Experiencia religiosa: abrió Monjas, un nuevo restaurante en un ex convento de Villa Allende

Por Yeny Ortega Benavides (*)

Las mejores ideas ocurren en ambientes relajados. Es el caso de cinco amigos que, jugando al futbol y comiendo un asadito, comenzaron a gestar un sueño que el pasado jueves 11 de julio se hizo realidad.

Se trata de Franco Castiñeiras, Juan Negri, Lucas López, Ariel Liesenfeld y Sergio Kozak, socios propietarios de Monjas, un nuevo restaurante que funciona en un ex convento de Villa Allende.

Los cinco amigos y socios propietarios de Monjas.

La construcción data del año 1912 y se erige imponente en la esquina de Río de Janeiro y Juan José Paso (en cercanías del Golf Club de Villa Allende, junto a Casonas del Golf). Es una de las zonas más altas de la villa, desde donde se pueden apreciar atardeceres únicos y disfrutar de un espacio privilegiado rodeado de plantas y árboles frutales.

El lugar ofrece una vista privilegiada para disfrutar los atardeceres.

Tomar el riesgo

En un momento muy particular de la Argentina, este grupo de amigos decidió tomar el riesgo. “Siempre hay un sueño detrás de cualquier apuesta”, dice Juan Negri a Circuito Gastronómico. “Ellos (sus socios) son gente que quiero mucho y con quienes he compartido muchas cosas en la vida. Lógicamente, ahora es todo un desafío compartir este emprendimiento”, reconoce.

Humanizar lo sacro

Sergio Kozak, otro de los socios de este grupo, cuenta que la apuesta era por algo mucho más chico. “Habíamos pensado en algo más chico, algo que nos uniera a nosotros”, cuenta a Circuito Gastronómico.

“Veíamos el cartel de “Se alquila” y después de las averiguaciones nos enteramos que aquí hubo monjas”, relata. Fue entonces cuando el eje, la identidad del proyecto decantó por si sola. “Nos surgieron las ganas de humanizar lo que ellas hacían: hacer las compras en la Villa, cocinar, servir. Fue esa idea de humanizar algo tan sacro y brindárselo a la gente lo que nos sedujo”, afirma.

“Lo fuimos masticando, le fuimos dando forma y nos fue gustando mucho lo que se estaba produciendo en nosotros: el respeto con el que tomamos abrir esta casona sin quitarle su magia y conservando su esencia”, añade.

Con finos detalles, el lugar conserva su esencia original.

El fogonero

En todo grupo de amigos hay uno que cumple el rol de fogonero de sueños. Ese que dice “vamos, che”, “esto hay que hacerlo”, “no podemos dejar pasar esta oportunidad”. En esta historia, el fogonero es Lucas López. “Fue la majestuosidad de la casona la que habló por sí misma. La casona nos guió”, afirma a Circuito Gastronómico. “Hemos interpretado lo que la casa quería”, agrega.

Fue así como, según sus propias palabras, “se fue generando una sinergia” entre lo que la casa quería y lo que él y sus amigos sentían.

Rendirse, jamás

El polo gastronómico de Villa Allende está en pleno auge y crecimiento. Una de las cosas más difíciles para este grupo de amigos fue lidiar y cumplir con todos los requerimientos que implicaban la puesta en valor de una casona de más de 100 años, patrimonio histórico de la ciudad.

“Esa etapa nos llevó entre 6 y 8 meses. Siempre estaba el anhelo y el objetivo claro, y eso hizo que nos apoyáramos entre todos para que desistir no fuera una opción”, asegura.

Un equipo

Así como en un equipo de futbol cada jugador ocupa una posición, en esta sociedad cada amigo juega su propio rol. Ariel Liesenfeld es el hombre serio del grupo y se autodefine como “el equilibrio”.

A pesar de ello, su felicidad es difícil de ocultar. “Se siente mucha emoción. El camino fue largo, fue mucho el esfuerzo y muchos los escollos por saltear”, dice. “Lo logramos”, añade sin más.

El 10

Más allá de lo hermoso y particular de la historia de cada emprendimiento, el sustento de cualquier proyecto gastronómico es la comida. El encargado de desplegar esa magia y ponerse «la 10» en materia de comida es Franco Castiñeiras, el gastronómico del equipo, quien ostenta además una vasta experiencia en proyectos exitosos como La Reina Empanadas y La Comanda.

“Estamos apostando a algo distinto, algo nuevo, un segmento desconocido con el que poco a poco nos vamos familiarizando”, dice a Circuito Gastronómico. Elegir el perfil, la identidad gastronómica de un lugar tan particular no fue tarea fácil. “Fueron muchas idas y vueltas, pero creo que se logró un muy buen producto”, opina Franco.

La propuesta de Monjas se sintetiza en dos simples palabras: fuegos y vinos. “La gastronomía arranca desde el fuego”, afirma Franco. “Más en un país como Argentina donde el producto estrella, el que más se consume, es la carne”, añade. “Si a eso se le agrega el vino y los amigos, la combinación es perfecta”, sentencia.

Los fuegos, la vedette de la carta de Monjas.

Quien vaya a comer a Monjas va a encontrar una gastronomía gourmet pero con platos abundantes. La vedette de la carta son las carnes. Habrá propuestas fijas para los días de semana al mediodía, sugerencias del chef para los fines de semana y una completa carta abierta. Hay desayunos, meriendas, buen café y tragos de autor para disfrutar al atardecer.

Barra de tragos.

Una cava con cerca de 140 etiquetas de vinos le pone el punto final a esta experiencia religiosa. Monjas estará abierto de miércoles a domingo, de 8:00 al cierre. Contará también con dos salones para eventos privados.

Contacto

Monjas está en Juan José Paso 50, Villa Allende. Teléfono: (0351) 157-048485.

(*) Periodista gastronómica.

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