(*) Por Roberto Colmenarejo
Como es ya clásico cada mes, el jueves pasado participamos en el Wine Tour del Hotel Sheraton. En esa oportunidad, la bodega anfitriona fue Andeluna (Valle de Uco, Mendoza), que presentó nuevas añadas de sus mejores vinos.
La recepción comenzó puntualmente a las 21.30 horas con aperitivos en forma de “mini delicatesen frías y calientes”, un clásico del hotel donde la cocina regala sus inspiradas preparaciones en miniatura. Destacados, el ceviche, los mini-pita de pollo y el arrollado de queso de cabra, miel y frutas secas. Para acompañar estos bocaditos se ofreció el Andeluna 1300 Chardonnay 2013 ($75), un vino blanco sencillo y fresco, con una buena tipicidad varietal expresada en aromas/sabores de frutas blancas, cítricos y miel. El vino acompañó con amabilidad los amouse-bouches, preparando el paladar para las delicias que vendrían luego.
A eso de las 22.30 horass pasamos a las mesas, donde los panes saborizados de elaboración casera nos invitaban a disfrutarlos. Como bien decía Oscar Wilde, “logro resistirlo todo, excepto la tentación”, así que tuve que probarlos incluso antes de que llegara la comida.
El primer paso servido fue un “chupe de camarones”, un plato definitivamente otoñal de textura cremosa, levemente picante y con el sabor nítido de los frutos de mar. Fue presentado junto al Andeluna 1300 Malbec 2012 ($78), tinto sumamente bebible, de nariz floral y frutal fresca; con la boca fluida y de fresca acidez natural. La intensidad de sabores del plato fue buen contrapunto para este tinto, logrando una sugestiva armonía.
La cena continuó luego con una “pasta casera de batatas y cerdo braseado”, un plato original y muy creativo, con la pasta horneada y la carne de cerdo levemente agridulce en una cocción prolongada. Para acompañar se sirvió el Andeluna Altitud Reserva Merlot 2011 ($160), un rico tinto, de aromas complejos que se mueven entre las frutas maduras, los tonos herbáceos y las sensaciones terrosas (minerales); con una boca de entrada intensa y seca, paso lleno, taninos pulidos y buena persistencia. Aquí el vino acompañó con gracia la notable preparación culinaria, permitiendo que ambos se lucieran en la mesa.
El plato principal fue un sabroso “lomo relleno con shitakes, acompañado de puré de papas y wasabi, con vegetales de la huerta y salsa oriental”, una preparación de carne vacuna de gran terneza, de sabores contundentes y un guiño asiático en la sazón. Para este plato -como era de esperarse por la presencia de carnes rojas- se ofreció el Andeluna Altitud Reserva Cabernet Sauvignon 2012 ($160), un tinto exquisito, de notable tipicidad varietal y elevada calidad. La nariz del vino es sumamente compleja (especias picantes, frutas negras, cuero, terroso); dando paso a una boca voluminosa y plena, que repite las sensaciones frutales y picantes, de gran fluidez debido a su acidez calibrada, con taninos firmes y estructurados que soportan una interesante persistencia. Para mí gusto, el mejor vino de la velada en un maridaje perfecto.
Cerrando la comida, el postre fue una cremosa “panna cotta de naranjas sobre tierra de pastel húmedo de chocolate y frutos secos”, dulzura irresistible, bien presentada y con un juego de texturas sumamente interesante. El vino que le hizo de escolta fue el Andeluna 1300 Rosado de Malbec 2013 ($75), un rosado ligero, frutal y levemente goloso. Si bien el rosado era muy agradable, creo que se hubiera lucido mucho más en el aperitivo, pues aquí la intensidad dulce del postre lo opacó completamente.
Para coronar una de las mejores cenas que recuerdo en los últimos años de este evento, café y petit fours; excusa perfecta para alargar un poco más la relajada sobremesa.
No podían faltar los tradicionales sorteos, para que muchos invitados se fueran además con una botellita bajo el brazo. Cuando el reloj marcaba la una de la mañana, dejamos el hotel para volver a casa, ordenar los apuntes para armar esta nota e ir a descansar…
¡Hasta el próximo Wine Tour, nos veremos nuevamente el 24 de abril!
(*)Sommelier y docente – [email protected]