Vinos que siempre dan en el blanco

(*) Por Roberto Colmenarejo

“¡Bebe vino! / Recibirás vida eterna / El vino es el único filtro que puede devolverte tu Juventud / ¡Divina estación de las rosas, del vino y de los amigos sinceros! / ¡Goza de este instante fugitivo que es la vida!” (Omar Khayyam).

No tengo dudas de que tomar vinos blancos es una elección certera en Argentina. Quienes me siguen usualmente en esta página ya habrán leído más de una vez mis consejos y  recomendaciones sobre estos vinos, pues en el mismo precio de mercado se pueden encontrar mejores productos blancos que tintos.

El verano es la mejor época para disfrutar de ellos, ya que al beberse fríos ayudan a refrescarse y quitar la sed. ¿Quién no se tienta en las tardes estivales con una copa completamente empañada por la frescura del dorado líquido?

Aquí seis sugerencias -aptas para todos los bolsillos- que seguro “darán en el blanco”: 

. Hagmann Manzanilla S/A ($30): Este vino es una verdadera rareza, de esas que ningún enófilo apasionado debería dejar de probar. Un vino absolutamente diferente, elaborado con una antigua técnica española de crianza denominada “bajo velo de flor” (el producto envejece largo tiempo en barricas bajo una delgada capa de hongos, que van modificando los aromas y la estructura del vino). El resultado es un blanco muy vaporoso y etéreo; con nítidos aromas de frutas secas (almendras, nueces), paso de boca seco y final apenitas amargo. ¡Un excelente aperitivo, para degustar bien frío y sentirse por unos instantes en la bella y soleada Andalucía! ¡Olé!

. Alta Vista Premium Torrontés 2011 ($65): Si tengo que elegir un Torrontés realmente “de manual de enología”, no hay dudas que mi favoritismo recae en este producto. Un blanco elaborado con uvas de Cafayate (Salta), que ofrece todos los atributos que uno espera de nuestra variedad emblemática. Seductores perfumes de uvas frescas y flores blancas (jazmines, azahares, rosas); que dan paso a una boca ágil, sumamente fresca, de sabores característicos y esa “puntita” de amargor que tan bien le queda. ¡Un vino ideal para compartir con un amigo extranjero, “inflando el pecho de orgullo”!  

. Escorihuela Gascón Viognier 2012 ($72): Un blanco que es casi una “golosina”, para “tomar sin parar” en las cálidas nochecitas de este mes de enero. Un vino que sigo hace por lo menos diez cosechas; y que siempre me ha hechizados con sus nítidos perfumes  frutales (melón, duraznos blancos, damascos, peras) y florales, de mediana intensidad. En la boca se repiten las jugosas sensaciones frutales; siendo un vino muy untuoso, de buen cuerpo y acidez moderada. Un vino exquisito, para gozar en una noche maravillosa junto al río o frente al mar.  

. Riglos Quinto Sauvignon Blanc 2012 ($80): Un blanco bastante “salvaje”, con todo el ímpetu y la frescura de los Sauvignon Blanc del Valle de Uco (Mendoza). Un vino con una tipicidad envidiable; de nariz marcadamente vegetal (pasto recién cortado, ruda) y algo frutada (ananá, cítricos); acompañada de una boca de acidez filosa, andar liviano,  grado alcohólico moderado y buena persistencia. ¡El aperitivo ideal en tardes de calor!

. Lágrima Canela 2009 ($200): Realmente pocos vinos blancos en Argentina llegan a tanta complejidad y elegancia como este blend elaborado por el enólogo Walter Bressia. Un corte de uvas chardonnay y semillón sabiamente criado en barricas de roble, que da lugar a notable exponente. Al servirlo puede parecer algo parco y austero, pero luego de un ratito en la copa despiertan sus variados aromas de frutas frescas (manzanas, peras, damascos blancos), frutas secas (avellanas) y herbáceos suaves (manzanilla, te negro). Al llevarlo a la boca es un vino sumamente voluminoso -a ciegas podría parecer casi un tinto-, pleno de sabores, acidez perfectamente ensamblada y un larguísima persistencia. ¡Un blanco de lujo, para obsequiar o descorchar en una ocasión muy especial!

. Dolium Chardonnay Dulce Natural 2012 ($55): Los vinos dulces son un boom de ventas en el último año, pero no todas las propuestas disponibles hoy en el mercado  son realmente interesantes (hay demasiados productos blandos, empalagosos y casi planos). Sin embargo, este producto de la bodega mendocina Dolium se separa fácilmente del resto, destacando por su buen balance. Tiene aromas seductores que recuerdan a confitura de ananá y duraznos en almíbar; en la boca su dulzor moderado se equilibra  gracias a una buena acidez natural y un final amarguito muy suave. ¡Un blanco para beber más de una copa sin cansarse, acompañando postres frutales!

¿Y ustedes, que vinos blancos están disfrutando?

¡Hasta la próxima copa!

(*)Sommelier y docente – robertocolmenarejo@hotmail.com

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