Por Claudio Valerio*
En la República Argentina, todos los deportes practicados se han destacado en justas internacionales; algunos ocupando primeros puestos, como muchos otros no. Entre ellos, el fútbol es un deporte que ha entrado profundamente en el corazón de los argentinos.
No hay ciudad o pueblo en el cual no haya al menos dos clubes de fútbol. En medio del despoblado, en plena explanada o llano sin atisbo de población podemos, de pronto, encontrarnos con una cancha de fútbol, primitiva en su delineación si se quiere, pero con sus dos arcos característicos. Es entonces cuando se comprueba el sentido espectacular que caracteriza al deporte argentino. Toda esa multitud vibra y se conmueve ante las diversas peripecias del encuentro. El barrio está feliz cuando gana el club de sus amores, y se suma a una honda pena si se lo ve perder. Y así es en Buenos Aires, Córdoba, Rosario, Santa Fe, La Plata y tantas otras ciudades.
En lo referente al deporte, la República Argentina es amateur de alma. Su verdadero espíritu deportivo florece realmente en el entusiasmo de esos jóvenes que, si más medios que sus ilusiones, un día decidieran aunar esfuerzos para constituir un club, como el caso de Boca
Juniors. Así, humilde y pintorescamente, han nacido también otras grandes instituciones deportivas en Buenos Aires (San Lorenzo, River Plate, Huracán, Velez Sarsfield, entre muchas más) y otras del interior que hacen honor a la cultura del país. Y este espíritu nuestro ha trascendido hacia el exterior, cuando los argentinos toman parte en las grandes competencias mundiales en las cuales más de una vez tremoló arriba la bicolor, en el mástil de homenaje en señal de triunfo.
Argentina está poblada por millones de personas, de tradiciones y costumbres más o menos simples; a esa variedad la podemos llamar
diversidad. Desde siempre, nos hemos preguntado sobre el origen de una amplia multiplicidad de cosas, y hasta nos propusimos clasificarlas y priorizarlas; una de ellas de donde tiene su origen el asado de tira.
Está claro que cuando pensamos en la amistad y el fútbol discurrimos inmediatamente en el asado y la camaradería; una relación de gran importancia en la cultura de nuestro lugar, y no es de extrañar que también lo sea de Sudamérica. El asado es un ritual que forma parte de la tradición de un país, de su identidad. Así, podemos decir que el fútbol y el asado están unidos cuando se habla de reunión de amigos y con la familia. La tradición del asado se extiende por toda el área comprendida por el sur de Brasil, la Argentina, Uruguay y Paraguay; comienza con los gauchos (personas hábiles en las tareas rurales) allá por los siglos XVIII y XIX. Ellos empezaron a asar la carne que colocaban en palos, que clavaban en el suelo, ligeramente inclinados sobre una fogata.
Comer un asado de carne de vaca cocinado a la parrilla es una costumbre muy arraigada en el sur de Sudamérica. Los antiguos gauchos tenían formas muy particulares de hacer asado (como nos cuenta Concolorcorvo).
El hecho es que el comer un asado, en compañía de amigos y familia, forma parte de la cultura gastronómica de nuestra región. Se
convirtió en toda una tradición, una marca registrada. Es el plato elegido, predilecto, para compartir y para que muchos muestren sus dotes de asadores, para degustarlo y para compartir un buen momento con amigos y en familia.
(*) Autor del libro “Asado de tira, clásico argento y legado campanense”.