Por Joaquín Hidalgo
Hay vinos cuya vigencia se mide en décadas. A esos les llamamos clásicos. Son los vinos clásicos argentinos. Y hay otros vinos, más nuevos, que se postulan para llegar a ser clásicos aunque les falta el recorrido de los años, la aprobación de los consumidores y el carácter gustativo para enamorar a varias generaciones.
Entre los clásicos, las bodegas del siglo XX alumbraron algunas botellas perennes. Un poco por estilo, otro poco porque supieron llegar a las mesas de los consumidores y otro poco por azar o mera vigencia, en el mercado hay marcas que se venden como pan caliente y que llevan siete, ocho décadas de vigencia. A ellas se oponen los nuevos postulantes. Ofrecen un estilo diferente. Moderno, podríamos decir. Pero la prueba recién comienza.
Vinos clásicos argentinos
Son marcas que, con los años, llegaron a ser patentes de estilo. Mientras que el mercado se corre e inunda la góndola con propuestas de todo tipo, esos vinos clásicos argentinos siguen fieles a su raíz, no importa desde dónde sople el viento. Estos tintos –todos de corte– pasan de padres a hijos como herencias cargadas de simbología. Los vinos clásicos argentinos son:
- Don Valentín Lacrado. Nació como ícono de la casa en el año 1965 y, desde entonces, forma paladares. Su gran virtud está en la combinación de aroma ligeramente frutal y boca de cuerpo delgado y acidez elevada. Una interpretación gastronómica del vino de mesa que va de asados a pastas.
- Norton Clásico 1895. Con una reciente lavada de cara, Norton relanzó uno de los tintos más vigentes de la historia. Desde bodegones a quinchos, desde parrillas a comedores de paso, es una apuesta de suave perfume frutal, paladar con un grip ligero, todo anclado en una acidez media.
- Rincón Famoso 2016. Cuando una etiqueta lleva casi nueve décadas rotando en la mesa de los argentinos habla por sí sola. Eso es lo que sucede con Rincón Famoso –lanzada en 1938– que, desde 2016, ajustó un poquito su perfil sin dejar de ser un tinto de estilo López: caoba en color, aromas de crianza y evolución, paladar de frescura media.
- Marcus Merlot 2019. Lograr un estilo es todo un desafío. Eso es lo que ofrece Marcus Merlot, que abreva de los tintos de la casa con una pequeña crianza en toneles. El resultado es un tinto honesto, con cierto carácter frutal y una boca de elevada frescura y tanicidad moderada. Asadero, que se dice.
- San Felipe Cepa Tradicional 2016. Secreto a voces entre conocedores, el Cepas de La Rural, como se lo conoce, ofrece un eslabón perdido entre los nuevos tintos y los clásicos: violáceo, ligeramente frutal, propone un paladar jugoso y con cierto grip. La etiqueta está aggiornada, pero sigue siendo un clásico.
Los modernos
Desde la década de 2000 empezó a campear en los tintos cotidianos un perfil diferente. Varietales con fruta fresca a madura, cuerpo y frescura moderada, ganaron aceptación entre los paladares formados en el mundo de las gaseosas y que buscaban intensidad. Entre ellos, estos son los que se ganaron un lugar:
- Portillo Malbec 2020. Con uvas del valle de Uco, el destacado de la línea es el Malbec, con una aromática bien frutal, paladar jugoso y de taninos moderados a activos. Tiene dos décadas de vigencia.
- Emilia Malbec 2020. Elaborado por Nieto Senetiner, este Malbec apunta a un perfil frutal elevado, con boca jugosa y de frescura media. Los taninos activos le dan relieve.
- Elementos Malbec 2020. Lanzado por Bodega El Esteco en 2004, esta línea de varietales ha ido cambiando de foco y estilo hasta encontrar su punto actual: un tinto frutal, de perfil moderado y con paso amplio.
- Las Perdices Malbec 2020. La bodega está a punto de cumplir dos décadas y su marca icónica se vende en toda la Argentina. El estilo es de fruta directa, paladar de frescura media y taninos suaves. Jugoso.
- Santa Julia Malbec 2020. Lanzada a mediados de la década 1990, Santa Julia es una marca de Familia Zuccardi que tiene vigencia y presencia en toda la Argentina. El estilo se ha ido ajustando y hoy ofrece un tinto jovial, de perfume frutal y frescura jugosa.