Hay domingos en los que elijo quedarme en casa bien cómoda de jogging, mis medias de mapaches y chanclas. Hay domingos en los que elijo el dolce far niente y aún más si la semana estuvo movidita.
De todos modos, quedarme en casa no quita las ganas de seguir probando nuevos vinos, zonas y estilos, por lo que esta vez tampoco fue la excepción y pude darle a este día todo el sabor que a veces necesita.
Que sé yo, el vino en comunión nos une y me encanta, pero a veces el vino en la comodidad del sillón y mientras no puedo despegar mi atención de la serie “Jane de Virgin” (recomiendo febrilmente: excelente guión, narración y ni hablar de las actuaciones) es algo mucho más fuerte que socializar… ah.
Justamente unos días antes –y como si adivinaran– , el equipo de Grandes Vinos Argentinos (les refresco rápido su historia: comenzaron representando bodegas boutique de manera particular allá por el 2009, convirtiéndose hoy día en una broker de vinos premium súper confiable; y quienes humildemente, se enorgullecen del portfolio siempre a la vanguardia que acercan a sus clientes en Córdoba y todo el país) me envió un par de cajas con diferentes etiquetas para que pruebe, entre ellas, el vino que finalmente elegí para la nota de esta semana y para descorchar ese domingo de introspección.
Me atrajo profundamente la zona de la que es oriundo, así que nos adentremos un poco más en él.
La bodega y su historia
Si bien la bodega fue construida en 1920 por Italo Calise (por aquel entonces también se producían aceite de oliva, destilados y hasta ácido tartárico –un compuesto acidulante y conservante–), pero no fue sino hasta el año 2001 que en manos de Aurelio Montes, quien fundara la bodega Montes en Chile y se enamorara de estos paisajes cordilleranos en sus viajes de reconocimiento y trabajo.
Su nombre “Kaikén” hace referencia al Caiquén, un ganso salvaje y patagónico que siempre atraviesa volando la Cordillera, entre Chile y Argentina. En este vuelo, se borran las fronteras y se ponen en juego grandes desafíos, y esa filosofía se adoptó en la bodega.
Este equipo liderado por el ingeniero agrónomo Gustavo Hormann desde 2016 y el enólogo Juan Pablo Solís, insiste en la sustentabilidad dentro y fuera de la bodega, en la preocupación por el medioambiente y por un manejo consciente durante todo el proceso de elaboración de sus vinos.
Cuentan con viñedos en zonas vitivinícolas de gran renombre y prestigio en Argentina; tales como Agrelo y Vistalba (Luján de Cuyo), San Carlos, Tunuyán y Tupungato (Valle de Uco), Valle de Cafayate (Salta) y el Valle de Canota, un valle precordillerano ubicado a 35 km de la provincia de Mendoza, destacando en profundidad cada terroir y buscando siempre la mejor calidad en los vinos que ofrecen.
Justamente de la última zona que les contaba nace el vino elegido: un Kaikén Aventura Malbec 2019 del Valle de Canota. Si bien esta línea comprende también Los Chacayes Norte y Sur, estos dos quedan para una próxima nota.
El vino, el valle y sus características
Este valle precordillerano ubicado a 35 km al noroeste de la ciudad de Mendoza, atrapa con su clima desértico y cálido, de escasas precipitaciones. Los suelos aquí cuentan con la presencia de arena gruesa y limo como también con rocas de diversas edades y composiciones, aportando características únicas y propias. Imperdible. Desconocía esta zona y en un minuto me volví fan. No dudo que nos seguirá regalando cosas maravillosas.
Las uvas de este vino se cosecharon manualmente a fines de febrero de 2019, procurando mantener así la calidad y el rendimiento de los racimos. Su maceración, fermentación e incluso su maduración (12 meses) se realizaron en piletas de concreto, hasta pasar a estiba en botella durante seis meses antes de salir al mercado.
Notas de cata
Un Malbec franco, jugoso y sin máscaras. En vista, de color rojo intenso con destellos violáceos. En nariz, mucha expresión de frutas rojas tales como cerezas, frutillas y guindas en su madurez ideal.
De taninos suaves, prolijos y armónicos en boca, su entrada deja una sensación dulce en el paladar.
Lo acompañé con una pizza vegana de vegetales asados y queso de almendras.
Me resultó una combinación exquisita y sencilla a la vez, tal como los outfits de cada domingo en casa.
Que decirles. Me encantó este vino. Creo que ya lo dije hace un tiempo, soy pro tanques y huevos de cemento así que vuelvo a recomendar y también volveré a abrir varios más.
No duden en probarlo, no se van a arrepentir.
¡Salud!