Música + Gastronomía= Los Chefferson

Por Alejandro Maglione (*)

Lo inesperado. Estar en medio de la celebración de “Madryn al Plato” y que de pronto aparezca a actuar un conjunto musical que se llama “Los Chefferson” no debería haberme llamado la atención, si no fuera que en ese conjunto de delirantes las letras de sus canciones están dedicadas a la comida.

Se ve que no fui el único sorprendido porque el organizador de Madrid Fusión, José Carlos Capel, los escuchó por Internet y le pidió una de sus canciones para usarla como la música oficial de su evento, lo cual aceptaron de inmediato. A renglón seguido, les otorgó el “Premio a la Innovación”.

Historia de dos premios. Cuando debían viajar a Madrid a recibir este premio sucedió que ninguno estaba en condiciones de viajar en ese momento, por lo que le pidieron a un comedido de los que nunca faltan, residente en la capital española, que lo hiciera por ellos. Meses después viajaba un Chefferson a España y lo llaman al comedido para avisarle que buscarían el premio. Se produjo un pesado silencio en la línea y una voz plañidera desde Madrid les informó: “Me mudé y no tenía lugar donde ponerlo.así que lo tiré a la basura”.

La historia tenía tal nivel de absurdo que creí haber llegado al techo de posibilidades ridículas, pero no, Lalo abundó: “Habíamos terminado un hermoso recital en Mar del Plata, que resultó ser sorprendentemente para 300 personas en la Villa Victoria Ocampo. Fue en beneficio de las escuelas municipales. Al terminar suben los organizadores y, con el protocolo correspondiente, nos entregan un premio que resultó ser una especie de bandeja de vidrio. En medio del agradecimiento se escucha el estruendo indisimulable del vidrio roto. Tuvimos que blanquear en el momento que el premio se nos había caído de la silla y terminado hecho añicos”.

Y esto no fue todo: “Cuando fuimos a entregar lo recaudado nos dieron el otro premio más fuertecito: nos regalaron un perchero hecho de madera y tenedores torcidos. Por suerte, irrompible”.

El conjunto. Es inevitable al escucharlos asociarlos con Les Luthiers, sólo que en el caso de los Chefferson los instrumentos que ejecutan no complementan las historias disparatadas vinculadas a la gastronomía.

Así se presentan: “Alexander Von Chefferson es Alejandro Dangelo, vive de su estudio de grabación. Por él han pasado casi todos los grupos de Mar del Plata. Olivier Chefferson es César Berrade, vive de hacer jingles para la radio y de ahí que es un compositor compulsivo. Napoleón Chefferson es Lalo Maciel, que en la vida real es secretario de un colegio que despunta el vicio haciendo programas de radio. Sir Edward Chefferson es Javier Moran, que hace service de electrodomésticos y no a domicilio. Richard Chefferson es Caito Roude, arquitecto, y Vasily Chefferson es Joaquín Viera que vive de reparar postnet para las tarjetas de crédito”.

La publicación. Existe una suerte de libro, de circulación restringida, en el que se cuenta la historia ficticia de cada uno, comenzando por el padre con una vida desopilante, en el que se dan las recetas de algunos de los platos a los que les cantan.

Así se describe al “padre” de esta familia tan particular: “Vladimir Chefferson fue el precursor de la cocina musical. Emparentando los tiempos de cocción con los ritmos musicales. El sonoro burbujear del agua, el repiquetear del aceite en la sartén, el ritmo impreso en el molinillo pimentero, la cadencia de la zanahoria al ser pasada por el rallador, las armoniosas copas de cristal o el apagado tintinear de la cuchara sobre una taza, fueron sus sutiles inspiraciones”. Al parecer el personaje “nació” en Viena en 1898 y habría “muerto” en el Paraguay en 1976.

Y así se presentan ellos mismos: “Alejandro Dangelo es Alexander Von Chefferson, el hermano mayor encargado de ir a buscar y juntar a los hermanos. La incorporación de Oliver Chefferson (César Berrade) es el punto de partida de la aventura que los llevará hasta Bélgica a buscar a Napoleon Chefferson (Lalo Maciel) a un manicomio. Los tres partirán a Escocia a buscar a Sir Eduard Chefferson (Javier Moran) y luego a Francia a buscar a Richard Chefferson (Caito Roude) y de allí a Rusia a buscar al más pequeño de los hermanos: Vasily Chefferson (Joaquín Viera)”.

Las recetas. Las recetas de algunos de los platos cantados tienen su historia en la que el protagonista es el padre desaparecido, Vladimir, que ira apareciendo en la actuación como una suerte de Johann Sebastian Mastropiero. Queda claro que al hablar del origen de los platos la broma continúa. Pero se supone que las recetas son reales, por lo que me desorientó cuando leí algunas que tienen errores que deberían enmendar de inmediato.

Por ejemplo, la del risotto. Su historia contada por ellos dice así: “En uno de sus tantos viajes a China a Vladimir le llamó poderosamente la atención que los aldeanos de Fi Johk hacían empastes de almidón o amidoplastes hidratando el arroz en agua caliente, formando un líquido viscoso, gel o pasta que se usaba para unir el papel a la madera. Ellos usaban este pegamento, para hacer cometas con papel y bambú. Vladimir, idealizando esta propiedad, pensó en un plato a base de arroz y lo llamó Ki Sotto (Amigo inseparable). Años más tarde Vladimir llevaría este exquisito plato al norte de Italia, donde se conocería como Risotto. El plato de la amistad duradera”.

Hasta ahí va todo bien, pero la receta, entre otros “detalles”, omite decir que el arroz se debe cocer en un buen caldo no en agua pura -si hay miseria que no se note. También la propuesta cheffersoniana agrega el vino -blanco tipo seco (sic)- sin el arroz en la olla, porque.¡no lo rehogan con la cebolla! Mi sugerencia al grupo es que desatiendan a la tradición oral paterna y pasen a la lectura pausada de la receta tradicional tomada de cualquier recetario tradicional.

Origen de la pascualina. “Cuenta la leyenda que Vladimir se tomó un día con su noche para pensarlo. Finalmente, la noche de la cena apareció con una variación de lo que entonces era conocido como gattafura que él llamó la “Torta Pascualina”. Un hojaldre elaborado con harina, agua y aceite de oliva (los últimos dos productos embestidos con una gran carga religiosa, empleados en el sacramento del bautismo). El delicado hojaldrado tenía treinta y tres capas: la edad de Cristo al ser crucificado y morir. Las mismas estaban sutilmente separadas por un pequeño espacio de aire entre ellas. El relleno de acelga y su gusto terroso representaba la humanidad. Ahora bien, se simboliza la muerte de Cristo, pero también su resurrección: Dentro del pastel había colocado huevos duros en gran cantidad significando el nacimiento, la vida, la resurrección”. Tal la leyenda sostenida por la tradición oral familiar.

Hasta ahí todo perfecto, pero a la hora de la receta los huevos no aparecen, que además, a estar a lo dicho en la “historia” del origen, ya deberían estar duros al momento de colocarlos, lo cual es literalmente un horror culinario (si por acaso usted pone los huevos ya duros, le sugiero hacer pequeños hoyos apretando la acelga con una cuchara y casque ahí los huevos crudos antes de poner la tapa y llevarla al horno. Me agradecerá el consejo).

Conclusión. Me encantó conocer a los Chefferson como conjunto y personalmente a cada uno con su historia de vida. A Lalo Maciel lo conozco de años atrás, cuando yo colaboraba con el programa de radio “El Disfrute”, que él hacía con Matías Merlo, producidos por Mariano Martín. Ese programa, que salía al aire por radio “Las Brisas” de Mar del Plata, terminó ganando un Martín Fierro.créase o no. No se puede dejar de reconocer la originalidad de la propuesta, sumado a la profesionalidad, ya que estos amigos se juntan a ensayar todos los martes y sábados, para que todo parezca espontáneo y caótico, como debe ser una puesta hecha por artistas en todo el sentido de la palabra.

 

(*) Nota de Alejandro Maglione para ConexiónBrando
[email protected] / @MaglioneSibaris

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