El pastrami o también conocido como pastrón se cree que se originó en Rumania, de hecho su nombre deriva de la palabra rumana «pastra» que significa «mantener» o «conservar».
Es así que el pastrón es un fiambre que se elabora con carne vacuna y que a países como Estados Unidos o Argentina, se cree que llegó de la mano de la cocina judía. En el país del norte en la segunda mitad del siglo XIX, y por estas tierras, a principios del siglo XX ya era conocido.
Pastrón cordobés
Tanto viajó el pastrón que ahora hasta tenemos una versión cordobesa que se elabora, como no podía ser de otra manera, en Oncativo.
Y si hablamos de Oncativo, tenemos que hablar de la producción del maestro charcutero Leo Ferreyra que adapta y crea todo lo que pueda ser convertido en fiambre, con su toque personal, por supuesto.
Consultado por el pastrón que prepara nos contó que lo elabora con «carne vacuna como nalga, peceto o cualquier otra pieza de la pierna«. Y aclara: «Siempre sin membrana ni grasa».
En el proceso de elaboración agrega salmuera, agua, sal fina, sal de cura (combinación de sal de mesa y nitratos o nitritos), azúcar, pimienta y ají. Esos serían todos los ingredientes que entran a jugar para producir el pastrami.
«El paso siguiente es proceder al horneado a baja temperatura», nos dice y con eso ya obtiene el producto final.
Quienes recibieron La Gurmet de mayo ya tuvieron la oportunidad de probar el pastrón de Leo Ferreyra y seguramente querrán conseguirlo nuevamente, por eso les dejamos el Instagram para que sigan sus novedades.
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