(*) Por Roberto Colmenarejo
Hace algunas semanas publiqué una nota con un título similar donde referenciaba vinos que llamé metafóricamente “tapados”: productos que por su rareza, por ser de partidas muy limitadas o por tener poca publicidad son habitualmente difíciles de hallar en las vinotecas. La misma tuvo muchas visitas y despertó bastante interés, por eso fue que decidí ampliarla.
Si son de esos enófilos apasionados amantes de las “rarezas”, aquí les propongo otros siete “tapados” del vino argentino:
Contento 1 Semillón 2016 ($190): Un vino original y extremadamente bebible, fruto del espíritu creativo de Federico Schneidewind, un periodista de formación que descubrió hace unos pocos años su pasión por la vitivinicultura. Fue producido con racimos de Semillón de cosecha anticipada, casi sin prensar, con fermentación clásica y embotellado inmediato, lo que dio lugar a un blanco que sorprende por su boca “jugosamente chispeante” y veloz. Tiene aromas limpios de frutas cítricas e hierbas frescas, unidos a una boca grácil y etérea, de bajo tener alcohólico, con vibrante acidez y suave “petillant” (minúsculas burbujas de gas carbónico natural). Solamente hay 1050 unidades de este producto que sin dudas vale la pena descubrir. ¡Un vino tan pero tan rico que se bebe como agua!
Alma Gemela N°1 Pedro Ximénez 2016 ($220): Este interesante producto tiene su origen en un proyecto de revalorización de viejas cepas liderado por la Sommelier Mariana Onofri. Recuperando un añoso parral de uvas Pedro Ximénez -una cepa poco “reconocida” por los consumidores, pero de amplia difusión en el encepado nacional- obtuvo este vino blanco joven, sutil y sabroso. Propone una nariz austera, donde se insinúan evocaciones de frutas desecadas (orejones de duraznos, cáscara de naranjas), miel silvestre, heno y té negro. En la boca tiene silueta delgada y paso franco, redunda en sabores melosos, con correcta acidez y moderada persistencia. No es un vino fácil de conseguir -apenas hay 600 botellas-, pero creo que un enófilo curioso no debería dejarlo pasar.
Piedras Bayas Ed. Limitada Reserva Blend 2014 ($230): Debo confesar que desde hacía bastante tiempo no me sorprendía un vino sanjuanino. Sin embargo, este tinto de la zona de Barreal (Valle de Calingasta) llamó mi atención por su buen sabor, estructura y moderada complejidad. Se trata de un ensamblaje de Malbec y Cabernet Sauvignon, criado durante 12 meses en barricas americanas. Ofrece una nariz marcadamente piracínica (morrón asado, pimentón dulce) que se va abriendo con los minutos y deja entrever recuerdos frutales maduros, especiados y de café tostado (aportados por el roble). Al probarlo tiene cuerpo medio y paso franco, con sabores maduros, acertada acidez, taninos suaves y grato final de boca. ¡Para volver a mirar con atención a los vinos de San Juan!
Sumak Kawsay Malbec 2015 ($275): “Sumak Kawsay” (“vida en plenitud” en castellano) es un concepto central en la cosmovisión ancestral del pueblo Quechua y de otras culturas americanas precolombinas que se refiere al anhelo de una vida pacífica en sociedad, respetando siempre a la Madre Naturaleza y donde cada ser humano tenga lo suficiente para su subsistencia y pueda llegar a realizarse plenamente. Detrás de esta bella noción aparece un tinto elaborado en la localidad de Amaicha del Valle (Tucumán) dentro de una bodega comunitaria propiedad de la comunidad indígena de los Amaicha. Toda la uva utilizada fue cultivada por los “comuneros”, quienes además reciben -a modo de cooperativa- parte de las ganancias por la venta de los productos. Pasando al vino en cuestión, se trata de un Malbec de perfil algo rústico y “salvaje”. Exhibe aromas directos de frutas rojas maduras, entrelazados con marcadas sensaciones vegetales y terrosas. En boca posee entrada seca, cuerpo medio y sabor afrutado, con equilibrada acidez, taninos apenas rugosos y mediana permanencia. Recomiendo servir levemente refrescado. Un Malbec tucumano sencillo pero muy disfrutable, que en breve estará disponible en las góndolas locales.
Finca El Reparo Gran Reserva Cabernet Sauvignon 2014 ($360): Quienes gustan de los tintos suculentos e intensos seguramente disfrutarán este Cabernet Sauvignon proveniente de San Carlos (Valle de Uco). Un notable producto de la Bodega Cuarto Surco, donde la tipicidad del cepaje y su lenta maduración en barricas francesas nuevas están perfectamente amalgamadas. Muestra una nariz intensa y fragante, con perfumes de frutas negras en sazón (cassis, moras), especias (pimienta negra, clavo), cuero y ciertos trazos terrosos. En boca presenta una entrada seca, buena estructura y paso recio, refrenda las sensaciones maduras y apenas picantes, con equilibrada acidez, taninos firmes y una larga persistencia. Un tinto perfecto para acompañar carnes asadas o platos de sabores contundentes.
Tordos Brut Nature ($300): Quienes estamos en el mundo del vino siempre escuchamos decir que era casi imposible encontrar vinos espumosos de calidad en el Noroeste Argentino. Eso parecía ser hasta ahora, cuando este pequeño emprendimiento cafayateño comandado por el enólogo “Paco” Puga llega para romper el paradigma y demostrar que se pueden hacer destacadas “burbujas” en todo el territorio nacional. Este primer lote que llega al mercado es un ensamblaje de Chardonnay y Chenín vinificado por el método Charmat (segunda fermentación en tanques). Seduce con una aromática diáfana, donde se insinúan frutas blancas (peras, manzanas) y algo de levadura fresca. Al llevarlo a la boca es un producto delicado; con entrada agradablemente seca, sabor afrutado, burbujas cosquilleantes, fresca acidez y permanencia moderada. Se hicieron pocas botellas, así que recomiendo buscar algunas sin demora. ¡Salta nunca me deja de asombrar con sus vinos!
Reginato Celestina Rosé de Malbec Extra Brut ($425): Un espumoso realmente único, producido por dos grandes especialistas en esta materia como son Luis y “Pepe” Reginato (quienes eligieron el nombre en homenaje a su amada madre Celestina). Fue obtenido con 100% de uvas Malbec procedentes de Paraje Altamira (San Carlos,Valle de Uco), por el método Champenoise -segunda fermentación en botellas- y con una paciente crianza sobre sus lías. El resultado es un producto refinado pero complejo, que enamora a primera vista por su vivo color rosado. Regala fragancias de frutas rojas ácidas (frambuesas, zarzamoras), anís, levadura fresca y sutiles dejos herbales. Al probarlo es gustoso y refrescante, de nítido sabor frutal, con primorosas burbujas, balanceada acidez y un placentero post-gusto. Me parece un producto ideal para acompañar aperitivos o comidas de sabores suaves (pastas, carnes blancas o arroces). ¡Espumoso de lujo, para darse un gustito de vez en cuando!
Y ustedes, ¿conocen más “tapados” del vino argentino?
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(*) Sommelier y docente – [email protected]