Notas Vínicas: Tres vinos que hacen valer la espera

Cada mes y como cualquier criatura espera su regalo toda la noche de Reyes en vela, así espero yo La Caja de Circuito. Si bien no dejo un par de zapatillas o un puñado de pasto en el patio, la sensación es bastante similar -mientras tanto, hago espacio en la heladera- y me encanta.

Espero como Penélope espera a Ulises, me imagino a La Caja de aventura en aventura, huyendo del cautivante canto de las sirenas, enfrentándose a los cíclopes, mientras tejo y destejo cada día y cada noche un camino de mesa de antojos y al crochet. Ah.

Todo los meses algo nuevo, algo conocido pero renovado, algo dulce, algo salado, algo diferente. Es que Córdoba es un abanico de posibilidades gastronómicas y gran parte de eso puede encontrarse en La Caja.

Ideal para todos los gustos, podés encontrar algo para desayunar, algo para picar y porque no, algo para la angustia oral.
Asimismo y por si fuera poco, La Caja también trae alguna bebida diferente para acompañar -o disfrutar sola, claro- el resto de los productos.

Esta vez fue turno de los vinos Fuzion de bodega Santa Julia, y ya llegaremos a eso.

El equipo de Córdoba Drinks, además de sumarse a esta edición, me preparó lo que para cualquier sommelier creo yo, es una “Cajita Feliz” (en referencia a la famosa creación de una aún más famosa cadena de comida rápida) con el resto de varietales y blends de esa línea, para probar y seguir descubriendo. Unos capos. Es por ello que elegí tres de ellos para catar y contarles un poquito más de todo lo que los rodea.

La Bodega: El amor por las vides a través de tres generaciones

El nombre Santa Julia resuena en casi todas las mesas, vinotecas y góndolas. Detrás de ese gran reconocimiento, hay una larga historia, y las historias están para contarse.

Resulta que, entre 1950 y 1965, el ingeniero Alberto Zuccardi -de bodega Zuccardi– no solo fue pionero en investigar y llevar a cabo nuevos sistemas de irrigación en Mendoza, sino que, también implantó un viñedo en la zona de Maipú para poder demostrar la viabilidad de un sistema de riego creado por él.

Apuntaban a lograr vinos de alta calidad, y entre todo esto nace Julia en 1982, nieta de Alberto e hija de José Zuccardi; segunda generación de la familia en su proceso de expansión. En su nombre, nace esta reconocida bodega y a partir de 1990 comienzan las exportaciones de la marca y representa a la Argentina en todo el mundo.

Para continuar sumando logros, aparece en escena Rubén Ruffo como enólogo, quien ya lleva más de 30 vendimias en estas tierras.

Con el paso del tiempo, se decide plantar diferentes varietales poco convencionales para el momento en nuestro país -contando actualmente con más de 35 cepas que se adaptaron perfectamente a la zona de cultivo-, se inaugura una nueva bodega pequeña y experimental para microvinificaciones, siendo así una época de grandes cambios y crecimiento no solo de producción sino de la de las nuevas generaciones de la familia.

En 2001, la bodega se convierte en la primera en abrir un centro de visitas con un restaurante propio. Hoy, el proyecto es dirigido por la mismísima Julia Zuccardi.

En 2003, comienza el desafío de lanzar espumosos al mercado. Un éxito que acompaña el resto de las líneas de vinos y, para 2004 obtiene su primer certificado de vinos orgánicos. Y este punto me resultó de lo más interesante.

Sustentabilidad: la carta distintiva de Santa Julia

La filosofía de trabajo en Santa Julia está marcada por la labor sustentable, representando el compromiso para alcanzar los niveles más altos de calidad mediante prácticas que contribuyen al cuidado del medioambiente y dan valor a la comunidad que habitan. Esto gracias a prácticas como la elaboración de fertilizantes naturales para sus suelos como la composta (10.000 toneladas al año) y el humus de lombriz adicional a la plantación de verdeo (cebada, centeno, vicio y sorgo) para la salubridad de sus tierras.

Esta filosofía, además de cuidar la tierra, apoya a las personas que la trabajan, llegando así a la parte más “bright side” de la historia y es que la bodega cuenta con un Centro Cultural brindando la oportunidad a trabajadores y no trabajadores de Santa Julia para disfrutar de salones de usos múltiples, del mismo modo cuentan con una biblioteca, salas de computación y un gimnasio; crearon un Jardín Maternal y un taller de costura para las esposas de los empleados y un programa destinado a apoyar a sus trabajadores en terminar sus estudios durante la jornada laboral. Una maravilla.

No por nada fue nombrada la primer bodega del país con certificación Fair Trade (se preguntarán de qué se trata, ya mismo les cuento para quienes no estén al tanto: es un sistema regido por Fair Trade International, y por ejemplo, algunas cuestiones que se tienen en cuenta para ser certificados son: condiciones laborales y salarios adecuados, no explotación laboral infantil, igualdad entre hombres y mujeres, respeto al medioambiente, entre otras) y dos de sus viñedos fueron nombrados Fair for Life. ¿No les resulta hermoso todo esto?

Fuzion: Una línea pensada para disfrutar entre amigos

Pensados principal y originalmente como vinos de exportación, creados por el winemaker Gustavo Martinez y provenientes de las mejores regiones productivas de Mendoza, los vinos Fuzion Alta simbolizan la fusión de tierras, culturas y climas que nos representan y que además le otorgan un perfil único, otra fusión entre viejo y nuevo mundo. Estos se traducen jóvenes, frutados y elegantes.

La línea Alta en sus inicios contaba con Alta Reserva Malbec, Alta Reserva Cabernet Sauvignon y un Alta Reserva Torrontés – Pinot Grigio.
Para desembarcar en terreno nacional, sumaron nuevos varietales y cortes ideales para momentos desestructurados.

Para esta columna, los elegidos para descorchar fueron:

FUZIÓN CHARDONNAY 2019: De color amarillo con destellos verdosos, en nariz presenta aromas a frutos tropicales tales como pera, banana y manzana verde. Al pasar los minutos, aparecen notas sutiles a miel y cáscaras de cítricos. De largo y suave final, con excelente equilibrio.

FUZIÓN BLEND 2020: Rojo violáceo, con notas a hierbas y fruta fresca, ciruelas, moras y arándanos. Elegante y de paladar prolijo. Cuerpo medio, taninos dulzones pero de buen paso por boca. Complejo, sofisticado en su final.

FUZIÓN SWEET 2020: Este blend de blancas encanta con su color amarillo dorado, de intensidad media. En nariz, marcadas notas a fruta blanca de hueso como duraznos y damascos, algo herbáceo y cítrico como limón y pomelo. Su acidez y azúcar están bien equilibradas. Su paso por boca es ágil y de entrada dulce.

Yo recomiendo que, para que no los agote la espera de recibir La Caja del mes próximo, vayan probando estos vinitos que se las traen y van bien en cualquier ocasión.
Después me cuentan.

¡Salud!

ÚLTIMAS NOTICIAS

Scroll al inicio