En Argentina se desperdician más de 400 toneladas de alimentos cada día

En Argentina se tira un kilo de comida diario por habitante, por pérdidas en la producción, la comercialización y en los hogares. Cada año, 16 millones de toneladas de alimentos van a la basura, en un país que, aunque es uno de los mayores productores y exportadores de productos alimenticios aún no solucionó el problema del hambre.

De acuerdo con información del Ministerio de Agroindustria, un 13% de la producción local de alimentos se tira sin llegar a ser comercializada. Y el desperdicio sigue a lo largo de la cadena de transporte, almacenamiento, venta, y consumo, por malas prácticas y hábitos.

En el mundo, según el último informe de la FAO sobre Seguridad Alimentaria, 1300 millones de toneladas de alimentos (un tercio de la producción global) se desperdician por año, mientras que 815 millones de personas padecen malnutrición.

A la vez, se emiten 3.300 millones de toneladas de gases de efecto invernadero y se genera una huella hídrica de 250 kilómetros cúbicos en consumo de agua por actividades agrícolas, ganaderas e industriales, para la producción y comercialización de comida que no se consume. Los costos de este desperdicio se calculan en u$s 750 mil millones al año, más que el PBI Argentino (u$s 550 mil millones).

Para enfrentar este problema, el año pasado se conformó la Red Nacional para la reducción de pérdida y desperdicio de alimentos. Con la participación de más de 50 entidades: cámaras empresariales, ONGs, universidades y organismos de gobierno, a comienzos de octubre se realizó un encuentro de trabajo, en el que se delinearon algunas recomendaciones.

“Estamos evaluando dónde se producen las mayores pérdidas, y a partir de allí trabajaremos en mejorar los procesos, desde el uso del agua hasta la disminución de los desperdicios en las diferentes etapas de producción, comercialización y consumo, dado que cada una de ellas es responsable de un 30% de las pérdidas”, comentó a El Cronista Sara Granados, responsable del tema en la oficina regional de la FAO para América latina y el Caribe.

Una vez identificadas las falencias, se pueden adoptar las buenas prácticas que cada país, región o municipio está implementando, y a su vez generar instrumentos como créditos y subsidios para mejoras tecnológicas y de infraestructura. “Muchas cosechas se pierden porque si hay una inundación los camiones no pueden llegar al campo, o por falta de cadena de frío, o por sitios de almacenamiento inadecuados”, detalló Granados.

Existen también iniciativas exitosas en la reducción del desperdicio que se pueden imitar. Desde la creación de “heladeras solidarias” donde comedores escolares, restaurantes y vecinos donan raciones de alimentos que no fueron consumidos, hasta la creación de bancos de alimentos; el reaprovechamiento de subproductos como el suero lácteo para fabricar bebidas y otros alimentos, o frutas magulladas para elaborar jugos y dulces, o en última instancia convertirlas en compost (abono) para el suelo o energía renovable a partir del biogás.

En línea con los objetivos de desarrollo sustentable (ODS planteados por la ONU) de eliminar la pobreza, el hambre, cuidar el ambiente y promover la producción y el consumo responsable, el grupo de trabajo relanzó la campaña “Valoremos los Alimentos”. Para esto se diseñó una guía de recomendaciones para su compra, preparación y consumo: “No adquirir cantidades innecesarias, almacenarlos de forma en que sea visible su estado y fecha de vencimiento, aprovechar las sobras para reelaborar comidas, no descartar frutas y verduras por fallas estéticas, y servirse porciones pequeñas”, son algunos de los consejos. También se recomendó reutilizar las cáscaras y desechos para hacer compostaje, con lo que además de reducir los desperdicios, se obtiene abono para las plantas.

Junto con la “reducción del desperdicio”, otra de las metas de los ODS es llegar al “hambre cero”, de la que la mayoría de los países se alejaron el último año, según el informe de la FAO. “En 2016, 38 millones de personas cayeron en la malnutrición, y en América latina, unas 43 millones de personas padecen hambre; 2,5 millones más que en 2015”.

El trabajo, publicado con motivo del Día Mundial de la Alimentación que se celebra cada 16 de octubre, destaca que si bien Argentina se encuentra entre los seis países de la región que tienen menos del 4% de su población subalimentada, es uno de los que menos redujo la incidencia del hambre en los últimos 20 años, apenas en un 1,7%.

Fuente: El Cronista.

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