(*) Por Roberto Colmenarejo
El pasado jueves 23 de octubre pudimos disfrutar del Wine Tour del Hotel Sheraton, con una amplia recorrida por los vinos de Bodega Rutini. La degustación fue guiada amablemente por José Luis Martín, histórico vendedor de la bodega en Córdoba.
La recepción comenzó puntualmente a las 21,30 hs, con unos appetizers en forma de “variedad de bocaditos fríos y calientes”; delicias en miniatura donde se lucieron el shot de escabeche de pollo y las empanaditas de cayote y queso. Para acompañar estos amouse-bouches se sirvió el Trumpeter Extra Brut 2011 ($130), un espumoso “blanc de blancs” (vinificado exclusivamente con uvas de la variedad chardonnay) bien fresco, de aromas frutados y fino “perlage”. La combinación fue adecuada, predisponiéndonos para disfrutar de una gran velada.
Luego de estos aperitivos livianos pasamos a las mesas, dispuestos a regocijarnos con los inspirados platos del chef Emiliano Toledo Arévalo y su equipo. Como siempre, los panes elaborados en el hotel fueron una tentación difícil de evitar.
Ya cómodamente sentados, arrancamos con el primer tiempo que fue un “conejo confit, chutney de mangos y ananá con espárragos y queso ahumado”; un plato primaveral, de sabores sutiles, con un contrapunto agridulce y levemente picante muy interesante. Para acompañar este paso del menú se presentó el Rutini Chardonnay 2013 ($200). Un blanco mendocino de buena tipicidad varietal y amplia paleta aromática (frutas blancas, cítricos, miel, tostado); con una boca plena y de buen volumen, de acidez fluida -típica de las uvas del Valle de Uco- y persistencia moderada. Un acuerdo criterioso, pues tanto plato como vino se enaltecieron recíprocamente.
La cena continuó con un “canolli de pate y fungi porcini, jugo de cordero y pesto fresco con gelée de jamón serrano”; una preparación muy original, creativa y de sabores intensos. Para escoltar este segundo paso se sirvió el Rutini Malbec 2012 ($354). Un tinto de impecable tipicidad varietal, de esos que nos dejan “bien parados” en el mundo; regala aromas florales, de frutas maduras y especias, en notable armonía con sutiles notas del añejamiento en roble. En boca es sabroso y seco, tiene paso ágil, taninos dulces y permanencia prolongada. Otra vez un acierto en la armonía, con dos productos de marcada personalidad que sin embargo se acompañaron sin superponerse.
El tercer tiempo fue un “dúo de ciervo y cordero marinados en chile, crema de papa y espinaca acompañados de vegetales al rescoldo”; un plato intenso y original, con el cordero extremadamente tierno y la carne de cérvido en un excelente punto de cocción. ¡Notable preparación! Para este plato de sabores vehementes se ofrecieron dos vinos de partidas muy limitadas y altísima calidad: Rutini Antología XXXIII ($608) y Rutini Antología XXXVI ($670). Dos grandes tintos de la cosecha 2010, seleccionados especialmente por el enólogo Mariano Di Paola para esta línea de ediciones limitadas. El primero es un elegante corte bordelés; de aromas extremadamente complejos, con notas frutales maduras, especiadas y balsámicas -regaliz, mentol-; soportados por una boca sobria y madura, de taninos moderados, acidez calibrada y larguísima persistencia. El segundo es un Cabernet Sauvignon de Tupungato; potente y estructurado, rebosante de aromas a frutas negras, piracinas -morrón- y especias picantes -pimienta, clavo-; unidos a una boca seca y recia, de taninos firmes, balanceada acidez y prolongado post-gusto. Aquí los maridajes funcionaron de maravillas, pues las intensidades del plato y los dos vinos se respetaron y realzaron mutuamente. ¡Verdaderamente exquisito!
Finalmente, el colofón de la cena fue una esplendida “tentación de dulce de leche, coco y mantecol”. Aquí se sirvió el Rutini Vin Doux Naturel 2010 ($308), un blanco dulce elaborado con un excepcional corte de uvas semillón y verdicchio (parcialmente atacadas por botrytis cinérea, un hongo que deshidrata las uvas y concentra todas sus características aromáticas y sápidas). De nariz fragante y seductora -uvas pasas, jalea de membrillos, miel,-; remata con una boca de acidez vivaz que balancea sabiamente la presencia de azúcar natural del vino. Aquí el maridaje fue también destacado, pues el fresco dulzor del vino supo cortejar con distinción la intensidad golosa del postre.
La cena culminó pasada la medianoche con los tradicionales sorteos de vinos y regalos. Además, Nicolás Costantini (director de Alimentos & Bebidas del hotel) nos adelantó que se vienen dos wine tours en el mes de noviembre, para cerrar el año “con todo”.
Con café y animada charlas de amigos, se hicieron casi la una de la madrugada. Allí nos retiramos con el placer de haber degustado grandes vinos argentinos, en compañía de buena comida y mejores amigos.
¡Hasta el próximo Wine Tour! ¡Nos vemos el 19 de noviembre!
(*)Sommelier y docente – [email protected]