Así es el restó que abrió Narda Lepes

Narda Lepes abrió su restó. Ubicado en el Bajo Belgrano, Narda Comedor (Sucre 664) es amplio, blanco, luminoso, con grandes ventanales que miran a la Plaza Parques Nacionales Argentinos, en el pequeño pero establecido polo gastronómico que tiene como eje el cruce de las calles Sucre y Castañeda.

El salón del flamante restaurante Narda Comedor emula un comedor industrial con cierto estilo vintage: paredes blancas, cocina a la vista, una barra que de día propone desayunos y de noche tragos, mobiliario y vajilla sencillos, y una gran bacha que desde la ingreso invita a lavarse las manos al entrar.

 

En cuanto a sus platos, estos ofrecen mucho más de lo que dice la carta. Detrás de sencillos enunciados como “Cebolla, crema de papa y jugo de carne” o “Akusay y huevo” o “Pulpo a la griega” se encuentran platos de mayor complejidad, incluso con ingredientes no mencionados, lo que hace conveniente no ser tímido y consultar qué esperar en cada caso. Un aspecto a destacar es que la cocina propone el cruce de distintos conceptos, como el énfasis en los productos de estación, la preponderancia de los vegetales o una cuidada búsqueda de alimentos de pequeños productores.

 

De hecho, la carta de platos se acompaña de una carta de productos -muchos de los cuales varían de semana a semana, en función de la estación y la disponibilidad de los mismos-, en los que se listan las materias primas que se mencionan al pasar en la carta principal. Especias y porotos de Cachi, cordero de Río Gallegos, manteca y dulce de leche de Quesería Ventimiglia (Neuquén) o tomate de árbol de Tucuman eran algunos de los productos que se hallaban en la carta durante la visita de este cronista.

 

“La propuesta de Comedor es un lugar informal, pero en donde somos muy serios de la cocina para adentro. Nos preocupamos por saber de dónde vienen los alimentos, nos preocupamos por ser coherentes, tratamos de usar las cosechas del año de todo lo que se pueda, buscamos que en el plato el vegetal esté adelante y el resto atrás”, sintetiza Narda Lepes a La Nación, y agrega: “La idea es que la gente no se de cuenta de todo eso, pero que el plato tenga coherencia para el cuerpo y que vos puedas comer todo y sentirte bien; para el cuerpo y para el lugar donde vivimos”.

 

La carta se divide en “Platos chicos”, que funcionan como entradas con la idea de pedir varios y que sean compartidos (los precios oscilan entre los 130 y los 240 pesos). Y lo mismo puede decirse de los principales -listados como “Al medio”-, que fueron pensados para ser compartidos (con valores de entre 390 y 590 pesos). “La comida va al medio de la mesa, todo es para compartir -explica Narda-. A los que vienen por primera vez les decimos que no pidan principales, sino los platos chicos de las entradas, de esa manera pueden probar mayor variedad de sabores y de propuestas, y después pedir el principal para compartir. Porque hay gente que viene y pide dos principales para dos, y ahí resulta caro y no es la idea”.

Fuente: www.lanacion.com.ar

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