Por Alejandro Maglione (*)
Algo distinto
En estos días casi la excepción para los que están en el mundo del vino es no estar en la Vinexpo que se celebra en Bordeaux. Las páginas de Facebook muestran cotidianamente a amigos y conocidos que andan merodeando por aquella feria especializada donde las mejores bodegas del mundo exponen sus más apreciados caldos.
Pero hete aquí que me crucé con Claudio Destéfano, gran periodista jugador de toda la cancha, maratonista contumaz, y me cuenta que la región no solo es frecuentada por los amantes del buen vino y sus productores, sino que hay un grupo que se divierte participando en una carrera que la explica Claudio con sus palabras: «Te hablo del denominado Le Marathon du Médoc, también conocida por Le Marathon des Chateaux du Médoc. Es el más divertido y «largo» del mundo. Son 42 Km. por 59 châteaux y viñedos de la Región de Bordeaux».
Los detalles
Se podría decir que con esa descripción del gran Claudio la cosa quedaría cerrada, casi como si no hubiera mucho más que agregar, pero no es así. Algunos detalles: «Lisandro Arbizu, que vive en Médoc me hizo el silver bridge para el alojamiento en Bordeaux. Esencialmente, durante la recorridas llegas a 42 señales de aliento, una por kilómetro en el maratón con puestos de tintos o blancos y productos típicos de la zona, como quesos locales, ostras, y foie gras fresco servido en baguettes calentitas recién salidas del horno».
Me explica nuestro maratonista que siempre se necesita aliento cuando se corre una maratón de tranco largo. Uno de sus secretos está en su remera de corredor: «En la parte de atrás escribí «est il necessaire?» (¿Es necesario?), frase con la que personalizo mi remera de la Maratón de Buenos Aires». Para mis adentros pienso que si corriera detrás de él, la frase no me resultaría muy alentadora, pero el que sabe de marketing deportivo es Destéfano y no yo.
Y claro, según su descripción el aliento externo se precisa porque: «Recordá que te la venden como «Le marathon le plus long du monde» y por lo menos para mí así lo fue. Mi chip marco 6 horas, 32 m y 58 segundos, al filo de las 6 horas 35 de time limit; y comprobé mi «no limits», pues mi «record» de resistencia corriendo había sido en 1999, cuando hice mi primera maratón en Lobos en 4 horas, 55 minutos y 21 segundos». Nuevamente, pensaba mientras escuchaba: si a cada kilómetro paraba para chupar y comer, obviamente que la carrera se alarga y el sacrificio se prolonga..
Me intereso por saber más de los puestos de hidratación: «El vino, como no podría ser de otra manera, se sirve en copa de cristal, y los más de veinte puestos de «hidratación», tienen nombres curiosos como Chateau Lafite Rothschild, Chateau Mouton Rothschild, Chateau Pichon Longueville o Chateau Beychevelles entre otros. ¿Motivo? Entre los grandes vinos tintos de esta región se encuentran el Château Lafite Rothschild, el Château Latour, el Château Margaux, el Mouton-Rothschild, el Château Pichon Longueville, el Cos d’Estournel, los de Gruaud-Larose y Château Leoville Barton así como el de Château Lascombes».
Lo interesante es que esta peculiar carrera nada tiene que ver con la idea original que un grupo de médicos de la zona que la pensaron para incitar a la práctica del deporte a sus vecinos. A medida que se sucedían las ediciones, la gente que acudía a animar a los corredores les servía el producto estrella de la región y, con más de 1.500 viñedos, este no podía ser otro que el vino.
La carrera
La Maratón du Medoc comienza y termina en el muelle de Pauillac, una pequeña ciudad sobre el río Gironde que está situada a mitad de camino entre la ciudad de Bordeaux y el Océano Atlántico. El tope es de casi seis horas y media para completar los 42,195 kilómetros. Aunque parezca imposible, más del 90% consigue llegar a la meta. ¡Y El corredor con el mejor tiempo recibe su peso en vino!
«Va por la edición 31, y normalmente la corren 8.000 maratonistas, de los cuales 6.000 van disfrazados. Y yo fui uno de ellos». Cuenta Claudio. (Se la iba a perder, pensé.)
Más detalles
La carrera propiamente dicha es un día sábado, pero el viernes ya hay una pasta party, como para ir insuflando calorías a un organismo que las necesitará desesperadamente al día siguiente.
Lógicamente esta la previa donde se retira el kit, y donde todo es carnaval al inicio. Claudio recuerda que los ojos se llenan de asombro al ver la mayoría de los disfraces, y es duro pensar que con semejante producción los entusiastas iban a correr 42 km.
Él eligió un disfraz de fantasma, desistiendo de uno que había pensado en base a corchos, y explica los motivos de su elección: «Tuve que cambiar sobre la marcha el de los corchos pues había que lookearse carnavalesco. Además, el de fantasma te lo vendían a cinco euros en un stand, versus el de arlequín que valía 25». Pero parece que abundaron los arlequines, y los un poco más sofisticados, que iban disfrazados de botellas; de conejitos de Play Boy con las nalgas al aire; otros optaron por el travestismo liso y llano, dando rienda suelta a una convicción: cuando uno es macho no hay riesgo de que te confundan. Como sea, me di cuenta que tenía razón Claudio: correr vestido de botella no debe ser lo más cómodo ni para el atleta más avezado.
El relato habla de que existió una promesa de los organizadores sobre que se encontrarían un petit dejeneur -un desayuno- en el puesto 3; ostras en el 38 y carne en el 40. Cumplieron. Prometieron paradas en châteaux y bodegas, y volvieron a superar la propuesta, pues los puestos de «hidratación» no solo tenían vino a granel, sino que había quesos, papas fritas, naranjas, manzanas, terrones de azúcar y bananas, entre otras delicias.
Nuestro corredor dice que su mecanismo para superar kilómetro tras kilómetro es ir dedicando cada uno a un ser querido, sea de los vivos de aquí o de allá (debe ser duro llegar a la edad cuando te das cuenta que con el pasar de los años hay más de allá que de aquí.). Y como cada carrera parece que para los corredores suele tener sabor a gesta heroica, dice compartir la máxima que le pasó otro runner: » a) cero excusas, si hace calor o llueve, es para todos; y b) nunca subestimar».
También cuenta que resultan muy estimulantes los chicos que se ponen a la vera del camino de la carrera, con sus manos extendidas para que los corredores se las palmeen a su paso. Parece ser que el final también está lleno de gratificaciones y que uno de los recuerdos que se llevan es una lindísima copa Riedel.
En 84 días a partir de hoy se corre la edición de la 2015, y por si se quiere anotar, le paso la página web: www.marathondumedoc.com. Para tener en cuenta también, cada carrera deja una porción de lo que recauda a beneficio de una obra distinta: sea una asociación de lucha contra el cáncer, o bien, Médicos sin Fronteras. Y reconozco que esas movidas me encantan.
¿Y por casa?
Claudio está convencido que la idea, con las modificaciones propias de cada región son perfectamente replicables por aquí. Algo hizo al respecto en Mendoza en el 2003, a pedido de la bodega Nieto & Senetiner, pero ahora su deseo es interesar a sponsors locales para que ya sea en Mendoza, San Juan, Salta o donde se les ocurra, institucionalizar una carrera que se llame Cabeza de alcornoque, que tiente a corredores locales a ir en busca de la misma gloria de llegar a la meta, en un ambiente de distensión, pero que al mismo tiempo difunda paisajes, bodegas, marcas, donde todo el mundo gana.
A mí el nombre me lució que los sub 30 de edad no entenderán mucho que quiere decir eso, pero se les enseña, no es un drama. Encima con el avance de los corchos sintéticos y las tapas a rosca, es posible que el nombre quede desactualizado con cierta rapidez. Pero en lo concreto, la idea es excelente, y si hoy administrara una marca, no dudaría en apoyarla. ¡Bodegueros, prepagas de salud, bancos, marcas de autos, ¡despertad!
Conclusión
Mire como logramos charlar sobre un tema vinculado con el vino y las bodegas que los hacen, sin caer en un desarrollo aburrido sobre polifenoles, antoncenos, riboflavinas, olores a pis de gato, grafito o petróleo. Sin duda este tipo de desafíos son contra uno mismo, que a medida que pasan los años, nos damos cuenta que son triunfos de la mente más que debidos al cuerpo. El vino y el deporte tienen mucho para contarse, ojalá que lo pongamos en práctica en nuestra patria. Paul Bocuse dijo: «se necesita poco para hacer las cosas bien, pero menos aún para hacerlas mal». Por lo que contó Claudio, en Médoc hicieron todas las cosas bien.
(*) Nota de Alejandro Maglione para ConexiónBrando
[email protected] / @MaglioneSibaris
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