Las cosas bien hechas

Por Alejandro Maglione (*)

De qué se trató

De una actividad con periodistas internacionales invitados como la reconocida periodista Titina Nuñez de Uruguay, Andrés Amor de México, o Melina Bertocchi, colega venezolana, devenida en peruana por adopción. De nuestro lado avanzaron Joaquín Hidalgo, Alejandro Iglesias, Daniel López Roca, entre otros de merecido renombre. Y, lógicamente, muchos mendocinos más que interesados en el tema.

El expositor estrella fue Tim Atkin, una pluma refinada que escribe para los principales medios del mundo dedicados al vino, y es, entre otras cosas, co Presidente del International Wine Challenge, el certamen de catas a ciegas más estricto del mundo. Pero sobre todo, un hombre de paladar negro para el vino, al que fue un deleite escuchar casi devotamente mientras compartía con nosotros sus conocimientos, y sobre todo sus propuesta para el vino argentino (momento en que muchos asistentes escribían con frenesí en sus tabletas, y otros, como yo, es mi cuaderno de notas, con la serenidad que dan los años).

Aportando estaban Martín Kaiser, un ingeniero agrónomo graduado en la Universidad Nacional de Cuyo, que completó sus estudios como magíster en la Escuela de Agronomía de Montepellier, de Francia, una meca para los especializados en el tema. Martín hoy se ocupa de toda el área vitícola de la bodega Doña Paula. Y otro mendocino bien conocido, Marcos Fernández, enólogo recibido en la Universidad Don Bosco de su provincia, que llevó su experiencia a bodegas como Chandon y Viña Cobos. Su valía fue reconocida por el propio winemaker estrella, Paul Hobbs, que lo llevó a trabajar con él durante cinco vendimias a Napa Valley, en los Estados Unidos. Hoy es enólogo principal de la bodega Doña Paula, que fue la auspiciante exclusiva de toda la reunión.

Sobrevolando por toda la movida, el inefable Andrés Rosberg, presidente de la Asociación Argentina de Sommeliers y de la Alianza Panamericana de Sommeliers. Es decir, un jugador de toda la cancha, que, como me dijo un periodista local “al llevar a su bebé a todas partes, quiere mostrarse desde otro lugar”. (Aclaración: nunca entendí eso de los “lugares”. Siempre me sumí en un desconcierto total, cuando alguien me ha preguntado ‘¿desde qué lugar me lo decís?’) Como sea, Rosberg nos dio una lección ejemplarizadora de paternidad responsable.

Finalmente, pero no menos importante, fue la presencia del CEO del Grupo Santa Rita de Chile y Argentina, Andrés Lavados; la española y chilena por adopción, Elena Carretero, Gerente de Asuntos Corporativos de la empresa anfitriona, Lucía Mallea, la Brand Manager de Doña Paula que tenía el ojo atento a todo, y María Laura Ortiz, la mendocina que tuvo que implementar una logística que nos dejó a todos encantados, y que lograra el día de las catas que se escanciaran 1500 copas de una manera mágica y a un ritmo imposible de no elogiar. Todo 10/10.

Visita a los viñedos
 
Un día fue dedicado a visitar los distintos viñedos que tiene Doña Paula en Mendoza, guiados por Kaiser, que no nos ahorró calicata por visitar. Hubo un intermedio que fue en La Morada de los Andes, donde Rosberg se movió como pez en el agua, que nos permitió acceder a un almuerzo reparador, donde las estrellas fueron unas fabulosas empanadas mendocinas (quizás, para mi gusto, les faltaban las pasas de uva, pero se sabe que hay mucha gente que le tiene reparo a las pasas y, aunque me encanten a mí, hay que respetar los gustos ajenos). Bien comidos, y algo más que bien bebidos con los excelentes caldos de los anfitriones, siguió el trajín entre los viñedos, que encantó a la directora de la revista Placer, Titina Nuñez. La venezo-peruana Melina mostró un comportamiento curioso, porque hoyo que veía, ella avanzaba a su interior a examinar rocas y raíces.

La cata

Martín Kaiser dio una clase teórico-práctica donde probamos vinos de la misma cepa y los mismos clones, donde uno venía de Santa María en Catamarca, con viñas plantadas a 1850 metros. Otro de Gualtallary de 1450 metros de altura. Y otro de Rivadavia, de Mendoza, igual que el anterior, proveniente de una viña plantada a 680 metros sobre el nivel del mar. Todos habiendo eludido el uso de madera en su elaboración.

Kaiser recordó que los climas fríos aumentan la calidad y cantidad de taninos como de antocianos. Cosa que se vio en el vino catamarqueño. Si bien, para Atkin el vino que más le gustó fue el de Gualtallary.

Probando los vinos de Finca los Indios refrescamos que los vinos más concentrados son los más aromáticos, pero requieren un mayor tiempo de destapado para abrirse. Si las rocas que hay en el suelo son de las que retienen agua y aportan más humedad, debemos saber que el resultado afectará al color del vino.

Luego vinieron tres vinos de Finca Alluvia, donde pudimos apreciar la contextura de un suelo de 1000 años de antigüedad. Se nos explicó que el componente calcáreo en Francia proviene de antiguos lechos marinos, cosa que no sucede en Mendoza.

En un cruce de opiniones, Andrés Rosberg dijo que había que elaborar los vinos sin tenerles miedo a los consumidores. Joaquín Hidalgo señaló que esto de mirar hacia el calcio era una cuestión reciente. A lo que Kaiser remató: tan reciente, como que todavía no podemos establecer claramente como afecta su presencia en el suelo al resultado final del vino.

Charla de Rosberg

Mientras probábamos un Egg hecho por Matías Michelini; sumado a un Zuccardi Aluvional o un Altos las Hormigas Paraje de Altamira, me enteré de que varias bodegas -competidoras de Doña Paula- habían aportado sus vinos a la cata, sin poner ninguna condición. Un buen ejemplo.

Andrés llamó la atención de las Identidades Geográficas que en el pasado fueron registradas como marcas. Como ejemplo de avances al respecto, dio justamente el de Paraje de Altamira, que fuera aprobada a fines del año 2013. Recordó que se comenzó a producir vino en Valle de Uco hace 20 años, y en el caso específico de Gualtallary, las primeras producciones datan de 5 años atrás. Y fue contundente al cerrar con un “hay que esperar maravillas de esta región”.

Cuando comentó que el Malbec es más sensible para expresar el terroir, terció el experto Marcelo Catania, presente en la sala, y corroboró lo dicho por Rosberg: “El Malbec no tiene aromas conocidos. Toma mucho de los olores del lugar y de las barricas. Recuerden lo que pasó en Australia cuando hubo una serie de incendios terribles en buena parte de su territorio: sus uvas recogieron y transmitieron esos olores, que no siempre eran agradables”.

Atkin aportó: “Por eso prefiero hablar de elegancia, balance, frescura y no detenerme en el PH o los antocenos”.

Conclusión

Voy a reservarle un espacio en mi próxima nota a Tim Atkin, porque realmente fue una usina de conceptos interesantes. Lo que sí, el fin del día fue difícil, cuando reparamos que en una jornada habíamos degustado y comentado 27 vinos provenientes de los mejores terruños de nuestro país, Chile y Francia. Un privilegio.

En un momento, Atkin desafió a ver quien acertaba de dónde era determinado vino, y un joven sommelier mendocino, Luis Mantegini se jugó y acertó, mientras varios expertos presentes se llamaban a silencio. Su hermano, también sommelier, nos regaló un nuevo término para los adoradores de adjetivar los vinos. Sin inmutarse, olió y probó un vino y dijo voz alta: “Este es un vino con claras notas tropicales“.

Fue el momento en que a mí todo se puso brumoso. No habían logrado sorprenderme ni los que hablaban del sabor a la mina de un lápiz, es decir, de grafito (¿quién chupó una mina de lápiz para conocer a qué sabe?). Lo mejor, lo mejor estaba por venir.

(*) Nota de Alejandro Maglione para ConexiónBrando
amaglione@lanacion.com.ar / @MaglioneSibaris 

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