Por Valentina Livolsi (*)
Queridos amantes del vino, viví la experiencia del hisopado. Sin dar tantas vueltas, no es tan tremendo como dicen, creo que si es necesario hay que hacerlo y afortunadamente, di negativo. Fueron tres días aislados de espera, impaciencia y siendo sincera, bastante miedo.
No dudé en abrir un vinito apenas vi ese mail con el resultado, necesitaba algo poderoso, intenso, que acompañase el frenesí. Y qué bien hice al descorchar un Mala María Cabernet Franc 2018 Línea Selección ($680), oriundo de La Consulta, en Valle de Uco.
Recomendado por Facu Vullo, quien es parte fundamental de la distribuidora Catar SRL (Isabel La Católica 865 de barrio Alta Córdoba), empresa familiar reconocida por su profesionalismo y su espíritu innovador. Este local nacido en 1999, se encarga de hacer llegar sin ningún tipo de problema y con la mejor onda la bebida que se imaginen a la mayoría de los cordobeses. Unos genios.
Mala María Cabernet Franc 2018
Ahora sí, necesito adentrarme de lleno en este vino que tan bien me hizo sentir. Proyecto de María Celeste Alvaro, La Mala María nace dentro de un mundo todavía masculino hecho por mujeres que atrae mujeres, generando identificación, cercanía. Su etiqueta, de estilo naif entre Almodóvar y los cómics, fue creada por una artista plástica. Toda una apuesta estética por donde se lo mire.
Recibida de la Universidad Don Bosco, Celeste trabajó en grandes bodegas como Peñaflor y Nieto Senetiner, para luego darse el gusto de tener su propio vino, empezando con 1000 botellas y cada vez crece más.
Con tan solo 1700 botellas de este Cabernet Franc, no solo pude abrir una de ellas en el momento indicado, sino que fue como la grulla de LaRusso a Lawrence en el 84. Sí. Así de aguerrido, salvaje, preciso.
En vista, violáceo con destellos rubí, brillante y oscuro.
Mi nariz, fascinada. Terroso, como si hubiese agarrado un puñado de tierra del sotobosque. Frutos rojos y negros en compota, chocolate y tabaco aportados por sus 12 meses en barrica y algo de grafito, mina de lápiz. Todo lindo este Cabernet Franc. Austero, complejo e interesante. En boca untuoso y de buen cuerpo, fresco, silvestre, mentolado. De taninos marcados y dulces, su acidez equilibrada.
Esta cepa, originaria de Burdeos y que en conjunto con la Cabernet Sauvignon y el Merlot forman el “corte bordelés”, llegó a nuestro país a mediados del siglo XIX a pedido de Sarmiento. Si bien primeramente fue usada en Argentina como cepa para dar aromas y sabores –como así también su frescura natural– a los blends, estos últimos años se convirtió en un varietal por excelencia de bodegas y productores de los distintos terruños en nuestro país.
La Cabernet Franc es la conjunción ideal entre los taninos firmes y las pirazinas del Cabernet Sauvignon, y de las frutas delicadas y especias típicas del Merlot. Su “delicada austeridad” se ve perfectamente reflejada en este vino, por lo que firmemente lo recomiendo para:
Tomar cuando:
-Estén conociendo el mundo de los tintos y no se animen a un Cabernet Sauvignon, arranquen por acá.
-Es un muy buen vino para regalar a un amigx.
-Lean el cuento “El Otro Cielo” de Cortázar.
-Empiecen a ver Cobra Kai. A mí me funcionó perfectamente.
No tomar cuando:
-Esperen un vino liviano, frutado, con pocos taninos.
-El clima llegue a 35º.
Maridaje:
-Pizza de vegetales
-Pastas con una salsa intensa, se me ocurre de queso azul y nueces.
-Carnes de caza al horno con papas.
(*) Sommelier