¡Piedra libre para El Bolsón!

Por Alejandro Maglione (*)

Después de mucho tiempo

Merodeador contumaz de la Patagonia, desde Tierra del Fuego hasta el lago Aluminé en Neuquén, hacía mucho tiempo que no volvía a El Bolsón y la región de la que forma parte. Es más, recordaba que esa última, fue para visitar a un italiano de apellido Masero, que hacía estupendos quesos de cabra en su finca “Belvedere” ubicada en una de las laderas que bordean el pueblo, y que llevaban la marca “Ganduia”.

Ir a El Bolsón era una pesadilla por el mal estado que tenía la ruta. Especialmente, había una prueba a la resistencia de los autos y sus conductores, en un tramo conocido como el “Cañadón de la Mosca”. Gracias a la pavimentación, hoy los 128 km. que separan a Bariloche de esta localidad ubicada al sur, se recorren casi sin darse cuenta.

Pero hubo un aunar de esfuerzos para que un grupo de periodistas fuéramos a ver qué andaba pasando en este paraíso perdido. Se juntaron LAN para el transporte; los hermanos Melchor y Camilo Mazzini, quienes con Lucy Adler regentean la empresa de helados Jauja; la empresa de turismo Grado 42, con su comandante al frente, Jorge Szwarcnabel una suerte de titán incansable, que actuó como ángel de la guarda durante nuestra estadía. Digamos que este fue el núcleo duro, de un grupo mucho mayor, donde cada uno fue aportando su granito de arena para que los viajeros nos enamoráramos de la Comarca y sus propuestas que van más allá del paisaje cordillerano.

Lo que quiero resaltar es que se trató de un esfuerzo totalmente privado, sin esperar el apoyo económico de ningún ente estatal. Fue un típico “querer es poder”, que se impusieron los bolsonenses que fueron de la partida, y la gira fue un éxito rotundo desde todo punto de vista. Por lo pronto, creo que volví con dos kg. de más, y al resto de los periodistas les pasó algo parecido. Personalmente fui acusado hasta de tener un “apetito adolescente”. ¡Qué insolencia!

El pueblo
Los lugareños sospechan que son 30.000 habitantes. El censo del 2010 indica que a ese momento eran unos 19.000 patagónicos. Pero siempre se suman los restantes pueblos de la Comarca y así con Lago Puelo, el Maitén, El Hoyo, Epuyén, Cushamen, El Manso, El Joyel, Leleque, Mallín Ahogado y Los Repollos. Sumando todo es fácil imaginar que terminan juntando unos 35.000 comarquenses.

En los años ’70 fue el paraíso de los hippies, que era gente que le escapaba al trabajo, les gustaba vivir en contacto con la naturaleza pero algo alejados de la higiene, teniendo en cuenta que en la intemperie no hay duchas y esas cosas. Hoy, aquellos hippies son en algunos casos prósperos empresarios. Una hija de auténticos hippies me contó: “Mis viejos me mandaron a la escuela al llegar a la edad adecuada. Esto significó que un día una compañerita me invitara a su casa y esa experiencia me marcó para siempre. En esa casa vi por primera vez una televisión, y lo que recuerdo vívidamente es el placer que me produjo comer mi primer bife con puré“. Lo contó con tal frescura, que no pudimos evitar morirnos de risa todos juntos en el grupo que la escuchábamos.

De aquel espíritu quedó una tendencia al desorden edilicio. Por ese “cada uno hace lo que quiere”, se construye sin preocupación por darle al pueblo una impronta arquitectónica como puede suceder en San Martín de los Andes. Quizás me equivoque pero imagino que algo está cambiando a futuro a este respecto. Lo que sigue privando es una preocupación por la ecología del lugar, y se practica por doquier la alimentación sana. Que es un excelente punto de partida. Igualmente, sobrevuela una natural tendencia a la hospitalidad. Los lugareños son espontáneamente amables. Otra ventaja para constituirse en un destino turístico atractivo.

Lo demás es admirar la omnipresencia del adorado cerro Piltriquitrón, que los lugareños se ponen cancheros y le dicen “El Piltri”. Adoran saberse rodeados de los ríos Azul y Quemquemtreu, que lo abrazan con valles feraces, donde amén de variedad de frutos rojos, se cosecha trigo, lúpulo y centeno.

Jauja
Es el lugar por donde comenzamos nuestra ingesta interminable. El gran secreto es que cuenta con un bar y restaurante -abierto desde 1982- a un costado de la fábrica de helados de los Mazzini. Siempre está lleno, y el asunto de la calidad de los heladosno es broma, son espectaculares. Esta familia provee a cantidad de hoteles de Bariloche, comenzando por el propio Llao-Llao. Luego se expandieron a Buenos Aires, donde deleitan al que lo desee en la esquina de Cerviño y Lafinur. Lucy, la matriarca, cuenta orgullosa que hasta terminaron abriendo un local en Melbourne. Sí, como leyó: Australia. ¿Se imagina, llegando a Australia y encontrarse con helado argentino? Sobre gustos tienen una variedad notable. A mí me encantaron el sabayón y el que llaman “chocolate profundo”, hecho con chocolate amargo. Como el crecimiento de la empresa luce imparable, ya está en marcha una fábrica de 1400 m2.

Luz de Luna
Quizás la mejor experiencia gastronómica. El chef Iván Montero, que conduce los fuegos del lugar nos preparó unas paletitas de cordero a la cerveza que eran espectaculares. Confieso evitar la carne de noche, pero en esta ocasión, siendo que había una paleta cada dos comensales, aproveché la distracción de Rodolfo Reich y me comí una entera solo. Rodo tuvo que picotear de bandejas ajenas, aprovechando otras distracciones.

Lumina
Es un lugar donde se refugian todo tipo de terapias alternativas. Su directora es una mujer encantadora: Aluminé Honik. Cada uno probó una de las alternativas que ofrece el lugar y todos salieron encantados. Aluminé, hija de hippies, es de las que entendió las virtudes de un capitalismo saludable. No obstante, ese lugar, como su propia casa, lucen césped en sus techos, porque ella opina que es un aislante ideal tanto para el frío como el calor. Personalmente no me imagino cortando el pasto en el techo de mi casa, pero así es la cosa. Como sea, todavía sigo vibrando, como un personaje del dibujo de la Pantera Rosa, por un “baño de gong” colectivo que nos hicieron.

La Trochita
Inevitable estar cerca de El Maitén y no regalarse un paseo corto en este tren como de juguete con su trocha de 75 cm. El experto que nos hizo recorrer los talleres donde reparan vagones y máquinas -que haría las delicias de Gustavo Choren-, nos explicó que el origen de esa trocha angosta fue simplemente falta de dinero, ni más ni menos. En esos talleres hoy hacen 30 personas lo que alguna vez hicieron 300, pero gracias a ellos salen alguna de las dos máquinas todos los días. Dejamos un sueño plantado, incorporar un par de vagones comedor, y organizar viajes gastronómicos de un par de horas. Hoy tiene una cocina chiquitita, que también habría que ampliar. En fin, sin demasiado esfuerzo, se puede hacer un gran aporte al turismo gastronómico.

La Alazana
La Patagonia siempre ha sido un lugar donde en el paraje más recóndito uno encuentra cosas para sorprenderse. En la chacra donde su esposa hace terapia equina, Néstor Serenelli resolvió en el 2011 que con el agua del lugar, la estupenda malta de cebada que se consigue, y las levaduras cerveceras adecuadas, podría intentar hacer un whisky Single Malt que diera que hablar. Y hoy podemos decir que en el Paraje Las Golondrinas, en la región del Lago Puelo, ya se encuentra en producción un estupendo whisky nacional, único en su tipo en América Latina, al menos por lo que sabemos. Vale la pena probarlo, aún a sabiendas de que las botellas son pocas todavía, de hecho la primera partida estuvo a la venta en noviembre del 2014. Pero si se quiere enterar de más cosas, entre a la página: www.laalazana.com y allí está todo.

Conclusión
Nuevamente le anunció “continuará”, porque resumir 4 días de jornadas de 12 a 14 horas en una nota es poco menos que imposible. No quiero cerrar la nota sin agradecer también al esfuerzo de Juan José Mansilla y Lucas de la Vega, por colaborar a que tuviéramos una visita grata, variada y muy informada. Ponga a El Bolsón en sus planes del próximo viaje a Bariloche. No se arrepentirá. Quedará satisfecho, agotado y pipón.

(*) Nota de Alejandro Maglione para ConexiónBrando
amaglione@lanacion.com.ar / @MaglioneSibaris

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