Notas Vínicas: Un vino para brindar por las puertas que se abren

Por Valentina Livolsi (*)

Recuerdo no hace tanto –o sí– haber escrito un par de notas en la cuales expresaba la sensación al abrir y cerrar etapas, celebrar esas pequeñas e importantes victorias en la forma que permitiese el momento histórico que nos atraviesa. Y se pudo. Y siempre me acompañó el vino. Y el momento histórico sigue, y por suerte puedo continuar descubriendo y aprendiendo en cada una de ellas. Ahora le tocó el turno a la sommelier que me habita de poder abrir una etapa, dar lo mejor de mí y absorber todos los conocimientos que pueda.

Siempre hablan de recetas para el éxito, pero… ¿qué es ser exitoso realmente? Para mí, el éxito se mide en sensaciones. Me explico: me siento exitosa cuando hago un budín y se cocina parejito. Me siento exitosa cuando descubro todo lo que ofrece un vino y una nota de cata sale correctamente. Siento mucho éxito al ver a mi perrita mover la cola cuando entramos a casa y nos mira con sus ojitos brillantes. Pequeñas e importantes victorias, insisto. ¿Cuál es su idea del éxito?


Este momento en mi vida es un paso más hacia sentir eso en el día a día y siendo parte de un equipo de talentos que admiro y no dudo serán guías maravillosos. Como siempre digo, para festejar y celebrar no puede faltar un vinito.

El Malbec de Cafayate.

Cafayate y un valle de mucho sol

Llegó a mis manos en el momento exacto este vino nacido en Cafayate, en los Valles Calchaquíes.

Esta ciudad colonial conocida como “La Tierra del Sol” remonta su historia a 1826, cuando la viuda del alcalde de Salta (Josefa Frías de Aramburu) donó parte de sus tierras privadas para que el pueblo pudiese ser fundado.
La raíz del nombre Cafayate tiene su origen –hay diferentes teorías, esta es la más repetida a través del tiempo– en el idioma kakán (o diaguita) en el cual decir cafa-yaco significaba “cajón de agua” ya que en este valle desembocaban los ríos de la zona.

Este singular territorio se caracteriza por tener un agradable clima subtropical serrano y seco, lo que logra que existan viñedos a grandes alturas. ¿La razón? A más altura el clima se vuelve más seco, generando gran amplitud térmica, permitiendo que las uvas maduren de forma mucho más uniforme y concentrando aromas de manera acorde a lo que nos ofrecen estas tierras de paisajes mágicos y cerros multicolores.

La bodega y el vino

Decir Etchart es decir historia. Es remontarse a los sinuosos y soleados caminos de nuestro norte. La historia vitivinícola de estas tierras surge en 1850, con el visionario Flavio Niño y Plazaola implantando las primeras variedades de vides blancas. Este señor, descendiente de las primeras familias instaladas en la zona, fue el puntapié para que podamos disfrutar de los vinos que hoy nos brindan las bodegas del Valle.

Dadas las vueltas de la vida y los árboles genealógicos, en 1938 Arnaldo Etchart adquirió esta bodega que pertenecía a la familia de su esposa, Carmen Rosa. Así comienza el proyecto que los llevó a ser una de las más prestigiosas y centenarias bodegas de estas locaciones: en Cafayate y sus característicos vinos de altura, que van entre los 1700 y 3000 metros sobre el nivel del mar.

Con el paso del tiempo y la tecnología, los vinos de estos terruños fueron perfeccionándose, sin perder la esencia y carácter que los representa en el mundo. Sus suelos arenosos, su amplitud térmica, la geografía de montañas que vela y protege el trabajo responsable en el viñedo dan como resultado estos vinos que atraen a todos los sentidos.

El momento de la cata.

Cafayate Malbec Reserve 2018

Desde el año 2009 esta línea ofrece vinos premium y armónicos de viñedos plantados a más de 1.750 msnm; que reflejan a la perfección este terroir y la filosofía de la bodega que privilegia el equilibrio y el aporte ofrecido por su crianza en barricas de roble.

Este vino es elaborado con uvas de sus mejores y más antiguos viñedos de bajo rendimiento (los viñedos de bajo rendimiento son puramente una decisión del viticultor, para ello se tienen en cuenta muchos factores del terruño como las condiciones climáticas, características de la uva, la poda, el riego, etc., que dan como resultado, el mejor equilibrio posible). A raíz de esto, el resultado será mejor madurez, color, azúcares, Ph, polifenoles y otros elementos que, en suma, serán un exitoso vino que expresan lo mejor del valle.

Este 100% Malbec es en vista limpio, brillante y de color rojo muy intenso con destellos más bien púrpuras. Nos regala aromas a ciruelas, uvas pasas, especias y con el paso de los minutos me sorprendió un sutil y complejo bouquet similar al de flores de popurrí, algo de anís estrellado (típico de esta zona). Notas a vainilla y tostados me visitaron en el retrogusto, las cuales fueron aportadas por su paso de seis meses en barricas de roble francés, para luego continuar redondeando sus características en otros seis meses de botella.

De cuerpo robusto, equilibrado en boca, sus taninos son dulzones y en su madurez justa. Como les contaba, su final es marcado y tostado, largo medio y preciso.

Un Malbec ideal para brindar por las alegrías, el miedo a lo nuevo, un vino para despedirse de la zona de confort y viajar en el tiempo, a los cerros y el cielo bien azul; para pensar en el futuro y soñar con todo lo bueno que puede venir con él.
Al trabajo, salud.

(*) Sommelier

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