Todo lo que tenés que saber sobre el Malbec

Por Joaquín Hidalgo

La historia del Malbec argentino tiene una fecha fundante: el 17 de abril de 1853 se firmó el decreto por el que se estableció la Primera Quinta Agronómica de Mendoza, en el marco de los colegios normales. Esta escuela tenía como objetivo la formación de técnicos agrarios. El problema era que no había quién enseñara, ni plantas sobre las que trabajar. Así es que se contrató a un francés, llamado Miguel Amado Pouget, quien llegó desde Chile a lomo de burro cargando unos esquejes de vides francesas. Entre ellas venía el Malbec. Por eso, cada mes de abril desde 2011, el 17 se celebra el Día Mundial del Malbec o Malbec World Day.

Tiempos medievales

Con otro nombre, el Malbec llegó a ser legendario en el medioevo. Entonces se lo cultivaba en el sudoeste de Francia, en Cahors, ciudad que se considera su cuna. Pero hacia el 1225, Enrique III, rey de Inglaterra, consolidó el prestigio del Malbec cuando prohibió a sus súbditos de Burdeos –entonces Aquitania en la actual Francia y Gran Bretaña eran un mismo dominio– cobrar un impuesto sobre los vinos que descendían de Cahors rumbo al puerto de Thames.

Dicen los historiadores –como Beezly o Unwin– que el vino era lo suficientemente bueno. Un siglo después, Eduardo III comenzó a llamarlo ‘vino negro de Cahors’ por su color oscuro y violáceo. Con ese nombre llegaría a ser famoso 400 años más tarde, cuando en tiempos de Pedro El Grande (1672-1725) el zar curó una úlcera con Malbec. A su hija Catalina se le debe que Crimea, en Ucrania, sea una península de Malbec.

Desaparece de Burdeos

Los libros de historia aseguran que el Malbec era una de las cepas más plantadas en Burdeos hacia mediados del siglo XIX. De hecho, de ahí partió Pouget al exilio, como perseguido político del régimen de Napoléon III, con las cepas que le darían un lugar en esta historia. Pero los viticultores de la zona fueron dejándolo de lado a favor del Cabernet Sauvignon, al que un clima más cálido permitía cultivarlo en la zona.

La filoxera, esa plaga que azotó el viñedo europeo a fines del siglo XIX, hizo gran parte en el trabajo de eliminación, aunque fue la terrible helada de 1956 la que puso punto final al Malbec en la región. Por suerte ya estaba a resguardo en un rincón del mundo llamado Mendoza, con genética pre filoxérica. Por esa razón se la conocía como uva francesa.

Historia del Malbec argentino: la uva francesa con nombre propio

Los viticultores cuyanos se percataron rápido de sus bondades: daba buen color oscuro, perfume frutal y boca de taninos pulidos. Además, era una planta relativamente fácil de cultivar. Así, llegó a cubrir unas 60 mil hectáreas a mediados del siglo XX solo en Mendoza. En las primeras investigaciones ampelográficas del país –es decir, las clasificaciones de las variedades siguiendo el patrón de las hojas–hacia la década de 1940, se la rotuló como Malbeck, siguiendo el nombre de unos productores húngaros de Burdeos cuyas plantas, se creía, eran las que dieron origen a este linaje. En 1974 se hizo la primera exportación del varietal: Norton Malbeck. La K se caería en la década de 1990.

El argentino que triunfa en el mundo

Con todo, en los años 90 y sacudidas por las crisis de volumen en el negocio del vino, quedaban unas diez mil hectáreas de Malbec en Mendoza. Con ellas y de la mano de una interpretación estilística moderna, con más cuerpo y el mismo color negro que le dio fama, los enólogos extranjeros que asesoraban a las bodegas con ganas de exportar le pusieron el ojo: Jack y Francois Lurton, Atilio Pagli, Alberto Antonini, Michel Rolland y Paul Hobbs fueron algunos nombres claves en esta historia. El estilo de exportación fue el que sentó las bases de un nuevo Malbec de éxito que, dicho sea de paso, rápidamente prendió sobre las vides viejas y las bodegas locales.

44.400 y más

A la fecha, tal como dice la historia del Malbec argentino, es la uva más plantada –supera las 44.400 hectáreas–, mientras que es el más bebido en el país con 121 millones de litros al año, unas 150 millones de botellas o tres por habitante en 2020. También alcanza casi la mitad de las exportaciones de vinos, convirtiéndose en un hit que dinamiza toda la economía del vino argentino. ¿La razón?

Para todo público

El Malbec es un tinto de paladar universal, que gusta a reyes y plebeyos. Fragante y frutado, ofrece una boca con buen volumen y taninos suaves y mullidos. Eso, en el centro de sus estilos posibles. Porque a la fecha y de la mano de la exploración de regiones de altura y climas más fríos, el Malbec expresa bien los matices de cada lugar, al adelgazar su cuerpo u ofrecer flores o especias en aromas. En eso, el Malbec parece no tener límites.

Multitarget

Parece imposible, pero con la mención varietal de Malbec hay vinos que parten desde $200 y otros que trepan hasta los $25.000 y más. En semejante amplitud de oferta se adivina la enorme plasticidad de la variedad para dar estilos y sabores de vino.

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