Criolla Chica, Un Falso Pinot Noir Para Descubrir

Por Joaquin Hidalgo

Hay un puñado de vinos en el mercado que están enamorando paladares. Son tintos delgados, con cierto paso apretado de taninos, que en aromas ofrecen un plan que va de la tierra húmeda a la frutilla, pasando por un trazo apenas herbal. Si pensaste que hablamos de Pinot Noir, estás equivocado: hablamos de una uva conocida en Argentina como Criolla Chica y mundialmente nombrada como Listán Prieto, una suerte de falso Pinot Noir.

¿Por qué falso Pinot Noir? Porque elaborado en estilos como el que mencionábamos más arriba puede pasar por un Pinot. Pero, lejos de serlo, la Criolla Chica es hoy una uva tinta que abre el panorama de los vinos ligeros. Particularmente en el norte, donde está muy difundida.

Pero primero lo primero: ¿de qué hablamos cuando hablamos de Criolla Chica?

Las uvas criollas.

De Listán a Criolla Chica

En la saga de los vinos americanos en tiempos coloniales, el Listán Prieto hilvana a todos los países productores. Pero en cada país toma un nombre diferente: uva País en Chile, Mission en California, Negra mollar en Perú y Criolla Chica en Argentina, por citar algunos ejemplos.

Originaria de España, los historiadores aún debaten si llegó al continente desde Canarias, donde en tiempos de Colón los barcos repostaban alimentos y donde está muy cultivada, o si en rigor entró desde el continente en los mismos barcos.

Cualquiera sea el caso –aunque el primero está bien fundado–, lo importante es que la Listán Prieto llegó a América y se difundió notablemente, como también lo hizo la Moscatel de Alejandría, su par blanca.

Ambas son variedades antiguas en términos de historia. Pero lo más importante para la uva Listán es que resulta muy rústica y plástica; tanto, que se adapta a climas tan diversos como Ica, en el desierto de Atacama; la región del Bio Bio en Chile, y encontró en los valles del norte de Argentina, pero también en Cuyo y Río Negro, terreno fértil para prosperar.

Uno de los exponentes de esta cepa.

Paleta exótica

Como sucede a menudo en el mundo del vino, el uso y las costumbres definen los nombres de las cosas. Plantada en los patios de las casas, a la vera de la ruta y trepándose a añosos troncos de algarrobos, el Listán Prieto perdió su nombre y se transformó en una uva tan criolla como el mate, aunque no lo es.

Sinonimias aparte, en estos últimos años la Criolla Chica volvió al ruedo de la mano de productores con ganas de experimentar otro universo de sabores. Ahí es donde entró a tallar el Listán: de poco color –aunque puede ofrecer mucho bien tratada–, fue su paleta aromática exótica que combina la fruta roja con la tierra húmeda y cierto trazo de herbal, sumado a un paladar ligero, lo que sedujo a los productores primero y luego a los consumidores, que las descubrieron.

El ascenso de la Criolla Chica

Si uno mira el mercado del vino desde el punto de vista estilístico hay, por un lado, un pelotón de tintos frutales y potentes, con buen cuerpo, donde están casi todas las variedades francesas. Y en el otro extremo, el Pinot Noir, delgado y ligero, que ahora comparte espacio con la Criolla Chica.

Pero si hasta hace una década estaba considerada una uva clase B –con un criterio indubitablemente galo, que discrimina incluso a las variedades italianas o españolas– la exploración estilística lo trajo de nuevo a la palestra.

Del Maule al Bio Bio, por ejemplo, la País es cultivada en el secano costero –sin riego– y sobre suelos graníticos o volcánicos que le dan unos taninos recios. Bien trabajados, aportan un carácter definido. Mientras tanto, en los Valles Calchaquíes, con temperaturas mayores y más alta insolación, esos taninos pierden parte de su protagonismo, aunque lo gana la acidez. En eso, la altura hace lo suyo, como sucede en Calingasta, San Juan, o en Tupungato, Mendoza, de donde provienen también algunas buenas criollas.

Más allá del origen, lo importante es el valor estilístico de la variedad a la hora de definir perfiles de vinos poco visitados en la góndola. Y si bien el mote de falso Pinot Noir no le hace del todo justicia, al menos describe claramente el modelo de vino del que hablamos.

Otra etiqueta representante de la uva.

¿Qué vinos probar?

Buenos ejemplares de Criolla Chica en la Argentina ofrecen Cara Sur 2019, Vallisto Extremo 2020, Valle Arriba La Criollita 2019, Sunal Ilógico 2019 y Cadus Signature Series 2019. De Chile, en cambio, buenas botellas para probar este verano son Bouchon País Salvaje 2019, País Santa Cruz de Coya 2018 y A los Viñateros Bravos La Resistencia 2019.

ÚLTIMAS NOTICIAS

Scroll al inicio