Notas Vínicas: Una noche distinta, con vinos distintos… en la Córdoba de siempre

Por Valentina Livolsi (*)

Un 11 de julio de 1914, entre las paredes del que fue el Teatro Novedades, Gardel deleitaba a sus seguidores con su voz y carisma. Este lugar histórico en pleno centro cordobés no solo recibió a ese gran ícono criollo del tango, sino que, con el paso del tiempo, la historia y las necesidades de un nuevo público, logró mutar y reconvertirse. 

El Teatro vio suceder cada hito histórico, quietito desde su lugar en la Rosario de Santa Fe… Desde Yrigoyen, la Fábrica Militar de Aviones, la construcción del Pabellón Argentina, desde Canal 12 y Canal 10 hasta El Cordobazo, los oscuros años 70, pasando por Malvinas, los CPC, la Manzana Jesuítica declarada Patrimonio universal por la Unesco. Y así tantos más que se me vuelan los caracteres.

Luego de muchos años con sus puertas cerradas, el  antiguo Novedades resurgió de sus cenizas convertido en lo que hasta el día de hoy conocemos como Studio Theater un 10 de mayo de 2008, casi 100 años después. 

En manos del empresario Sebastián Srur, el legendario teatro se vio con butacas, palcos y escenario restaurados, transformado en una disco para la noche cordobesa.

La idea por aquel entonces, era que también funcionara como centro de convenciones y lugar para eventos musicales y culturales. 

Hoy día, todo hermoseado para que podamos vivirlo, nos invita a disfrutar, entre otros, de un ciclo muy interesante que incluye vinos, un atrayente menú y la posibilidad de que, poquito a poquito, nos acerquemos a la nueva -vieja- normalidad.

Qué buen amigo es el vino

El vino definitivamente ya es parte de la cultura por donde quiera que se lo mire, ¿y qué mejor que celebrar el Día del Amigo chocando copas en un teatro precioso? El evento se llevó a cabo el miércoles 21 de julio, a partir de las 20hs. 

Allá fui. Llegamos, rápido nos ubicaron en uno de los palcos (amé), la atención siempre súper copada, lindo ambiente, a la gente se la veía feliz. 

El host de la noche fue el sommelier Roberto Colmenarejo, como lo viene siendo desde hace vaaarios capítulos de estos eventos. 

Robert es cordobés, es un reconocido sommelier a nivel internacional y docente universitario en la Escuela Provincial de Turismo y Hotelería “Montes Pacheco” y en el Instituto Azafrán de Gastronomía. Fue mi profe, y siempre está ahí para sacarme dudas o guiarme un poco más cuando mis sentidos se confunden. 

Es nuestro Zorzal si de vinos se trata (guiño, guiño).

Y arrancamos nomás con la bebesión. Ah 

La idea del capítulo pensado para el día del Amigo, fue la de presentar seis  “varietales poco habituales” que, tal vez, no son tan conocidas comercialmente o que su consumo no es tanto en el común de las mesas. 

Cada una de estas bodegas logró con su vino jugar un poco más con los sentidos, para que cada paladar descubra algo memorable y diferente en estos “vinos raros”

No esperemos más. 

Estos son: 

Serbal Viognier (Bodega Atamisque): Este blanquito fue elaborado con uvas provenientes de San José, en Tupungato. De color amarillo dorado, nos regala aromas a flores blancas, jazmín, frutas blancas de hueso. En boca, mucha fruta, acidez súper equilibrada. Ligero, fresco, ideal para las bruschettas de hongos que se eligieron para maridar.

 Me encantó. 

Tinto Negro Sangiovese (Bodega Tinto Negro): Este tinto es un homenaje a los inmigrantes italianos que tanta cultura del vino nos heredaron. Vino elaborado con uva Sangiovese, “reina” de La Toscana; oriundo de San Martín, Mendoza.

En vista, color rojo cereza, oscuro e intenso. En nariz encontramos aromas a frutos rojos silvestres, mix de pimientas y sutil terrosidad. En su paso por boca es ágil y fácil de beber, encontramos frutas como higos, ciruelas y vainilla. Tiene seis meses de paso en barrica de roble francés. 

Acompañó una variada tabla de quesos, pan casero y mayonesa de albahaca

Serbal Petit Verdot (Bodega Atamisque): Igualmente proveniente de San José, Tupungato, este vino tinto atrae desde su color bordó intenso con destellos casi negros, como así también por lo que nos regala en nariz: esta cepa se caracteriza por tener notas “verdes” en este caso como hierba húmeda y jarilla, amalgamado con fruta fresca y jugosa.

En boca, sus taninos salvajes se presentan amables haciéndolo bebible y prolijo, sin dejar de ser un poco salvaje. 

Se eligió una tortilla de papas con mermelada de tomates que fusionó correctamente.

Chañarmuyo Tannat (Bodega Chañarmuyo): Directo del Valle de Chañarmuyo en La Rioja,  llegó a nuestra copa este vino con 12 meses de paso por barrica, exquisito. 

De color rojo rubí intenso, en nariz es una explosión de aromas a frutos rojos, bayas maduras como cassis y moras. Especiado, ají molido, pimienta. Su paso por madera aporta ahumados y vainilla. Ideal para las empanadas que acompañaron. 

Estelar Espumoso Dulce Natural (Bodega Domiciano): A base de uva Moscatuel -nacida de una cruza genética creada por el INTA, de la familia de las rosadas-. Fue descubierta hace 60 años a partir del cruzamiento entre las variedades Moscatel Rosado, Cardinal y Sultanina. 

De color amarillo con ciertos tonos verdosos, limpio y brillante. En nariz es complejo, y les contaré la razón: además de encontrar notas cítricas como cáscara de naranja y limón, me topé con el famoso descriptor “pis de gato”. Este aroma es característico ( y también deseado si se realiza una buena vendimia) de la Sauvignon Blanc y se obtiene de la grosella negra (si se frota la piel con los dedos, encontraremos ese olor), como así también en la ruda y la valeriana, plantas del mundo vegetal. A la moscatuel se la compara con la Sauvignon Blanc por su estructura y su carga aromática. Son primas “segundas” en nariz. Ah.

Mistela de Torrontés (Bodega Domiciano): Para coronar la noche y disfrutar de una explosión de dulzura, acompañó a la tarta de lima y leche condensada un Mistela a base de uvas Moscatel y Torrontés. Para elaborar el Mistela, se agrega alcohol vínico al jugo de uva (sin fermentar) y se lo deja reposar. En este caso, hasta llegar hasta los 15,1 grados vol. alcohol para finalmente añejarlo durante cuatro años en barricas de roble francés. 

Su color ámbar es atrapante y lo acompañan destellos dorados brillantes y limpios. ¿En nariz? Ufff, de todo: frutos secos, membrillo, naranja en compota y miel. Sutiles notas a vainilla y coco que regaló su paso por madera. En boca, es equilibrado en acidez y dulzor, fácil de beber. Sedoso, untuoso. Intenso. De lo menos “habitual” que probé. 

Este tipo de noches diferentes, que cortan el ritmo de la semana y le meten un poco de sazón a los rituales de la rutina, nunca están de más. 

Studio Theater logró la comunión ideal entre la estética, el vino y la Historia. 

Quédense atentos a las próximas fechas.

No falla. 

¡Salud!

(*) Sommelier

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