En busca de obtener la mejor expresión para su vino blanco Terroir Series Torrontés, el equipo enológico de la bodega mendocina Kaiken se traslada todos los años hasta el corazón de los Valles Calchaquíes para elaborarlo en Cafayate, el terruño salteño por excelencia para esta variedad. Allí, al pie del viñedo de donde nacen sus uvas, Rogelio Rabino, el enólogo principal de la bodega, se ocupa personalmente de recibir la fruta y de comenzar su elaboración a pocos minutos de haber sido recolectada, para conservar bien frescos todos sus aromas y sabores.
El valle se caracteriza por contar con condiciones excepcionales para la elaboración de vinos de alta calidad, además de contar con viñedos de gran longevidad que alcanzan hasta 80 años. Ambos factores contribuyen a lograr bajos rendimientos y mucha concentración aromática. Su clima seco con precipitaciones cercanas a los 140 mm y muy soleado, con tardes y noches frescas, exponen las vides a una gran amplitud térmica, ideal para conseguir la madurez y todas las virtudes propias de un Torrontés de gran calidad. Pero sin dudas, la elevación de los viñedos a un promedio de 2000 msnm es el factor más importante y el que le otorga las características más reconocibles a los ejemplares de esta microrregión.
Kaiken Terroir Series Torrontés 2018 es un vino elegante, de un atractivo color verde brillante. En nariz sorprende con una deliciosa y variada expresión aromática en donde se distinguen los clásicos caracteres a flores blancas como jazmín, que se entremezclan con una delicada y fresca nota frutal de cáscaras de naranja y pomelo. En el paladar revela una refrescante acidez que, sumada a sus capas de sabores, lo convierten en un vino ideal para acompañar la primavera y el verano. Se recomienda servir a 12°-13°C.
“Este Torrontés es de perfil moderno, más cítrico y floral que maduro. No posee el mismo estilo de siempre ya que la vendimia 2018 fue más cálida que las anteriores, sobre todo al final de la maduración de las uvas, por lo que hubo que cosechar más temprano para mantener la frescura y la acidez”, señala el enólogo Rogelio Rabino.
El viñedo se encuentra plantado a una altura promedio de 2.000 metros sobre el nivel del mar, lo cual permite que las parras crezcan en un clima mucho más fresco, desarrollando una muy buena acidez en las uvas y un marcado frescor en los vinos finales.
El dato extraordinario de esta vendimia, que fue realizada en el mes de febrero, fue que la amplitud térmica promedio durante los meses de febrero, marzo y abril se ubicó muy por encima de los promedios históricos.
Precio sugerido en vinotecas: $320.