El vino para Pascuas

(*) Por Roberto Colmenarejo

En pocos días más, los cristianos celebrarán nuevamente la Pascua de Resurrección. Más allá de su profundo sentido religioso para los creyentes, esta festividad suele ser la excusa ideal para las reuniones familiares (pues mucha gente viaja aprovechando los feriados). En estas tertulias la comida suele ser muy abundante, con menúes que suelen centrarse en platos que probablemente no se vuelvan a probar durante todo el año como bagnacauda, fondue, humita y preparaciones en base a pescados o mariscos.   

Todas estas preparaciones de sabores intensos necesitan ser flanqueados con vinos de sabores definidos, para que ambos se realcen mutuamente en el maridaje. Si ya están pensando en el menú pascual, aquí van varias sugerencias para todos los platos y todos los presupuestos:

. Goyenechea Merlot Rosé 2011 ($22): Que lindo poder encontrar vinos buenos, bonitos y baratos en Argentina, como este rosado de Villa Atuel (sur de Mendoza). A la vista tiene un bello color cereza brillante, que incita a disfrutarlo. En la nariz tiene frescos aromas de frutas rojas (frutillas, moras) que se repiten en una boca apenas golosa, de cuerpo medio y buena persistencia. Por su buena acidez y tenue dulzor, creo que es el contrapunto ideal para una tarta tipo empanada gallega o unas empanaditas de vigilia (cebolla y queso, espinaca a la crema, etc.).

. Graffigna Centenario Reserva Pinot Grigio 2011 ($38): Cómo me gustan los blancos delicados y frescos, de esos que siempre dan ganas de tomarse otra copa. Este es un buen ejemplo de esos vinos, elaborado en San Juan con la uva pinot grigio (o gris). Al llevar este vino a la nariz aparecen perfumes florales -jazmín, azahar- matizados con algunos suaves trazos herbáceos. En la boca es todo armonía, repitiendo los aromas de nariz más algunas vibrantes notas alimonadas, en un todo sumamente refrescante. Hay que aprovechar estos primeros días del otoño -aún tibios y benignos- para disfrutar de este producto, maridando por ejemplo con una humita al plato o una paella de mariscos.

. Zorzal Sauvignon Blanc 2011 ($50): Un vino blanco novedoso y seductor, que llega desde el Valle de Uco (Mendoza). Un sauvignon blanc “de manual de enología”, con toda la tipicidad algo desvergonzada de la uva y una frescura natural increíble. En la nariz explota de aromas herbáceos (ruda, césped cortado), pomelo y frutas tropicales. En la boca es todo intensidad, con una marcada acidez y sabores cítricos de larga persistencia. Por experiencia propia, puedo decir que este vino va de maravillas con una bagnacauda; ya que su intenso sabor acompaña bien a las potentes anchoas, mientras que su buena acidez barrerá del paladar la sensación grasa de la crema.

. Dolium Tempranillo 2010 ($70): Un vino mendocino muy atractivo, que va más por el lado de la elegancia que por la potencia. Un tinto agradable de beber, bien frutado y con las notas de madera que acompañan sin querer tomar protagonismo. En la boca se lo siente joven y vibrante, con gran frescura y agilidad. Estoy convencido que sería un gran escolta para acompañar una fondue de queso; ya que por su buena acidez -y sus taninos presentes- limpiará la boca del queso caliente y permitirán disfrutar mucho más.

. Luigi Bosca Pinot Noir Reserva 2009 ($72): Sigo esta etiqueta desde hace ya algunos años, pues me fascina su delicadeza y estilo bien argentino; admiro también el uso que hacen de la madera, presente pero sin robarle protagonismo al vino. Es un tinto tenue y liviano (bien típico de un pinot); con elegantes aromas de frutas maduras, clavo de olor, hojas secas, especias y algunos suaves ahumados. En la boca es seco y ligero, con los taninos aterciopelados y un prolongado final de boca. ¡Toda armonía y placer! Si la elección de la comida recae en un plato en base a pescados de río, este vino puede ser un camarada fiel.    

. Santa Julia Tinto Dulce Orgánico S/A ($24): Por si creían que me había olvidado, aquí va el vino para acompañar el postre o los huevos de pascuas. Este vino es la última novedad de la bodega Zuccardi, que inaugura una nueva categoría. Es un tinto liviano y medianamente dulce. Tiene sutiles aromas de frutas en almíbar y mermeladas; con una boca apenas golosa y muy suave (sólo 9,5% alcohol), de balanceada acidez y taninos imperceptibles. Va genial con los postres cremosos y con el chocolate, aunque podría funcionar incluso como aperitivo para quienes gustan de los vinos blandos y abocados.

Si tienen ganas, después del fin de semana me cuentan que tomaron para las Pascuas. ¡Hasta la próxima copa!

(*)Sommelier y docente – [email protected]

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