Marrakech: Una bomba para los sentidos

(*) Por Matías Favre

Situada al sur del Marruecos y con un millón y medio de habitantes, Marrakech es una de las ciudades más importantes del país y una mezcla de todo: una bomba de etnias, música, artesanías, costumbres, turistas, tráfico salvaje,  arquitectura única y, por supuesto, de aromas y sabores.

Alojado en la casa de la familia de Mohamed, ubicada en la parte vieja de Marrakech, tuve la posibilidad de compartir todas sus vivencias y disfrutar de la auténtica vida y hospitalidad marroquí. Fueron días de aprendizaje continuo que me permitieron empaparme de su cultura. Alguna vez leí que “más se conoce a un lugar por su cocina que por sus libros”, y en este viaje por el sur de Marruecos comprobé que la frase tiene gran parte de razón.

Desde el día que llegué pude ver reflejados aspectos propios de la religión musulmana: la cocina de Mohamed era propiedad absoluta de su madre. Ella desarrollaba la preparación del menú en el más absoluto silencio y sin recibir ayuda. Por lo general, las comidas eran presentadas en una fuente de gran diámetro y poco fondo, hecha de barro cocido y barnizada, llamada tajín. Esta fuente tiene una tapa cónica que mantiene el calor y el vapor durante y después de la cocción, evitando que los alimentos se resequen mientras se cocinan. Ya en la mesa, se destapaba y -previo rezo de agradecimiento- nos disponíamos a comer con los tres primeros dedos de la mano. Así, el ritual de comer se convertía en un símbolo de identidad, religión y ceremonia cultural.

La cocina marroquí es muy sencilla y tiene mucho en común con el resto de cocinas del norte de África. En su caso, puede presumir de no haber recibido ninguna influencia de origen turco, aunque sí cuenta con influencias bereberes, moriscas y mediterráneas.


La plaza Djema el Fna
En realidad no encuentro la palabra exacta para describirles el escenario. Gran cocina y comedor a cielo abierto donde las mesas son compartidas con el resto de la gente; cientos de puestos de comida con vendedores que adivinan tu nacionalidad con sólo ver tu cara.

En esta plaza, proclamada por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, conviven hipnotizadores de serpientes, familias enteras tocando música tradicional, videntes, contadores de cuentos y miles de puestos de comida.

Para probar sin miedo:
caracoles, kebabs, platos con tomate, berenjena y comino, aceitunas, panes, frituras, couscous, masas dulces, warqa, dátiles, sopa harira, albondiguitas llamadas kefta.

Como dije antes, Marrakech es una bomba para los sentidos pero también para las emociones. Me llevo muchos recuerdos y sensaciones de esta tierra: recuerdo las idas y venidas a la tienda con pasaporte en mano para poder comprar las cervezas más ínfimas y caras del mundo (el alcohol está prohibido como en todo país musulmán). El regalo que me hizo Mohamed mi último día en Marrakech, un pase a un Hammam que es un baño turco (todo un lujo para ellos), en el cual puede recordar lo lindo que era bañarse con agua caliente. Por último, recuerdo mi corazón latiendo muy fuerte, casi por estallar cuando en el silencio de la madrugada llamaban por altoparlantes a rezar «Allah es el más grande, Allah es el más grande».

Otros sitios de interés
. CAFE DES EPICES:
En pleno zoco, para hacer un stop a mediodía. Y para el atardecer. www.terrassedesepices.com
. DAR MOHA: Para una cena de lujo y cocina marroquí moderna y de autor. www.darmoha.ma
. LA MAISON ARABE: Chic y oculto. Para alojarse o ir a cenar. www.lamaisonarabe.com
. LE COMPTOIR – PALAIS HAD MAHAL: Para un trago y ambiente nocturno. www.comptoirmarrakech.com / www.jad-mahal.com
 

Ficha de viaje:
País:
Marruecos
Ciudad: Marrakech
Idioma: Árabe, berebere, Francés.
Población: 1.545.541 habitantes
Religión: Musulmana
Moneda: Dirhams (Mad)
Platos típicos: Couscous, tajín, harira.
Forma de gobierno: Monarquía

(*) Creativo publicitario
[email protected]@matiasfavre
Instagram: amigodeldueño

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