Así fue el Wine Tour Blend de Bodegas

(*) Por Roberto Colmenarejo

El jueves 14 de marzo asistimos a la inauguración de la temporada 2013 de los WineTours del Hotel Sheraton Córdoba, gracias a la gentileza de su anfitrión Nicolás Costantini (director de Alimentos & Bebidas).

No hay dudas que este es uno de los eventos con mayor convocatoria en el mundo del vino de Córdoba. Con 11 años de existencia, sigue aglutinando más de un centenar de enófilos que se reúnen todos los meses a disfrutar de los buenos vinos y la reputada gastronomía del hotel.

En esta oportunidad no hubo bodega auspiciante para la reunión, sino que el hotel sirvió un blend de vinos de su propia cava. Los mismos se presentaron nuevamente a etiqueta tapada, así que técnicamente fue una degustación “a ciegas”. Esta es la segunda vez que los vinos se sirven de esta manera, generando una actividad lúdica y placentera que disfrutamos la mayoría de los invitados.   

La recepción comenzó pasadas las 21.30 horas, con aperitivos en forma de “delicatessen de frío y calentito”, un clásico del hotel donde la cocina capitaneada por Luis Salguero despliega todo su savoir faire con sabrosas preparaciones en pequeños bocados (destaco los chips de camembert con rúcula, y la  mini-cazuela de calamares picantes). Para acompañar estos amouse-bouches se ofreció un espumoso simple y muy agradable, de aromática frutal, paso de boca elegante y buena burbuja (que no supimos  que era hasta promediada la noche). Este vino efervescente acompañó amablemente los appetizer, permitiendo que los sabores y texturas de estos se mostraran en plenitud.

Ya sentados a la mesa, el primer paso del menú fue un queso brie apanado, roll de ave y casco de membrillo, un plato original y liviano que fusionó de maravillas la intensidad del queso brie con el toque dulce del membrillo. Fue presentado junto a un vino blanco de mediana complejidad; con nariz de miel y frutas blancas, acompañada de una boca plena, ágil y de refrescante acidez. Por supuesto no nos dijeron qué era, aunque algunos pudimos intuir por sus características organolépticas que se trataba de un chardonnay joven. Los sabores más bien moderados del plato y el vino se respetaron mutuamente, dando lugar a una notable armonía.

Como la curiosidad de los asistentes era mucha, se develó la identidad de los dos primeros vinos ofrecidos, cosa que todos esperábamos pues la discusión en la mesa había sido muy divertida. Los vinos que se sirvieron fueron:

. Recepción: Norton Cosecha Especial Extra Brut ($60). Apto para todo los públicos.
. Primer tiempo: Animal Chardonnay 2011 ($66). Un blanco rico y de gran tipicidad.

Luego de revelar este misterio, la cena continuó con una bondiola de jabalí asada, espuma de pimientos y pasta de berenjenas. Acompañó este plato de sabores impetuosos un tinto complejo, de buena estructura pero destacada evolución, con la madera presente pero muy bien integrada en el vino. Tampoco nos informaron de qué se trataba y debo reconocer que fue difícil de identificar. El vino estaba realmente    “bebible”, y maridó adecuadamente con los sabores definidos del plato. ¡Riquísimo!

El tercer paso fue un contundente: Lomo en costra de frutos secos, puré de nabos, ragout de portobellos y shiitake; una vistosa presentación para un plato de estilo  tradicional, con la carne en un excelente punto de cocción más una costra crocante y especiada. Para esta preparación -como era de esperarse por la presencia de carne roja- se ofreció de un tinto potente de gran tipicidad varietal y regional, donde destacaban los aromas de frutas negras, especias dulces y notas terrosas -combinados sabiamente con las finas notas de crianza en barricas-, todos unidos por una boca fluida, de acidez vivaz y taninos aún algo marcados. De más está decir que no nos pusieron al corriente de qué vino se trataba y, aunque  su perfil sensorial era evidente, a toda la mesa nos dejó algo desorientados. Tanto el vino como el plato eran realmente exquisitos, pero me parece que la gran intensidad del primero opacó un poco los sabores moderados del segundo.

Aquí nuevamente se hizo un breve intervalo para descubrir las botellas que habían escoltado los platos principales, siendo estas:

. Segundo tiempo: Terrazas Reserva Malbec 2009 ($75). ¡Un vino hecho para gustar!
. Tercer Tiempo: Colomé Estate Malbec 2010 ($168). Sorprendente tinto salteño.

 
Finalizando la comida, el postre fue un golosísimo y rotundo lingote de chocolate acompañado de crema helada de amarenas. Dulzura irresistible además de muy balanceada entre la cremosidad del chocolate blanco y la acidez fresca del helado. Digno colofón para una comida de excelente factura. Se sirvió aquí un tinto dulce fortificado, que pudo oponerse sin problemas a la intensidad dulce del postre. Yo sabía que vino era con sólo ver la botella -pues trabajo para la empresa que lo elabora- aunque  no dije nada pues luego de unos minutos se develaría el misterio:

. Postre: Trapiche Profuso Encabezado de Malbec 2011 ($85). ¡Destacado “Oporto” nacional!

 
La sobremesa se estiró como siempre, acompañada con café y charlas distendidas entre amigos. Una vez más, los tradicionales sorteos hicieron que muchos invitados no solo se fueran “bien comidos”, sino que además se llevaran alguna botellita bajo el brazo. 

Promediando la una y media de la mañana, nos retiramos de hotel con “la panza llena y el corazón contento”; esperando que sea jueves 18 de abril para volver a encontrarnos…

¡Hasta el próximo Wine Tour!

 

(*)Sommelier y docente – robertocolmenarejo@hotmail.com

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