Notas Vínicas: Un vino para un día doblemente especial

Un día como hoy pero hace exactamente un año atrás (y que añito, ¿eh?), se publicaba mi primera nota en Circuito Gastronómico.

Son notas “pandemials” como para mantenernos jóvenes y al último grito del lenguaje, ya que esa primera se escribió en mi primera salida a cenar después de muchos meses en cuarentena, miedos y esa nueva normalidad que había llegado para desafiarnos.

Siempre pienso en esa mañana sentada frente a la compu acomodando las ideas y sin dejar pasar detalle, quería que saliese todo perfecto. Mi cerebro: “Tranqui Tina, está bien así, relajá no le des tantas vueltas. Realidad: salió una nota, digamos… rígida (?) pero tan mía que “yo ya gané”, no sé si me explico.
¿Si mejoraron? Eso es algo que dirán ustedes. Mi mami dice que sí (ja!). ¿Si me fui soltando? Puede ser… ya se hicieron hábito y el hábito hace al monje ah. Aunque hubo notas que me costaron… Uf. Ya fuese porque tocaban algún punto muy sensible, o porque andaba con los pájaros volados como quien dice (sí ya sé, como las doñas dicen) o quizás porque no podía acomodar las palabras… pero como por arte de magia o providencia divina (creo que la doña soy yo) en cierto punto ese nivel se termina desbloqueando y de a poquito todo cae a su lugar.

A veces siento que son como un diario íntimo pero que al mismo tiempo cada semana me muero por compartir. Qué sé yo. A mí, poder escribir estas columnas me hizo crecer mucho y es algo a lo que estaré siempre agradecida. Investigar, descubrir, releer, repensar, revivir momentos, aromas y sabores en la cabeza, aprender, siempre aprender.

Me pone muy contenta además ser consciente de las puertas que abrieron; las personas a las que me acercaron y cada botella que por suerte pude descorchar.

Estas notas me desafían a seguir estudiando y expandir mis ideales, a ser siempre un poquito mejor con los sentidos y las palabras. Siempre digo, no me imagino haciendo otra cosa que no sea entre las Letras y las vides.

Me es absolutamente necesario agradecer -al mejor estilo Oscars- y denme ese changüí; a todos los que de alguna manera, más cerca o más lejos, desde la amistad o simplemente por confiar en una cordobesa que escribe sobre vinos, hicieron que estas columnas valgan la alegría. Pido perdón si se me escapan algunas cosas.

A las bodegas: Famiglia Bianchi, La Puerta, Lagarde, Terrazas de los Andes, Cafayate, La Mala María, Viarago, Río del Medio, Vista grande, Sineres, Del Gredal, Patente X, Finca Las Acacias, Terra Camiare, Achala Wine; todos siempre atentos conmigo.

Vinotecas y distribuidores amigos como Don Diego, Wine Group, León Blanco, Coleccionista de Vinos, Catar, Barricas de Autor, Sibaris, Casta, Grandes Vinos Argentinos, Córdoba Wine.

A restaurantes tales como San Pietro, El Celta, San Honorato, Goulu.
A productores, ingenieros agrónomos y enólogos de Córdoba y el resto del país que desde el día cero se prestaron a cada pedido, consulta y charla que necesité, generando vínculos que espero perduren con el tiempo.

A mis colegas queridos, yo siento que sin su experiencia y sobre todas las cosas, el apoyo y el conocimiento que comparten, esta profesión no sería nada.
A mi adorado Circuito Gastronómico y a este equipo imparable que me rodea. Gracias por dejarme ser y la compañía amorosa de todos los días.
Finalmente, gracias Chueco, gracias APTRA. No, mentira pero me quedó picando.

Bueno, de paso cañazo les cuento que desde el año 2010 se festeja el Día Internacional del Cabernet Sauvignon gracias a la iniciativa de un blogger estadounidense, casualmente este 2021 -los astros se alinearon- y tocó un 3 de septiembre. Si bien no existe un día puntual yo voto por empalmar una semana entera desde los últimos días de agosto incluyendo los primeros del corriente mes y todos felices en comunión.
No sé por dónde empezar a festejar les juro.

Un Cabernet que cayó desde los 1100 msnm

Gracias a esos astros alineados fue que hoy al volver a casa, me encontré con un par de regalitos que me envió el equipo de Terrazas de los Andes, entre ellos un Cabernet Sauvignon Reserva 2018. Ni lo dudé. Era el indicado para la nota de la semana. De mi aniversario en CG. The Chosen One.

La uva, su historia y origen

Esta uva tinta es originaria de Burdeos, Francia, siendo la base de los grandes vinos de esta región y demostrado así muy buena adaptación en diferentes regiones vitivinícolas.

Estudios genéticos demostraron que esta variedad nace del cruzamiento natural entre la cepa Cabernet Franc -variedad tinta- y Sauvignon Blanc -variedad blanca-. Estas observaciones indican que puede haber sucedido a mediados del 1600.

Al ser la cepa más cultivada y popular del planeta, se la denomina “El rey de los tintos”, volviéndose clave para los grandes vinos del Médoc.

En nuestro país, es la tercera uva tinta en extensión luego de la Malbec y la Bonarda. Nuestros suelos la aman y ella ama estos suelos, extraña y felizmente. Si bien esta variedad suele ser plantada en zonas no muy alejadas de ríos, mares y hasta océanos, en la altitud de montaña se expresa en viños envolventes, voluminosos y elegantísimos.

Aromas a frutos negros y rojos maduros. Notas austeras, herbales y mentolados. Especias. Un abanico para todos los gustos y paladares.

Cabernet Sauvignon Reserva 2018

Este tinto rey de reyes nos encanta con su color rojo con destellos violáceos, en nariz abundan las notas florales y frutales. ¡Moras, ciruelas, higos! Sutiles aromas a olivas negras y flores violetas y geranios. Clavo de olor. Algo austero y salvaje. Larga vida al Cabernet.

En boca su paso es prolijo y sedoso. De acidez moderada y equilibrada, se amalgama con taninos redondos y suaves. De final prolongado y elegante.

Brinden por los momentos, las oportunidades y poder sacarles provecho.
Salud por Brad Pitt, las Letras, quienes leen y quienes siguen confiando en esta cordobesa que brinda con este vinazo, por el vino.

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