Brujas: Un año y medio tomando cerveza

(*) Por Matías Favre

Llegué en tren a Brujas (Bélgica) una tarde lluviosa y fría del mes de marzo, un poco cansado. Bastante. Luego de varias vueltas y de no aguantar más el frío -y la mochila- terminé de rebote en un hostel a dos cuadras de la plaza principal. El hostel se llamaba Charlie Rockets y hacía mucho había funcionado como cine; ahora era un punto de encuentro de habitantes de Brujas y mochileros. En el bar de Charlies Rockets, además de una barra con miles de cervezas, había mesas de billar, dardos y metegoles.

Esa noche decido no hacer nada, sólo salir a cenar. Al lado del hostel encuentro un restaurante del que no recuerdo el nombre. Un restó italiano con especialidad en pizzas y pastas; me quedo ahí. El mozo era venezolano así que tuve con quien charlar ya que el neerlandés-flamenco nunca fue mi fuerte.

Al día siguiente salgo a darle la vuelta a esta ciudad que parece de juguete por momentos, y, por otros, una película de Tim Burton. Me habían adelantado que, además de muy linda, era muy pequeña y que con un día bastaba para recorrerla. Me quedé cinco.

Las calles de Brujas son angostas, casi todas adoquinadas y las casas son todas o casi todas en ve invertidas, es decir triangulares o piramidales en sus puntas, y la mayoría como escalonadas. Si en las fotos ven algo diferente a lo que se imaginan no se preocupen, no es su mala imaginación sino mi descripción.

El poeta Charles Baudelaire decía que todo el mundo debería visitar Brujas al menos una vez en la vida; tenía razón. Aquí, en esta villa de corte medieval, cuyo mayor esplendor se logró en el siglo XIV, uno se tropieza con el arte en letras mayúsculas. Además de navegar por sus románticos canales también es posible pasear por el centro de la ciudad en un flamante carro tirado por grandes y elegantes caballos. No muy lejos de aquí se encuentra el “Halle”, más conocido como La Atalaya, que es un inmenso campanario del siglo XII con 47 campanas de bronce macizo que replican cada quince minutos. El edificio en cuestión cuenta con 83 metros de altura y es uno de los más imponentes de toda Bélgica. Desde la cima del mismo se pueden tomar fotos que hacen parecer a Brujas una maqueta de estudiante de arquitectura.

A un paso de este lugar está la Plaza de Burg, donde se encuentra el Ayuntamiento de Brujas, y junto a él la Basílica de la Santa Sangre, una pequeña capilla románica del siglo XIII que fue construida para albergar las reliquias traídas por los guerreros durante la segunda cruzada y la que, se cree, contiene la sangre de Cristo. Frente a esta plaza se asoma el famoso mercado de pescados que se continúa con la tradicional subasta de los productos del mar, donde es posible adquirir los afamados mejillones del Mar del Norte que tanto gustan a los belgas, sobre todo si van acompañados de papas fritas. Muy recomendable. Esto me da pie a comenzar a contarles de la gastronomía en Brujas.

Comida típica de Brujas.
Brujas ofrece una cocina basada en la fusión de influencias europeas: francesas, alemanas e italianas. Es algo único y que no debe perderse. Cuenta con una serie de productos que son mundialmente conocidos como la cerveza, el chocolate, la mostaza y el queso, entre otros. La cocina de esta región es esencialmente elaborada con productos del mar y de la tierra. En cuanto a las carnes, hay una variedad para poder elegir, carne de buey, paloma, conejo o cerdo.

Como parte de las opciones gastronómicas de Brujas, pude probar el Waterzoï, elaborado a base de pescado de mar y de río guisados con verduras y acompañado de pan con manteca; también el Presskopf, que es una especie de terrina de cabeza de cerdo; se sirve como entrada con pan y mostaza, y puede ser acompañado de ensalada de repollo. Otro plato muy tradicional en la cocina de Brujas es Carbonnades à la Flamande, carne de ternera estofada con cebolla, finas hierbas, mostaza y cerveza negra; se puede acompañar de alguna pasta o papas fritas y, por supuesto, cerveza.

Brujas cuenta con una tradición repostera inigualable, con merengues, chocolates y trufas con rellenos variados. Pero el postre estrella de esta ciudad de cuentos es el Gofre o Waffle, que podés encontrar prácticamente en cualquier parte de la ciudad. Este delicioso postre típico se sirve con cubierta de chocolate y frutas, bañados en helado. Creo que debo haber comido miles.

Párrafo aparte para The Chocolate Line-Domique, nombre propio dentro del chocolate a nivel mundial. Ganador de diferentes premios (entre ellos, mejor chocolate y mejor libro de chocolate del mundo). Innovador, cautivador y con la locura que tienen los genios. Destacables sus últimas creaciones de bombón de mojito, vinagre de Cabernet Sauvignon o lima, todos ellos con productos base de calidad, naturales y con tratamientos innovadores.

La oferta gastronómica de Brujas es desbordante y da una buena idea de la cantidad de turismo que acoge esta pequeña ciudad belga a lo largo del año. Si se prefiere un trato más individual y refinado y una cocina más elaborada se deben evitar, en lo posible, los llamativos restaurantes de la Plaza Mayor (Markt), porque su relación calidad-precio es menor que en los alrededores y las oleadas de turistas que los frecuentan pueden entorpecer el servicio y la agilidad y hasta la simpatía de los mozos. Hay que optar por descubrir entre sus simpáticas callecitas empedradas el lugar que más se acomode a nuestros gustos y bolsillo.

Restaurantes en Brujas
Bélgica se ha convertido en un destino esencial para los amantes de la gastronomía. Los gourmands que disfrutan de la buena mesa podrán encontrar en este país 121 establecimientos galardonados con Estrellas Michelin:

. Restaurantes con 3 Estrellas Michelín
– En Brujas, De Karmeliet
– En Brujas-Sint Michiels, Hertog Jan
. Restaurantes con 2 Estrella Michelín
– En Brujas-Sint-Kruis, De Jonkman
. Restaurantes con 1 Estrella Michelín
– En Brujas, Den Gouden Harynck/Sans Cravate

Algunos restaurantes para recomendar:
. Den Amand Bistro (Sint- Amandstraat 4): situado en una tranquila calle adyacente a la Plaza Mayor, lejos del bullicio y los turistas, el restaurante es un perfecto alto en el camino. Su carta se encuentra repleta de unas combinaciones sorprendentes.
. Poules Moules (Simon Stevinplein 9): es un restaurante pequeño y coqueto. Definitivamente, es el lugar de los amantes del mejillón, la gran especialidad de la casa.
. Opus Latino (Burg 15): es un lugar moderno y vanguardista que cuenta con platos de inspiración latina de excelente calidad.
. Rock Fort (Langestraat15): la cocina es de autor, y la decoración y los muebles son de diseño, con una clientela de intelectuales muy vanguardista que consiguen que el local constituya un punto de referencia en la vida social de Brujas.

Oro líquido
Bélgica es el país con las mejores cervezas del mundo, como Stella Artois, Chimay, Delirium Tremens, Duvel, Waterloo, entre otras. Aquí la cerveza es un culto, por eso cuando llegué tenía un claro propósito: probar tantas cervezas como pudiese durante mi estadía con la excusa, claro está, de hablar de ellas.

Si se quiere probar cada una de las cervezas que hay en Brujas hay que disponer de un año y medio aproximadamente, tomando una diferente cada día para llegar a convertirte en experto catador de la bebida por excelencia en este pequeño y pintoresco pueblo de Bélgica. Utilizar la copa adecuada no es sólo una tradición sino una obligación. De hecho, en los bares belgas con más de 400 tipos de cerveza es normal que haya también 400 tipos de copas distintas, una para cada variedad.

Una de las primeras cosas que hice en Brujas fue entrar en un bar y pedir una cerveza, al azar. Al rato me trajeron una carta que contenía seis páginas con cervezas afrutadas, negras, marrones, dulces, rojas, clásicas… Recién al salir noté el cartel de la entrada que avisaba “más de 400 tipos de cervezas diferentes”.

La que más me gustó: la Brugse Zot, orgullo de la tradicional cervecería De Halve Maan. Se trata de una cerveza muy sabrosa de alta fermentación hecha de malta y levadura.

Salud y hasta la próxima.

Ficha de viaje:
Ciudad: Brujas
País: Bélgica
Superficie: 138,40 km²
Población: 116 .885 habitantes
Gentilicio: Brujense
Moneda: Euro
Idioma: Neerlandés-Flamenco.
Religión: Catolicismo
Platos típicos: Waterzoï – Presskopf – Carbonnades à la Flamande

(*) Creativo publicitario
matiasfavre@hotmail.com – @matiasfavre
Instagram: amigodeldueño

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