Lorena Mulet, la heredera de Cruzat

Desde el año 2011, los enólogos Pedro Rosell y Lorena Mulat dan vida a la elaboración de los espumosos CruzatRosell es reconocido como una de las voces más calificadas en Argentina en lo que a vinos espumosos se refiere, lo que lo ha llevado a trabajar en Francia en prestigiosas casas elaboradoras de Champagne y asesorar en su país a un sin número de bodegas y proyectos de vinos espumosos. Lorena, por su parte, alumna de Pedro en la facultad de Agronomía, ha dedicado toda su carrera a especializarse en este tipo de vinos, llegando a estar entre los diez enólogos jóvenes de Argentina con mayor proyección.

Juntos forman un equipo de trabajo que entiende que la paciencia, la pasión por cada detalle y el trabajo conjunto son la clave para obtener buenos resultados en el mundo de los vinos. Rosell es mejor enólogo de espumantes en el país, tan dinámico, estudioso y apasionado por la calidad como a finales de los 60 en Francia, allí donde “comprendió” este arte del vino con burbujas. Y en honor a sus buenos maestros que saben dejar discípulos, Lorena Mulet es la persona encargada de tomar la posta. Y la protagonista de la siguiente entrevista:

Pedro Rosell y Lorena Mulet.

¿Cómo es tu historia? ¿Naciste en Mendoza?

En Mendoza, sí. En mi familia no hay relación con la vitivinicultura. Es más: yo iba a un colegio comercial, perito mercantil. Y una materia final era Merceología, nos daban química. Era la única loca del curso a la que le gustaba la química. Y estando en quinto año de la secundaria me di cuenta que me gustaba la parte de procesos, la parte química y microbiológica. Buscaba libros relacionados a la Merceología, a la elaboración, producción. Así me di cuenta que me gustaba mucho y seguí esa rama. Todavía tengo los primeros libros que me compré.

Hacés espumante desde hace un buen tiempo. ¿Cómo empezaste?

En el 2002 comencé a trabajar en el laboratorio de la bodega Luigi Bosca. Y a la vez llevaba informalmente la elaboración de espumantes.

¿Informalmente?

Quiero decir que mi trabajo con los espumantes lo llevaba en paralelo con el resto de la producción. No era la responsable, claro. Y era muy poquito el volumen de espumantes. Luego fue creciendo y ya comenzó a manejarlo una persona en forma exclusiva.

¿Era más experimental en ese momento?

No, no. Eran pequeñas cantidades. Y cuando después crecieron ya tuve mayor dedicación con los espumantes. Y ahí me dediqué más. Y dejé de lado el laboratorio y asumí el manejo de la planta de espumante con los métodos Champenoise y Charmat. Estuve trabajando más o menos nueve años en Luigi Bosca.

¿Y cómo conociste a Pedro Rosell?

Con Pedro siempre hemos estado en contacto. Incluso porque siempre formé parte de las comisiones de Espumantes en Bodegas de Argentinas. Y en una de ellas, me dijo Pedro: “Necesito que te vengas a trabajar conmigo, estoy necesitando ayuda en una bodega. Es una bodega que tiene mucho futuro”. Y, sin dudarlo, me vine a trabajar acá con él.

¿Lo conociste a Pedro siendo alumna suya?

Claro. Fue mi profesor en la universidad. El es un libro abierto. Es muy buen profesor. No tiene secretos y es muy abierto. Posee una cultura general muy grande. Y la verdad que en forma permanente, hasta el día de hoy, es mi gran profesor y maestro.

Estamos acostumbrados a gente que guarda sus conocimientos, que mantiene sus secretitos. ¿Rosell es todo lo contrario?

Sí, absolutamente. Nunca he vivido esa situación con Pedro. Es muy pedagógico. Sabe mucho de química y cultura general. Entonces, quizás estás hablando con él de un tema y surgen, en esa rama, diez otros temas más. Y puede estar hablando horas. Además tiene muy buen humor. Nos pasa que día a día, trabajando en la rutina, él viene con su cuento, con sus chistes de siempre.

¿Cuánto te cambió a vos tu visión sobre la enología? Por conocerlo y trabajar con él.

La verdad es que yo tenía buena base en la elaboración de espumantes. Y con él me he nutrido también de sus conocimientos y la experiencia. Es el mejor enólogo de espumantes de Argentina. Él se capacitó en Francia y hace muchos años que está con esto. La experiencia es un punto que suma a los conocimientos. Y aún hoy estudia mucho.

¿Qué es lo que te atrajo del espumante y no del vino? Aunque sea un vino, el espumante, claro.

Me atrae mucho la conversión de un vino a otro producto y donde cada botella es un mundo. Porque cada botella tiene vida propia, de lo que se llena. Hay como una magia de transformar un vino en otro, un espumante. Y la verdad es que se puede crear mucho. Es más lento el proceso porque en realidad la producción es más lenta que un vino, pero se puede crear mucho en esta clase de vinos.

¿Es una producción más manual?

En realidad, hay dos métodos para la elaboración de espumantes, está el Champenoise, el método tradicional, y el Charmat. El champenoise es algo más artesanal, más manual, sí. En Cruzat solamente nos dedicamos a la elaboración de espumantes con el método champenoise.

Me gustaría saber si pensás que hay un estilo de espumante argentino. Así como hablamos del Malbec o la Bonarda. ¿O estamos en la búsqueda de un espumante argentino?

El espumante que se produce en Argentina yo creo que ya tiene identidad. Es distinto quizá al estilo de otros países. Es diferente. Y yo creo que ya tiene personalidad en el mundo. La característica es que son espumantes que están muy bien equilibrados, con una muy buena acidez. Y se mantienen frescos, bebibles. Para beberlo podés ser o no entendido. Y ya pasamos la etapa del espumante en la cual se bebían apenas para acompañarlos para los postres. Ya no es tampoco un producto estacional. Nosotros trabajamos durante todo el año muy bien. El consumo ya no es para las fiestas de fin de año o para el postre. Quizá los champagnes franceses son más ácidos que los argentinos. O los chilenos que por ahí son más aromáticos. O los brasileros, a quienes les gusta un poco más dulce. No se, creo que los champagnes argentinos tienen muy buen equilibrio entre dulzor y acidez.

¿Con qué asociás generalmente el espumante?

Con alegría, con ganas de pasarla bien y con disfrutar de cosas lindas.

¿Cuál es el secreto para hacer un buen espumante?

Yo creo que el secreto para hacer un buen espumante es cumplir bien cada una de las etapas del proceso. Desde la elección de la uva, el proceso de cosecha, hasta el prensado. Hacer lo mejor posible en cada una de las etapas garantiza un buen espumante. Para hacer esto se necesita mucha paciencia, es una tarea muy demandante. Hay que estar muy encima. Y yo creo que eso es el logro de hacer “buena espuma” (risas).

Casi un ejercicio budista.

Es un buen hábito (risas). Sin duda hay que cultivar la dedicación, la paciencia. En realidad este es el secreto de los espumantes de Cruzat. Así como utilizar buena calidad: desde la uva, hasta todos los insumos, como botellas, corchos.

 

¿Hoy es más fácil meterse en los mercados aprovechando la ola del malbec? ¿O los espumantes han conseguido su propio destino?

Yo creo que es otro camino. La gente está descubriendo el espumante. Y lo está incorporando, por eso no creo que sea la cola del malbec. Son productos diferentes y van a paralelo. Es importante la ubicación de las uvas, por las características que después dan en el producto. El terroir influye mucho en la calidad de un espumante.

 

Fuentes: bodegacruzat.com y www.mendozapost.com

 

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