Notas Vínicas: Un vino para tomar entre escombros

Por Valentina Livolsi (*)

Queridos lectores, este tinto, fue como una luz en la oscuridad (literalmente) para relajarme después de toda una semana de tener la casa en obra para reformas. Lo abrí luego de intensos días de paredes que ya no están, fratachos y la casa sin luz, pero no pudo haber sido un momento mejor. No sé como explicarles. A veces las mejores cosas se disfrutan así, casi austeramente.

El vino para esta nota fue el Altaland Blend “Tinto Histórico” 2017 ($730). Llegó a mis manos, gracias a Pablo Grillo, más conocido como “Coleccionista de Vinos”, a quien conocí hace muchos años, y quien, desde 2002, aquí en Córdoba y el país se dedica a comunicar y comercializar de forma directa selectas bodegas de prestigio nacionales e internacionales. Su valor principal es complacer la relación con el consumidor, ofreciendo contenido valioso además de ofrecer productos, logrando una estrecha comunión entre los valores y el propósito de Coleccionista de Vinos.

Altaland

Vamos con lo que más me gusta, que es contarles todo lo que sepa sobre esta amada alquimia. Voy a empezar por el proyecto personal Altaland, de Laura Catena, que busca dar a conocer la extraordinaria diversidad vitícola y cultural de Argentina, sumando vinos de cada región nacional, federalizando así las cepas principales de cada una.

Laura es reconocida como la “cara” o embajadora del vino argentino, por su activa participación en promover la región vitícola de Mendoza y el Malbec argentino. Su obsesión constante es aprender cada vez más sobre viticultura de altura, el microbioma del suelo y el potencial de guarda de los vinos. Cuarta generación de viticultores, su misión es elaborar vinos que sean capaces de competir con los mejores del mundo.

Este “Tinto Histórico”, un blend de Malbec (90%) y Petit Verdot (10%), combinación de uvas denominada La Francesa, son cepas originarias de Luján de Cuyo y Agrelo respectivamente.

De color rubí, limpio y brillante, con cuerpo medio alto y bien estructurado. De sabor intenso, perdura bien en boca. Dulzón y robusto, fresco y ágil, acidez fresca, un vino bebible. Tiene un apenas perceptible paso por madera.

En nariz se presenta austero, muy perfumado, frutillas, frambuesas, flores violetas y algo de chocolate. A las frutas rojas y frescas del Malbec, se le agregan las notas mentoladas y el cuerpo firme del Petit Verdot, derivando así en un vino de cuerpo medio y persistente. Me encanta.

El maridaje, teniendo el cuenta la situación, fueron empanadas que hacen cerquita de casa, y siempre me gustaron. ¿Mis favoritas? Pedí de calabacín y queso, otras de queso azul, nueces y apio, y por último, las de peras al ron. Para gustos no hay nada (ni siquiera en esta nota) escrito. Qué decirles, quedó genial. No me arrepiento de nada. Y como no me arrepiento de nada, quiero recomendarles este vino para:

Tomar cuando:

  • Las paredes ya estén picadas. Al menos eso.
  • Necesiten un rato de paz.
  • La familia te invite a almorzar un mediodía de primavera.
  • Suene el disco “Colors” de Beck.

No tomar cuando:

  • Les estén martillando las paredes desde las 8am.
  • Esperen un tinto astringente
  • Les pasen el presupuesto de obra. No se va a disfrutar igual.
  • Suene algo que te taladre la cabeza, como un disco de Death Metal. Me parece un montón.

Maridaje:

  • Carnes asadas.
  • Pastas rellenas con salsa roja.
  • Pescado bien condimentado al horno, podría quedar muy bien.

(*) Sommelier.

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