Deseos enogastronómicos para el 2015

Por Alejandro Maglione (*)

Otro año más. ¿Otros deseos?

Esta es una pregunta que me vengo haciendo desde que comencé con la costumbre de hacer un pequeño racconto de deseos personales en el mundo donde he elegido moverme en esta etapa de mi vida. ¿Por qué me hago esa pregunta? Porque si bien hay una tendencia en la ola más reciente de la new age que sostiene que basta con desear algo intensamente para que suceda, me consta que mis deseos, en buena parte, siguen pendientes de año en año. Pero alguno nuevo ha de aparecer por ahí, y los otros los reiteraré. Veamos.

Bienvenidos los grupos de facebook

Es interesante ver la proliferación de grupos vinculados al mundo gourmet o enogastronómico, generados en nuestro país. Para mí son rincones donde encuentro con frecuencia información que suele resultarme sumamente valiosa. Lo que es una pena es que algunos utilizan estos espacios para mostrar un humor que nadie entiende. O contestan tonterías a una reflexión seria sobre un tema que es de interés de la mayoría. Cuando no, piensan que es un buen lugar para deslizar agresivamente una opinión política de cualquier tipo.

Como sea, que existan y que este mundo se agrande es algo plausible. Se descubren productos, lugares, nuevas propuestas, nuevos blogs o posts aparecidos en ellos. Se pueden leer opiniones contrapuestas, que disienten con buen nivel y respeto por el otro.

Entre estas apariciones, sin duda que mi favorito es el irreverente Antigourmet, un sitio especializado en bodegones, realizado por un grupo de seis amigos, de profesiones diversas, que se amigaron jugando al básquet. La posterior salida a comer, luego de los partidos, los encontró con un mundo que abrazaron con pasión. No faltó el desubicado que intentó detenerlos en el intento, alegando la ridiculez de que el tema le pertenecía.

Creáse o no. Con lo que no contaba el que intentó el monopolio, era con el tesón y determinación de estos jóvenes, que visitan distintos lugares, en los que no se dan a conocer y pagan rigurosamente, y luego los comentan en su página. Por suerte, no pudo con ellos, y ahora el que lo desee, sin necesidad de pagar, puede contar con una información realmente vasta sobre estos lugares típicamente porteños, muy confiable, además.

Suelo frecuentar asimismo, el Buena Morfa Social Club, donde algunas pasiones desatadas generaron algunos problemas entre los participantes. Allí hay un timón ferreo en las manos de Marcelo Crivelli, que pasa horas haciendo denodados esfuerzos por mantener a raya a los temperamentales, y no siempre bien informados, miembros del grupo. Esa tarea, a veces dura, hace que don Marcelo soporte campañas de desprestigio, que no han impedido que el grupo siga creciendo. Siempre me quedo con la pupila atenta a la aparición de Mario Sorsaburu, alguien que conoce el mapa gastronómico de Buenos Aires por metro cuadrado.

También me gusta The Food Circus, donde uno de los mejores cocineros amateur que conozco a la vez de gran gourmet, Leandro Caffarena, conduce un grupo algo más atildado y alejado, por lo general, de la pasión culinaria expuesta con agresividad. Digamos que la gente en The Food es más educadita. Incluso, personas que en otro grupo supieron ser temperamentales hasta el absurdo, aquí son prolijas, más aportantes de información que críticos.

Otros deseos

Sigue pendiente el deseo de que mejore el servicio de atención en Buenos Aires. Cada vez me convenzo más que el quid de la cuestión descansa sobre la decisión de los dueños de los restaurantes para lograrlo. No puede ser que unos digan «es imposible» y a una cuadra de distancia la realidad sea totalmente diferente. Ni siquiera avanza la remanida idea de que se junten un puñado de restaurantes, y hagan cursos de capacitación en conjunto. Declaman sus infortunios, pero avanzan poco por resolverlos.

Sigo deseando que proliferen ordenadamente las ferias callejeras en Buenos Aires. No por vía de excepción, sino por vía de reglamentación debida y honestamente controlada en su cumplimiento.

Vuelvo a esperanzarme con que se permitan los food-trucks por nuestras calles. Nadie explica el por qué de no autorizarlos. Se escuchan las razones de los interesados para que se les permita trabajar con ellos. Pero me resulta curioso el silencio de quienes deben tomar este tema y ya sea resolverlo autorizando con la debida reglamentación para el ejercicio de este comercio. O bien, una negativa pública y clara, explicándonos a los ciudadanos por qué es que se nos priva de una gastronomía de calidad y a precios razonables, como sucede hasta en ciudades como París, que demoraron mucho en hacerlo, pero finalmente le dieron luz verde a este comercio.

El 2014 ha sido un año en que el interior mostró una fuerza inusitada en su propuesta de este tipo de actividades. Poco a poco se va comprendiendo el valor que tiene el turismo gastronómico para generar recursos fuera de las temporadas específicas.

Destaco los esfuerzos de Maximiliano Moreno, un cocinero que armó una movida internacional en Belén, provincia de Catamarca. Lo que sigue haciendo la ciudad de Córdoba con su Semana Gastronómica y varias actividades donde siempre aparece involucrado el periodista Nicolás Marchetti. Lo que hacen en Rosario los de la Fundación Rosario Cocina Ideas, donde el también periodista Augusto Saracco, dedica sus mejores esfuerzos para poner y mantener en el mapa gastronómico a su ciudad.

También ha sido encomiable lo hecho en Necochea con su Destapando la Olla. Otro rincón bastante olvidado de nuestro país. El 2014 también mostró la decisión de los viñateros de San Rafael, Mendoza, para mostrar que la frontera vinícola mendocina no termina en la localidad de San Carlos. Allí aunaron esfuerzos más de 20 bodegas, impulsadas por el esfuerzo personal de Camilo Aldao y Federico Suter, para armar la Fiesta de la Flor de la Vid, donde también tuvo destacada labor la querida Dolores Lávaque.

Se desperezó San Carlos de Bariloche, y los miembros de la Asociación de Hoteles y Restaurantes, contrataron al eficiente Lucio Bellora, para que armara Bariloche a la Carta. Decir que detrás de esta iniciativa se encolumnaron más de 70 restaurantes, habla de una decisión colectiva por lograr el éxito que finalmente tuvo. La segunda edición está en marcha. Vamos a ponerle el hombro.

Ya sabemos que este año se repiten tanto Masticar, organizada por la muchachada de ACELGA, donde dejan parte de su vida amigos como Ernesto Lanusse y Julián Díaz, entre otros; y RAÍZ, que este año, a pesar de los vaivenes climáticos, volvió a reunir a más de 250.000 visitantes. Y los organizadores de ambas, ya actúan convencidos de que sus convocatorias son complementarias y no competitivas. Enhorabuena.

Ha habido decenas más de actividades a todo lo largo del país, y mi propuesta hacia los organizadores es que las comuniquen adecuadamente. Lo que no se da a conocer, directamente no existe más que para los que participaron. Fallan en la comunicación, y llegó la hora de que se den cuenta. Los grandes sponsors concurren a las actividades que cuenta con una comunicación mínima. ¿Es tan difícil de entender?

Que lleguen los buenos productos que se producen en el interior del país. Sigue siendo una cuenta pendiente. No nos llegan las buenas papas, los buenos tomates, todo lo bueno que encontramos cuando viajamos por nuestro interior. Hasta acabo de leer que un respetado productor de pizza defiende traer agua de cerca de Salerno para hacer su masa.Y alguien apoyó diciendo: «Es que es bueno amasar sin agua con gusto a cloro». Mi pregunta es: ¿nadie les dijo que la principal fuente de agua mineral de importante multinacional del rubro se encuentra en Moreno, provincia de Buenos Aires? Por decir algo. Muchachos, si quieren agua sin cloro, vengan que les cuento sobre docenas de lugares donde la pueden conseguir a metros de sus negocios y no a miles de kilómetros. Esto dicho a título de ejemplo. Traen tomates de Italia, pero no se comidieron en ir a ver cómo andan los de Mendoza, Salta u otros lugares.

Que no haya nadie con hambre en nuestro país. Termino con este reclamo habitual. Por favor, a quien corresponda, que se tomen los recaudos necesarios para que no haya hambre en la Argentina: una vergüenza inexplicable. En el mientras tanto llegan las soluciones definitivas, hay que apoyar iniciativas como las del Banco de Alimentos, donde Tomás Klepetar entrega buena parte de sus horas de sueño, junto a muchos otros; o la más reciente Plato Lleno, que apunta a reducir a la mínima expresión la cantidad de comida útil que se tira en nuestro país. Hay, aquí también, docenas de otros esfuerzos que merecen ser apoyados. Pero el principal deseo debe ser que todas estas energías se puedan dedicar a otros asuntos, por haber alcanzado una solución en el país que ocupa uno de los primeros lugares en el mundo como productor de alimentos.

Conclusión
Siento que vamos bien en buena parte de los temas enogastronómicos, pero que no nos debemos quedar dormidos. Falta mucho aún. Y lo que es mejor, sabemos hacia dónde tenemos que ir. Por eso, no se nos aplica aquello de: «Para el navegante sin rumbo, todos los vientos son malos». Como nosotros conocemos el rumbo, falta la decisión y la voluntad de avanzar más rápido en la dirección correcta. ¿Será el 2015 el punto de inflexión? Amén.

(*) Nota de Alejandro Maglione para ConexiónBrando
[email protected] / @MaglioneSibaris 

Escuchá «La isla de los Sibaritas», el mejor programa gourmet de la Argentina, conducido por Alejandro Maglione, haciendo clic en este enlace.

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