Nueva tendencia: ir a comer a la casa de los cocineros

En el último tiempo, ir a comer a la casa de los cocineros se volvió una tendencia en Buenos Aires, más concretamente en Zona Norte de Capital y en Vicente López. La premisa parece clara: privilegiar la exclusividad en un ambiente relajado, tener una atención personalizada, hacer amistades y disfrutar de un menú especial. Todas, en conjunto, logran una experiencia original que cada vez más vecinos están dispuestos a realizar.

Esta tendencia se desprende de los datos que brindaron desde una aplicación de comida al diario Clarín. “En los barrios de Vicente López, Olivos y Florida más de 1.500 personas fueron a comer a los hogares de los chefs este año. El porcentaje de aumento de clientes con respecto a 2017 es de un 20 por ciento”, explicó Manuela Lorenzo Leal, Business Manager de la aplicación Cookapp.

Al tocar el timbre, el dueño de la casa invita a pasar. Estuvo cocinando durante todo el día para un grupo selecto de comensales. Pero no sólo se encargó de los platos, sino que además preparó las mesas, prendió algunas velas, puso música, durante toda la noche estará a disposición para conversar sobre la elaboración del menú y hasta -¿por qué no?- hablar sobre los problemas cotidianos de la vida.

Los encuentros se realizan una o dos veces a la semana. En relación a las edades, hay un grupo heterogéneo: participan jóvenes, adultos y mayores. Por lo general, el menú que ofrecen es de pasos y los precios oscilan entre $500 y $700 por persona.

Flavio C. recibe a los comensales junto a su esposa Florencia los sábados por la noche en Olivos. “Empezamos el año pasado. Cocino desde siempre pero lo hago como hobby, no me dedico a esto. Todo nos pareció lindo: no solamente cocinar. Vos abrís la puerta de tu casa, viene alguien que no viste en tu vida e incluso charlamos con ellos mientras preparamos la cena. Se entabla una relación”, señaló a Clarín. Y agregó: “Nosotros ofrecemos mesas separadas. Igual te das cuenta de que es diferente que te atienda el dueño de casa en lugar del mozo. Suelen quedarse hasta después de la medianoche y hacemos amistades. Quiero que se lleven una buena experiencia para contar”.

En cuanto al menú de Flavio, presentan cuatro pasos que van variando de acuerdo a la temporada. La bebida está incluida, hornean pan casero y además no faltan opciones para celíacos. “Ahora estamos ofreciendo un raviol alargado y enrollado sobre sí mismo que se asemeja a un caracol. Se rellena con zapallo bien dulce, muzzarella, y lo cubrimos con una salsa de crema y queso parmesano. También cocinamos un pechito de cerdo en barbacoa y de postre: mousse de mandarina”.

La vecina Stella Padula conoció la modalidad hace unos años y desde entonces va a comer a la casa de Flavio y otras tantas del Partido y Capital. “Una vez pasamos Nochebuena en una de ellas. Lo que nos gusta principalmente es la atención. Nos reciben de una manera tan linda que te hacen sentir como que estás en la casa de unos amigos. También, los diferentes platos que probamos se hacen con un cariño especial. Nada que ver a los restoranes convencionales”, asegura.

Por la zona de Vicente López, Valeria y Emiliano, dos chefs experimentados, conversan mientras preparan el menú para una nueva edición. “Comenzamos hace un tiempo a través de las redes sociales. Sin embargo, ahora nos contactamos con los clientes a través de la aplicación ‘Cookapp’. Este año es más movido que el anterior: yo creo que hay una tendencia. La mayoría de la gente que viene son vecinos y algunos viajan desde otras partes de Zona Norte”, reconoció.

Organizan las comidas los viernes y sábados. Se trata de un lugar “íntimo”: hay velas y luces bajas. Al igual que Flavio, el menú de ellos consiste en cinco pasos con pan casero, degustación de licores, postre y una bebida. Lo curioso de la propuesta es que permiten llevar a cada comensal su propio vino para descorchar allí. Uno de los platos “estrella” de la casa: bondiola con salsa de soja, aceto, azúcar negra y jengibre. Viene acompañada con cuscús y flan de zanahoria glaseada. “Para nosotros es un desafío cocinar aquí y que lo podamos hacer tan bien como en un restorán pero con la intimidad propia de este lugar”, aclaró Valeria.

La experimentada Eugenia Cerisola se sentó a varias mesas. Elige esta modalidad “por lo personalizado del ambiente, la calidad de los productos y la posibilidad de dialogar directamente con los cocineros”.

Por otra parte, el chef Luciano Gerardi, dueño del restorán “Patio de Antaño”, fue a comer a casas de Florida y Vicente López y reveló: “Se puso muy de moda en los últimos años. Representa una clara oportunidad para chefs que no tienen la posibilidad de abrir un restó. Lo interesante es que la cocina es abierta y casi siempre presentan sus especialidades”.

Fuente: www.clarin.com

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