Superada la crisis que se generó tras el intento por parte del Gobierno de imponerle impuestos internos a los vinos, el 2017 terminó dejando saldo negativo para la industria vitivinícola.
Sucede que tanto las ventas en el mercado interno como las exportaciones volvieron a mostrar caídas, consolidando así un año negativo en ambos frentes.
Según datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), las bodegas despacharon a la plaza doméstica poco más de 8,9 millones de hectolitros, lo que significó una caída interanual de más del 5%.
Traducidas estas cifras, los argentinos consumieron 51 millones de litros menos que en 2016.
Del informe se desprende que los vinos que están experimentando la mayor contracción son los que no tienen mención varietal, que son los de más bajo precio, con una tasa de caída del 16%.
En cuanto al tipo de envase, el bag in box -el formato que permite servirse vino por copa y que conserva las cualidades del vino durante dos meses una vez abierto-, sigue sin prender entre los consumidores locales: mantiene un share marginal y sufrió un derrumbe del 52%.
A la hora de buscar razones sobre esta caída, desde la consultora Kantar Worldpanel aseguraron que la contracción está íntimamente relacionada con la suba de precios que se ha venido observando en las góndolas.
«Los vinos, con un incremento en precio mayor al de cervezas, se encarecieron en términos relativos frente a su rival, y esto no pasó desapercibido para los hogares, que se muestran más racionales y atentos», sostuvo Belén Abbruzzese, account director de Kantar Worldpanel.
«Así, la categoría cervezas logró recuperar gran parte del volumen perdido en 2016, mientras que vinos profundizó su caída, con un consumidor que no acompaña», agregó.
Según la consultora, los vinos no paran de perder share: esta categoría tenía una penetración del 66% en los hogares en el año 2014 y ahora se encuentra cinco puntos por debajo.
Esto implica que en ese período, la categoría dejó de estar presente en unas 650.000 familias.
Respecto de la suba de precios, el consultor Javier Merino, director de Área del Vino, aseguró que esto, en gran medida, está vinculado con la fuerte caída de los volúmenes de producción de uva.
«Las dos últimas cosechas, 2016 y 2017, fueron las peores de los últimos cincuenta años. Por eso, no debe extrañarnos que las importaciones también sean récord», acota.
Según el INV, las compras al exterior, principalmente desde Chile, sumaron más de 812.000 hectolitros, equivalente a 81,2 millones de litros, es decir, nueve veces más que en 2016, cuando ingresaron apenas 9 millones.
Granizo, lluvias en los momentos menos propicios y hasta heladas, configuraron un cuadro difícil para varias zonas productivas de Mendoza y San Juan.
Exportaciones, en baja
En paralelo, las exportaciones totalizaron 1,9 millones de hectolitros, mostrando una caída del 7,3% en relación con el período anterior.
Desde Fundación Mediterránea indicaron que esta mala performance obedeció a los problemas derivados del atraso cambiario, de la mano de un billete verde que se mantuvo amesetado buena parte del 2017, con costos en alza.
«Los sectores que están vinculados con el mercado externo se vieron afectados por un dólar que fue rezagándose con respecto a la inflación. Las economías regionales, entre ellos los vinos, tuvieron problemas de competitividad», indicaron.
Fuente: www.iprofesional.com