito de distendida sobremesa y los tradicionales sorteos. Pasada la una y media de la mañana dejamos el hotel, con el placer de haber disfrutado de otro gran evento del vino.

¡Hasta el próximo Wine Tour, nos veremos el 16 de mayo!   

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