Así se vivió el Wine Tour Las Perdices

(*) Por Roberto Colmenarejo

El pasado jueves 19 pudimos disfrutar nuevamente de un Wine Tour del Hotel Sheraton junto a la bodega Las Perdices, que presentó nuevas añadas de sus vinos clásicos.
 
La recepción comenzó puntualmente las 21.30 hs., con unos aperitivos en forma de “mini delicatessen del chef”; donde se lucieron los blinis de azafrán con queso crema y salmón, el escabeche de pollo con suave ralladura de cítricos y las mini quiche-lorraine. Asociado a estos bocadillos se sirvió Las Perdices Extra Brut ($62), un espumoso  charmat de perfil simple, ligero y refrescante que acompañó discretamente y “preparó el camino” para los grandes vinos que vendrían.

Luego de una recepción algo dilatada, pasamos a la mesa dispuestos a regocijarnos con los creativos platos del chef Luis Salguero y su equipo (recientemente premiado en el Concurso Nacional de Chefs HOTELGA 2013 con el prestigioso “Tenedor de Oro”).

Como siempre, la selección de panes caseros fue una incitación difícil de evitar, así que los probamos inmediatamente.

Ya cómodamente sentados, arrancamos con el primer tiempo que fue una “composición de mar”; un plato fresco y sutil donde se alternaban pescados y mariscos en distintas preparaciones y texturas. Para acompañar esta entrada se ofreció Las Perdices Reserva Sauvignon Blanc Fumé 2012 ($82). Un vino blanco fermentado en barricas elegante, complejo y de excelente tipicidad varietal (pieles de cítricos, hierbas frescas, ruda) con levísimas notas del contacto con roble (vainilla, ahumado) en grácil armonía. En la boca tiene cuerpo medio y acidez refrescante. Esta combinación fue muy atinada, pues la frescura del vino y de los frutos de mar se resaltaron mutuamente. ¡Riquísimo! 

La cena continuó luego con un “laminado de pato, arándanos, remolacha y hojas orgánicas”, un plato jugado y original, con el magret de pato en un punto de cocción perfecto, sobre dos semi-fredos (uno de queso crema y otro de remolacha/arándanos).  Para escoltar este segundo paso se sirvió Las Perdices Reserva Albariño 2012 ($82). Segunda cosecha de esta rareza elaborada con la tradicional uva portuguesa; un blanco algo más austero en nariz que su antecesor, pero con una boca sabrosa, plena, de leve “petillant” -ínfimas burbujas de gas carbónico natural remantes de la fermentación- y frescura sostenida por su buena acidez. La armonía entre la bebida y el plato fue buena, permitiendo que ambos se expresaran adecuadamente.

El tercer tiempo fue una “carne de res con envoltura de crepín y morcilla, mini vegetales de la huerta”, un plato contundente, con sabores fácilmente reconocibles y la carne increíblemente tierna y jugosa. ¡Notable preparación! Para este plato de sabores rotundos se eligió un vino acorde -el ícono de la bodega- Las Perdices Tinamú 2008 ($355). Este vino es un blend de amplia base Malbec, con pequeños porcentajes de Cabernet Franc, Petit Verdot y Tannat. Su nariz es sugerente y compleja, con aromas que van desde las frutas rojas y negras maduras a las especias; todo enmarcado en notas intensas de buena madera (cedro, vainilla, tostado). La entrada en boca es seca, con gran volumen y estructura, paso franco, taninos apenas rugosos y persistencia prolongada. ¡Un gran vino, con una larga vida por delante! Aquí el maridaje funcionó de maravillas, pues las intensidades del plato y del vino se acompañaron sin superponerse ¡Exquisito!

Finalmente, el postre fue una curiosa “textura en chocolate”. De sabores intensos, con diferentes texturas de chocolate -y un guiño divertido en el servicio-, fue un digno cierre para una gran comida. Aquí se sirvió uno de los clásicos de la bodega, Las Perdices Nature -sobre lías- NV ($110). Un espumoso bastante atípico, que se presenta a la venta sin degollar -es decir, con sus borras aún en el interior- y tapa corona; ofreciendo el lúdico placer de tener que destapar la botella con habilidad para poder retirarlas. El producto en cuestión es un vino burbujeante levemente turbio, con marcados aromas de pan, levaduras y frutas secas; sumado a una boca fresca, seca y de buena burbuja. Vino muy bien este espumoso, para hacer de contrapunto a la golosa cremosidad del postre y refrescar la boca luego de tantas exquisiteces.     

La cena culminó con los tradicionales sorteos y bromas de Nicolás Costantini (director de Alimentos & Bebidas del hotel), quien además nos contó las actividades planeadas para lo que resta del año 2013.

Entre café, petit fours y animada charla de camaredería, la reunión se estiró hasta casi la una y media de la madrugada. Allí nos fuimos con el placer de haber degustado grandes vinos argentinos, en compañía de buena comida y mejores amigos.

¡Nos vemos en octubre con un nuevo Wine Tour! 

(*)Sommelier y docente – [email protected]

ÚLTIMAS NOTICIAS

Scroll al inicio