¿Por qué Michel Onfray no cree en los vinos biodinámicos?

Por Alejandro Maglione (*)

 

La bronca. El polémico filósofo francés Michel Onfray escribió, en diversos libros, algunas de las páginas más emotivas e interesantes sobre temas de enogastronomía: de comida, de vinos tranquilos, de champagne. Pero resulta que en su libro Cosmos se encabrita con el creador de la biodinamia, Rudolf Steiner, también fundador de la antroposofía. Dice Onfray: “Nunca bebí un vino salido de la biodinamia que no fuera un brebaje execrable”. Y agrega: “El vino biodinámico es un tipo de vino de misa: solo induce al éxtasis a sus creyentes”.

Palos. A partir de allí va citando y refutando frases del libro de Steiner, Fundamentos de la agricultura biodinámica. Donde Steiner dice: “Existe en el suelo algo (sic) que actúa a la manera de los astral” (p.55). Onfray responde desde sus propias páginas: “No se sabrá qué es ese algo, cómo llamarlo, concebirlo, circunscribirlo…También será en vano buscar precisiones relativas a esta misteriosa manera astral”.

El suelo. El filósofo francés se incomoda especialmente cuando Steiner recurre a definiciones inasibles, como por ejemplo: “El éter de la vida del suelo”. ¿Por qué? Porque Onfray promulga no solo una mirada de la filosofía como un saber popular sino, esencialmente, desde una perspectiva atea. “Al convocar principios incorpóreos (Steiner) define, a mi entender, la lógica religiosa”, remata Onfray.

Las flores y las frutas. Evidentemente el científico no deja de entregar argumentos al irritado filósofo cuando dice que el color de las flores se corresponden con distintos planetas: el rojo de la rosa a Marte, el amarillo del girasol con Júpiter y la fuerza cósmica del Sol. Con las frutas cita textualmente a Steiner con desembozada ironía: “En una manzana es efectivamente Júpiter lo que uno come, en una ciruela, es Saturno”.

Los cuernos. Onfray descubre que el mentor biodinámico propone que los cuernos de la vaca son receptores -quizás la más conocida de las técnicas en los viñateros locales- y lo sintetiza: “El cuerno de la vaca es el lugar por el cual transitan desde el exterior y en dirección al interior, corrientes venidas de los astros”. Y también se sorprende porque Steiner explica la diferencia con la cornamenta del ciervo, que no recepta efluvios, sino que los emite “a cierta distancia” y nuestro autor nos propone buscar en la página 122 de la Biblia de don Rudolf como comprobación de que no es simple animosidad.

El colmo para Onfray llega cuando ordena llenar el cuerno con estiércol de vaca y enterrarlo entre 50 o 60 cm. de profundidad durante el invierno. Steiner lo explica: “Conservamos en ellas fuerzas que el cuerno de vaca tenía la costumbre de ejercer en el interior mismo de la vaca, es decir, reflejar lo etéreo y lo astral”. Sube la temperatura del filósofo cuando el antropósofo ordena retirar la materia porque “allí hay fuerzas enormes, tanto astrales como etéreas”. A lo que Onfray agrega: “Diluir luego el estiércol en agua: el contenido de un cuerno corresponde a medio cubo de agua y esta cantidad será suficiente para tratar mil doscientos metros cuadrados; por qué no mil o mil quinientos nunca lo sabremos…”. Finalmente se indigna porque Steiner regula hasta la forma en que hay que revolver en el balde la mezcla para transmitir los propios efluvios beneficiosos que emanan del que efectúa la mezcla, ya que el mezclado debe ser manual, no mecánico.

Redondeando. Sospecho que Michel Onfray debería probar algunos de los buenos vinos que se hacen en la Argentina siguiendo las enseñanzas de Steiner. Es verdad que el creador de la biodinamia exige actos de fe sobre sus enseñanzas y ofrece un conocimiento más dogmático que científico. Obviamente que su obra excede en mucho lo aquí comentado y lo observado por el filósofo francés. Hay mucha tela para cortar porque las técnicas incluyen, entre muchas otras propuestas, el rellenado de tripas de vaca con flores; o la misma operación con otras hierbas con una vejiga de ciervo. Lo concreto es como he comentado: varias bodegas de nuestro país transitan estas enseñanzas y algunos vinos son muy ricos. Algún biodinámico debería responderle a Onfray, si es que ya no lo ha hecho…

 

(*) Nota de Alejandro Maglione para ConexiónBrando

[email protected] / @MaglioneSibaris

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