Por Valentina Livolsi (*)
Después de meses sin vernos, aprovechamos la habilitación, tomamos las medidas necesarias y nos juntamos. Flori, mi amiga de siempre y compañera de tantas –y que tantas– llegó a casa un mediodía de septiembre y así sin dar muchas vueltas descorchamos un vinito que hizo las veces de bálsamo y abrazo.
Casualmente esta nota fue escrita en octubre, mes de la Sensibilización por el Cáncer de Mama, enfermedad que Neru, la mamá de Flori superó en medio de esta pandemia, razón por la que el encuentro era necesario y el chin chin, inevitable. Yo creo que festejar una amistad que gambetea al tiempo y le hace frente a las vueltas del destino, merece un lindo vino. Siempre. Entonces, a por ello.
La recomendación fue pensada por Facu Vullo, dueño de la distribuidora Catar (Isabel la Católica 685) de quienes ya hablé en notas anteriores. Les refresco la memoria: desde 1999 esta empresa familiar con alto nivel de profesionalismo y buena onda, tienen un portfolio inmenso y para todos los gustos de bebidas y además, se encargan de que llegue a todos los cordobeses. Hoy les voy a hablar de un tinto joven, fresco y súper amable que fue un bálsamo para las dos un sábado increíble de septiembre.
Mala María Malbec 2019
El Mala María Malbec 2019 ($510), nacido de las manos y la pasión de María Celeste Alvaro, generó un acercamiento de la mujer al vino, desde el propio punto de vista de las mujeres que lo producen. Me encanta. Lo envuelve una colorida etiqueta que recuerda a los cómics, también en manos de una artista plástica. Este vino me resultaba familiar, y me di cuenta de que Flor y su mamá me recuerdan a la pintura de la imagen. No puedo menos que dedicarles esta nota a esta tribu de féminas que de tal o cual manera dejan algo en los demás.
Oriundo de Agrelo, en Luján de Cuyo, este tinto le hace honor a nuestra cepa emblema.
MOMENTOOOOO NERDDDDDD: Originaria de la zona de Cahors, en el sudoeste de Francia, esta cepa es la “hijita” del cruzamiento entre las familias Magdeleine Noir de Charantes (uva de mesa) y Prunelard N (antigua uva de la zona de Galliac).
Que malbec signifique “mal pico” (debido a la aspereza en boca de este vino en esa región) resulta una ironía –cuasi locura– en Argentina, ya que desde el momento en que Sarmiento pidió que sea plantada en nuestro suelo por el ingeniero agrónomo francés Michel Aimé Pouget, esta cepa se adaptó con velocidad y particularidad a los terruños de Mendoza dando resultados que superaban a los de Francia. El resto es historia.
MOMENTOOOOO SENSORIAAAAAAL: Bueno, me calmo. Pero sí. Esta parte es genial, y viene bárbaro para contarles sobre el Mala María Malbec del que trata la columna.
Como dije un poco más arriba, este tinto le hace honor a la cepa emblema de nuestro país por todos lados. De un color rubí intenso y brillante, pincelado con fuertes tonos violetas, en nariz se presentó equilibrado, con notas a frutillas, moka y vainilla. Su paso por barrica de roble le da ese volumen y personalidad que conjugan perfectamente con su acidez adecuada, lo que le aporta la frescura necesaria a los taninos aterciopelados y dulces característicos del malbec.
Es un vino ideal. Un Malbec con todas las letras. Un “bon bec” –si se me permite otro momento nerd y un juego de palabras–, un malbec que recomiendo para:
Tomar cuando:
-Inviten a su amigx a almorzar.
-Suene el disco “Care Package” de Drake.
-Lean La mancha en la pared, de la obra “Lunes o Martes” de Virginia Woolf.
-Encuentren una tarde soleada y con viento fresco.
No tomar cuando:
-No puedan ver a su amigx. Es un vino para compartir.
-Haga mucho frío.
Maridaje:
-Pastas. Con salsa roja, mucho mejor.
-Carnes a la cacerola bien condimentadas.
-Servir a unos 18ºc
-Quesos de buen cuerpo y larga persistencia.
Consejo: No dejes de hacerte el autoexamen mamario en casa. Para más info entrá en: https://www.cba.gov.ar/cordoba-rosa-2020/
(*) Sommelier
